Siendo luz parece oscuro

En cuatro días, más de cinco mil personas pasaron por 'Entre fuga y regreso'. Todo un récord teniendo en cuenta que esta exposición ocupó en una iglesia una capilla del siglo XIV en Tárraga, mientras se celebraba su famosa feria de teatro de calle. Si se conoce poco la obra del autor Juanan Requena, puede sorprender el emplazamiento, pero les aseguro que los lugares añejos y cargados de historia le van como anillo al dedo a su obra de buhonero contemporáneo. Requena es un fotógrafo y escritor de aforismos notable que entrelaza el corpus de su obra en torno al paso del tiempo y las heridas resplandecientes que nos talla en la memoria. La luz de los días -y la oscuridad de las noches- se cuadra ante su cámara. Su formación autodidacta y ajetreada lo ha llevado por mil lugares y más de una docena de países que recorre mochila al hombro o montado en su furgoneta. En este vagabundear por el mundo va acumulando una montonera de fotografías que algunos seguimos con pasión. De hecho, su última exposición en el desaparecido espacio La Azotea fue un éxito de público y compras.

'Entre fuga y regreso' es la historia de un nómada en perenne punto de escapada que, no obstante, siempre echa un ojo al retrovisor. Con Juanan el tiempo corre que se las pela -su mágica web se llama nodetenerse.com-. ¡Hay tantos momentos que cazar antes de que te alcance la oscuridad! Esta combinación de intenciones obliga a este creador a hacer suyas las salas que acogen su obra. Si dijera que interviene el espacio me quedaría corta, porque realmente, como buen nómada capaz de acampar en cualquier lado, Requena convierte 'un lugar' en 'el lugar'. Del indeterminado al determinado media un mundo, el suyo. Verdad sin trampa. Realmente han dejado escapar una gran ocasión en los Molinos del Río al ofrecerle exponer en una sala anodina. Aviso a los lectores de que esta muestra ha sido la ganadora de la convocatoria 'Disponibles' en la que, tras la presentación de proyectos, Carmen Hernández, José Luis Montero y Paco Salinas decidían qué se expondría. Dada la exigua dotación económica bien hubiera estado que Juanan Requena, al que avala una trayectoria en alza imperturbable al desaliento, hubiera ocupado un espacio más conveniente como la Sala Caballerizas.

El total de esta serie que nunca termina podrá verse en Madrid el próximo marzo. Mientras, aquí están colgadas esas instantáneas alumbradas por frágiles bombillas. En ese espacio negro hay que asomarse a las grietas -fotografías- para ver el presente que se larga en cada golpe de respiración. Emocionante.