«Las cuadrillas son el último resquicio que le queda a nuestra tradición»

-Pensamos que describe una de las facetas de nuestra cuadrilla, que son las malagueñas a través de una publicación del diario 'El Liberal de Murcia', datada en 1902. En ella se explica que, en la Feria de Murcia, se hizo una exhibición de la escuela del entonces maestro de danzas Francisco Alarcón con unas malagueñas pesadas que olían «a albahaca y eneldo».

-Aquí esta lo más original y autóctono que conocemos de nuestra huerta y de la forma más parecida a como entonces se realizaba: participativa, personalizada, variada y no orquestada. Como novedad, la aparición en la actualidad de lo que fueron las parrandas que nos reflejan los antiguos cancioneros.

-Un poco más complejo de lo habitual, porque cada pista transmite algo distinto. Queremos que la gente se sitúe al escucharlo en el pasado y deguste los sonidos propios del lugar que nos llegan al presente.

-Pues sí. La verdad es que hay mucha desinformación y confusión, ya que la gente relaciona nuestra raíz con otros colectivos similares que nada tienen que ver con nuestras costumbres. Necesitamos que el buen nombre de cuadrilla sea entendido y defendido. Somos, afortunadamente, el último resquicio que queda de nuestra tradición.

-Pues, una vez terminado el disco, nuestra ambición continúa con más proyectos musicales y un documental de vídeo. También otras publicaciones que pronto saldrán a la luz gracias a la colaboración de Alberto Hidalgo, un miembro de la cuadrilla.

-Con todas, pero, por sintetizar, con los temas que realiza Ángeles Nicolás Alhama que, para nosotros, es la mejor cantaora que hay en Murcia. Y con la voz de Sebastián Navarro, 'El Pequeñín', quien es el último referente de la antigua cuadrilla y nuestro maestro.

-En nuestra página web y en cualquier lugar en el que actuemos.

-Aunque desconocemos su origen en el tiempo, sabemos de su existencia a principio del siglo XX. Entonces hubo una campana de auroros que desapareció y dejó solo la tradición navideña hasta los años setenta, cuando decae la afición, y se retoma posteriormente en los noventa, ya con nosotros.