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LA COLUMNA GASTRONÓMICA

El chocolate: alimento de dioses

MARTA GARAULET AZA MIEMBRO DE LA ACADEMIA DE GASTRONOMÍA DE LA REGIÓN DE MURCIA

Sábado, 19 de julio 2014, 00:43

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¡Qué atractivo es el chocolate! A pesar de su aspecto negruzco y pegajoso, su sabor empalagoso y su olor poco característico, el chocolate presenta un poder de seducción incomparable en el mundo de la alimentación. Es capaz de producir en muchos de nosotros una atracción irrefrenable que, ante la simple alusión de su nombre, por un estímulo de nuestra imaginación, y no digamos ante su presencia, nos hace desarrollar una fuerza irracional que nos impulsa a su ingesta, a veces sin control.

Diversos estudios epidemiológicos muestran que un 40% de las mujeres norteamericanas y un 15% de los hombres reconocen presentar «deseo de tomar chocolate sin que ninguna otra sustancia sea capaz de aplacar este deseo». Se ha llegado a definir el término 'chocolismo' como la adicción específica al chocolate, que puede llegar a ser comparable a la del alcohol y otras drogas.

El chocolate presenta unas características organolépticas especiales, una composición nutricional diferente y una serie de compuestos químicos capaces de influir sobre nuestro estado de humor, nuestras alegrías y tristezas e incluso sobre nuestra voluntad. Sus ácidos grasos volátiles se deshacen en la boca a la temperatura corporal y confieren a este alimento una palatabilidad irresistible para muchos de nosotros. Su alto contenido en azúcares permite que en aquellos momentos de tristeza y depresión en los que los niveles de serotonina están bajos, una onza de chocolate nos levante el ánimo. Presenta a su vez sustancias semejantes al cannabis, capaces de producir placer en pequeñas dosis. Su elevado contenido calórico (550 Kcal/100g), junto con la acción sinérgica de la cafeína y la teobromina, sustancias excitantes presentes en el chocolate y que juntas desarrollan una acción estimulante diez veces más potente que por separado, explican que las tribus aztecas y mayas utilizaran el chocolate como energizante para los constructores de las grandes pirámides.

Por último, sus propiedades afrodisiacas atribuidas a la capacidad del chocolate de incrementar nuestras endorfinas u hormonas del placer, hacen que algo tan atractivo y valioso solamente sea digno de las grandes divinidades. Por todo esto y mucho más el chocolate, desde sus inicios en la alimentación, tiene el privilegio de denominarse Teobroma; es decir, alimento de dioses.

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