XI Congreso de Migraciones: «Todas las sociedades tienden a mirar por encima al último que llega»
El antropólogo Jordi Moreras participa en el encuentro nacional que acoge la Universidad de Murcia
Investigador y profesor de Antropología en la Universidad Rovira i Virgili (URV), Jordi Moreras es especialista en comunidades musulmanas. Participa esta semana en el XI ... Congreso de Migraciones, que la Universidad de Murcia acoge hasta este viernes, y que se ofrece como un espacio para dar a conocer los avances de la investigación social en torno a las migraciones.
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– Las diversas crisis desde 2008, financiera, social-económica, la pandemia, los conflictos bélicos, el cambio climático..., han implicado un incremento de la complejidad de las migraciones...
–A veces uno tiene la sensación de que en España ocurre toda la migración del mundo, cuando tenemos más presencia de extranjeros del tipo de los turistas británicos instalados haciendo comercio electrónico, por ejemplo. Y la llegada de esos extranjeros también está cambiando la realidad de los barrios, con incrementos del precio de la vivienda, gentrificación... Las migraciones siempre son complejas; cumplimos cuarenta años de la primera Ley de Extranjería. En 1985, había más españoles en el extranjero que migrantes, pero conforme nos hemos ido incorporando a Europa, entramos en un proceso de desarrollo económico, social y cultural a través de la llegada de fondos europeos que nos han hecho creer que somos europeos y estamos por encima de la media, y olvidamos que éramos migrantes. Todas las sociedades tienden a mirar por encima al último que llega.
–¿Qué le parece la propuesta del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de endurecer los requisitos para obtener la nacionalidad española?
–La negación del acceso a la nacionalidad es la voluntad de marginar a determinadas personas que no tienen la misma religión o hablan otra lengua. Todos aquellos elementos que tienen que ver con la polémica están en cualquier caso en contextos deprimidos. No hay discusiones en los barrios privilegiados donde trabajan muchos de esos migrantes. El roce no genera los problemas de racismo, sino la competencia por los recursos que creemos que nos merecemos nosotros, cuando deben asignarse en función de las necesidades.
–¿Por qué cree que se ha radicalizado el debate sobre la migración?
–Estamos en un mundo complejo. Además, siempre nos hemos creído como país que somos de clase media, y a determinados sectores les molesta compartir el espacio social, cultural, de ocio, con gente que identifica como migrante. Sentimos que se están 'acercando' a nosotros.
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-Las narrativas de criminalización contra personas de origen migrante que buscan rédito electoral han cuajado entre buena parte de la sociedad...
–Podemos apelar a la delincuencia, pero la delincuencia no tiene color.
-¿Cómo asistió a los episodios racistas del pasado verano en Torre Pacheco?
–Con la sensación de haberlo vivido antes, en El Ejido, y en otros lugares. El problema no es que la gente estalle, es la instrumentalización de ese malestar. Los discursos que enumeran los problemas, pero olvidan los beneficios, como que el incremento del PIB se debe también a la migración.
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–¿Y quién gana con esa instrumentalización del rechazo a la migración?
–Siempre ganan quienes quieren controlar a la gente; para controlar a un grupo, solo tienes que hacer que se sienta amenazado. El problema de esos episodios es que arrasan con todo el tejido social, cultural, de convivencia, construido con muchos años y esfuerzo, y que es frágil. Tan frágil que una dana racista se lo lleva por delante.
–¿Qué buscan quienes incitan esos episodios?
–Si son votos, puede ser hasta entendible: pero otra cosa es que se haga generando odio, miedo y tensión social. Hay límites, pero no sé si llegamos tarde a ponerlos a la politización de la migración.
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–El negar que pueden existir problemas de convivencia, el discurso 'woke', ¿es también pernicioso?
–El discurso buenista y paternalista no es positivo, y hay situaciones derivadas de malos procesos. Necesitamos tiempo, matiz y análisis.
–¿Cómo explica que los más jóvenes se sumen a esas posturas de rechazo?
-Precisamente los jóvenes de hoy son la generación que más ha vivido en contacto con otras culturas y orígenes. Los jóvenes sienten una gran desafección institucional, se rebelan contra unas instituciones que, piensan, no les han dado lo que prometían. La desafección es general entre los jóvenes.
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