Sara María Cutiopala: «Hemos conseguido que se dignifique nuestro trabajo»

La Asociación de Empleadas de Hogar de la Región lleva una década batallando mano a mano con el resto de organizaciones de varias comunidades para alcanzar este derecho laboral. Su presidenta, Sara María Cutiopala, ha sido punta de lanza en la Región para tratar de revertir una situación de desprotección que infravaloraba y discriminaba el trabajo de las empleadas domésticas.

–¿Qué significa para las empleadas del hogar esta medida ?

–Lo que se ha aprobado es justicia social y supone un crecimiento en cuanto a los derechos de todos los trabajadores. Por primera vez, se da la dignidad que no tenía el trabajo que realizamos. Fue en la época de la pandemia cuando la sociedad se dio cuenta del valor del trabajo que llevamos a cabo. Muchas mujeres se quedaron en las casas de las familias que les habían contratado para cuidar a las personas mayores. En esos meses, pudieron comprobar el trabajo real que se efectúa día a día.

–¿En qué situación se encuentran las trabajadoras actualmente?

–Actualmente, estoy dando clases en el cuidado de personas mayores en el hogar y me encuentro con mujeres españolas e inmigrantes que tienen una situación de precariedad laboral tremenda. En la zona de la huerta de Murcia, hay mujeres de más de 50 años que están cobrando 30 euros la noche por cuidar a personas mayores, y trabajadoras internas con un salario medio de 700 euros y con condiciones de semiesclavitud. Por desgracia, la Región es una de las comunidades donde más se abusa de las empleadas del hogar. Por eso, este real decreto significa mucho, porque, cuando de algo no se habla, no existe y no se valora.

–¿Qué cambia con el decreto?

–Ahora, con la ley se da la importancia que tiene nuestra labor y se exige a las familias que asuman su responsabilidad y contraten a las personas, para que coticen a la Seguridad Social. Una vez la relación laboral acabe, las mujeres tendrán derecho a paro y ese es el gran logro. Hay muchas mujeres que han trabajado diez y quince años en una casa. Los niños se han hecho mayores, la persona mayor que cuidaba ha fallecido y, de la noche a la mañana, les decían, gracias y hasta luego. Las echaban a la calle con una mano delante y otra detrás, con cotizaciones mínimas para la futura jubilación y sin prestación por desempleo, que es un derecho que tiene todo trabajador.

–¿Cuándo empezó la lucha?

–Yo tengo una compañera que empezó con las reivindicaciones en los años 80, cuando casi todas las empleadas de hogar eran españolas. Con la incorporación de muchas mujeres inmigrantes a estos puestos, poco a poco, fuimos tomando conciencia y, en 2013, fundamos la asociación que presido. En estos casi diez años no hemos parado de luchar. Somos personas de distintas nacionalidades y de muchas comunidades de España que nos unimos con el fin de que el Gobierno ratificara el convenio 189. Esto sucedió el pasado mes de abril, cuando el Consejo de Ministros abordó el tema, y el resultado es el que vemos hoy.

–¿Qué hizo que el Gobierno se planteara esta medida?

–Precisamente, todo este cambio vino por una demanda de una trabajadora. No ha sido porque haya habido voluntad política en origen, sino porque una empleada de hogar denunció al Estado porque acabó su contrato con una familia y descubrió que no tenía derecho a paro. Ella, junto a un abogado y la propia familia empleadora, llevaron su caso al Tribunal de Justicia de la UE. Los jueces resolvieron que en España había una ley discriminatoria, porque no equiparaban los derechos del régimen general a las trabajadoras del hogar. Se trata de un sector que emplea a 10.000 personas en la Región, un 95% de mujeres, un 70% de personas inmigrantes y en el que hay un 35% de economía sumergida, que seguramente aflore con el nuevo decreto ley. Fue ese tirón de orejas el que hizo que el Gobierno impulsara la aprobación de la medida.

–Y, ahora, ¿qué os espera?

–Hemos dado el paso más importante, sí, pero aún queda mucho por hacer. La ley está aprobada, pero ahora hay que vigilar para que la administración haga cumplir el decreto y el derecho a percibir el salario mínimo interprofesional. Las trabajadoras deben informarse, acudir a entidades sociales y a asociaciones para que exijan el salario que les corresponde, que son mil euros y catorce pagas.

–¿Por qué ha elegido el jardín de Floridablanca de Murcia para hacer esta entrevista?

–Los parques tienen un significado especial para las empleadas del hogar. A estos espacios es donde acuden las empleadas de hogar que están internas en sus dos horas de descanso que tienen al día. Allí, se sientan solas para intentar relajarse, hablar con alguien y desconectar de la carga brutal de trabajo que tienen cuidando a los hijos, a los abuelos, manteniendo la casa. Ellas sufren física y mentalmente, y no las estamos cuidando.

–¿Cómo van a celebrar la aprobación de esta medida histórica para vosotras?

–Nos reuniremos el último sábado de septiembre, como hacemos todos los meses. En esta ocasión, lo celebraremos a lo grande, bailando y con mucha alegría. Ha sido un largo camino para conseguir que se dignifique nuestro trabajo, que no acaba aquí, pero que nos da fuerzas para seguir adelante. Hemos llegado a esta realidad que hoy celebramos a partir de nuestros sueños y nadie puede decirnos que no podemos, porque gracias a la lucha de muchas mujeres, hoy en España se ha hecho historia.