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Dos cotorras argentinas en el nido instalado en una palmera, en una plaza de Cartagena.
Las cotorras vuelan más allá de Cartagena y el Mar Menor

Las cotorras vuelan más allá de Cartagena y el Mar Menor

El primer censo sobre esta ave invasora revela la presencia de al menos 545 ejemplares en la Región en 177 grandes nidos comunales

Miguel Ángel Ruiz

Viernes, 12 de junio 2015, 10:55

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Ruidosas, gregarias y bonitas, las cotorras argentinas se han convertido en un elemento más del paisaje urbano en algunos municipios de la Región, especialmente en Cartagena y San Javier, donde estas aves exóticas anidan en enormes plataformas comunales que instalan principalmente en palmeras datileras. Imposible caminar por algunos paseos marítimos y zonas ajardinadas sin reparar en la presencia de estos pájaros de aspecto parecido al de un periquito o un agaporni, simpáticos y llamativos pero que se han convertido en una plaga en ciudades como Barcelona y Zaragoza y que en la Comunidad Autónoma comienzan a extenderse más allá de su zona cero -Cartagena, La Manga y el Mar Menor-.

Considerada por los científicos como una especie que debe ser controlada para evitar su expansión, la organización SEO/BirdLife organizó hace un par de meses un censo nacional para conocer con detalle su distribución en España. Del muestreo en la Región se ocupó la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), bajo la coordinación de Antonio Jesús Hernández Navarro, que acaba de hacer públicos los resultados.

La principal conclusión es que las poblaciones más importantes se localizan en Cartagena y San Javier, aunque también se han detectado ejemplares en Alhama de Murcia, Cieza, Lorca, Los Alcázares, Mazarrón, Murcia, San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco y Totana. Durante el trabajo de campo fueron censadas 545 cotorras en 177 nidos-plataforma, que albergan 320 cámaras -cubículos utilizados por cada pareja-.

Todo un éxito para estos pájaros, en otro tiempo habituales como animales de compañía, que se han adaptado perfectamente a los parques y jardines murcianos -tienen querencia por espacios humanizados- después de que los primeros ejemplares en libertad fueran detectados en el extremo sur de La Manga en 1975, cuando un particular soltó un grupo que tenía enjaulado en casa. Se cansó de cuidarlos e inició, de forma tan involuntaria como irresponsable, la conquista de la Región por una especie que no debería campar a sus anchas y fuera de control.

Sin plan de control

Porque las cotorras, al igual que el resto de especies invasoras, causan problemas ecológicos -por su competencia con la fauna autóctona, que suele ser desplazada- y también sociales -molestias a las personas, daños en cultivos e infraestructuras...-. Las comunidades autónomas tienen la obligación de controlar las especies invasoras, pero «prácticamente ninguna dispone de un programa de seguimiento de estas especies o de un censo autonómico completo», denuncia SEO/BirdLife. «Y cuando una especie se implanta en un territorio y empieza a expandirse suele ser mucho más difícil y costoso contenerla», subraya esta organización científica y conservacionista.

Es lo que ocurre en la Región, donde la Dirección General de Medio Ambiente todavía no considera necesario actuar porque no aprecia ni daños en espacios naturales ni desplazamiento de especies locales.

Las cotorras, tanto la argentina como la de Kramer, están incluidas en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, que prohíbe la posesión, el transporte, el tráfico y el comercio de las especies presentes en esa lista. Solo pueden ser mantenidos por sus propietarios los ejemplares autorizados antes de la entrada en vigor del catálogo -2013-.

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