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La única fotografía que existe de 'El Niño de las Uvas', supuestamente vendido al Louvre a comienzos del siglo pasado y hoy perdido.
La Guardia Civil recupera tres valiosas esculturas romanas que se perdieron en Bullas hace un siglo

La Guardia Civil recupera tres valiosas esculturas romanas que se perdieron en Bullas hace un siglo

Al hilo de la 'operación Lignum' contra el sastre Benito Amor, los agentes hallaron ayer las piezas tras dos registros en Lorca y Cartagena

Antonio Botías

Viernes, 23 de septiembre 2016, 13:00

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Encontrar una aguja en un pajar hubiera sido una tarea menos ardua. Porque se trata, después de hallar hace unos meses parte de las joyas robadas a la Fuensanta, Patrona de Murcia, del mayor operativo de recuperación del patrimonio histórico que culmina con éxito la Guardia Civil. Así, los agentes del Seprona han logrado recuperar, tras sendas inspecciones ayer en Lorca y Cartagena, tres esculturas romanas únicas en el mundo y cuyo valor es incalculable.

Los registros en Lorca se centraron, según fuentes próximas al caso, en la casa de J. B., descendiente de un párroco de Bullas que, a comienzos del siglo pasado, realizó un espectacular descubrimiento: cuatro esculturas de mármol que representan a otros tantos niños y que, desde hace cien años, estaban en paradero desconocido. La pista para recuperar las piezas se ha encontrado al hilo de la 'Operación Lignum', por la que le fueron requisadas hace unos meses al sastre Benito Amor, un coleccionista de Bullas, miles de obras de arte.

La historia, en cualquier caso, no era desconocida. Todo comenzó con el hallazgo que hizo Juan Bautista Molina, párroco al frente de la iglesia de Bullas entre 1902 y 1913. El sacerdote impulsó, por razones que nunca se aclararon, unas excavaciones en el poblado de Los Cantos, un yacimiento romano ubicado a un kilómetro de Bullas y datado en el siglo I después de Cristo.

El sacerdote, entre otros hallazgos, encontró cuatro esculturas infantiles en mármol que los lugareños pronto bautizaron como «los muñecos». Representaban, según algunos autores, a las cuatro estaciones. Su valor era, como lo sigue siendo, incalculable. Pero pronto, por los vaivenes de la historia, se perdió el rastro. O casi.

Nadie supo dar razón, al menos, del paradero de tres de ellas. Sobre la cuarta existían menos dudas. Una sobrina del cura, María Jesús Bermúdez, según fuentes próximas a la investigación, reconoció hace años que la pieza conocida como 'El Niño de las Uvas' había sido vendida al museo parisino del Louvre.

La venta se realizó para poder sufragar las obras en una capilla de la parroquia realizadas en 1905. Y el tiempo pasó. Según testimonios de la familia, recogidos incluso por un artículo publicado por un escultor de Calasparra, los otros tres niños los conservaron. Alguna vecina de Bullas, además, confirmaría más tarde que «todos estaban de pie y desnudos [...] Uno tenía un pato entre sus brazos».

Este mismo documento, publicado por el escultor Damián Guirado Escámez, ha aportado a la Guardia Civil una prueba de gran valor. Porque el autor incluyó en su prólogo el agradecimiento «a mi amigo Benito Amor Fernández que me ha dejado una fotografía excepcional de 'El Niño de las Uvas', entre otras, además de darme alguna que otra información más del mismo».

No afecta al coleccionista

Fuentes de la Guardia Civil descartaron ayer que exista relación directa entre Benito Amor y la recuperación de estas piezas, salvo la referencia en el artículo que publicara el escultor. Desde la familia del coleccionista de Bullas destacaron también que «era conocido por muchos vecinos de la comarca que esas piezas las tenía el sacerdote».

De las cuatro esculturas solo se conserva la instantánea de una -la misma fotografía que en su día Benito entregó al escultor del artículo- y cuyo paradero, pese a todo, no ha sido confirmado por el Louvre, a pesar de que se inició hace un tiempo una investigación para determinar si se encontraba entre sus fondos. En cualquier caso, la actuación de la Guardia Civil ha permitido que, en unos días, los murcianos vuelvan a contemplar estas valiosas piezas que, durante décadas y contra toda justicia, han adornado domicilios particulares.

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