Otros 50 colegios e institutos se apuntan a las aulas al aire libre, con 160 adscritos ya
El programa Aire Limpio se ha perfeccionado este curso con redes colaborativas para intercambiar buenas prácticas pedagógicas
La pandemia introdujo en las vidas de todos los ciudadanos una nueva mirada hacia la naturaleza y nuevas costumbres; y algunas han llegado para ... quedarse en cualquier circunstancia sanitaria. El riesgo de contagio en las aulas y la necesidad de los alumnos, después de meses confinados, de respirar al aire libre, dio impulso el pasado curso a la puesta en marcha del programa Aire Limpio. Entre otras iniciativas centradas en la mejora de la salud medioambiental de los estudiantes y profesores, el plan impulsó la organización de clases al aire libre, una práctica que, tras la experiencia, ha seducido a decenas de centros educativos, que la han incorporado a su rutina. Si el pasado curso se sumaron al programa 88 colegios y 22 institutos, este año el total de centros supera los 160, con 50 nuevas incorporaciones. La Consejería de Educación invertirá otros 300.000 euros en la nueva edición, destinados a promover la realización de las actividades cerca de la naturaleza y el aire libre.
A la sombra de las moreras, los alumnos del colegio Puente de Doñana, en la pedanía murciana de La Albatalía, disfrutaron de buena parte de sus clases el curso pasado en el exterior del centro. Satisfechos con los resultados de la iniciativa, este año repiten, pero han querido darle una vuelta de tuerca al programa y perfeccionarlo. El traslado de toda la actividad lectiva al aire libre buscaba minimizar el riesgo de contagio entre los escolares, que pasaron buena parte del año académico con sus pupitres y gradas en el patio. «Pero ya tenemos experiencia, y la aplicación será más pedagógica. Ahora sabemos que hay contenidos que conviene impartir en el aula, y otros se acomodan mejor al exterior», explica el director del colegio, que ya llevaba años inmerso en programas centrados en la educación en la naturaleza y está adherido a la comunidad nacional Escuela a Cielo Abierto. Los escolares, que viven motivados las horas de clase que pasan a la sombra de los pinos, un paraíso en su nuevo mundo de mascarillas, distancias de seguridad y juegos limitados, no solo sacan sus clases a la naturaleza. «Aprenden a través de la naturaleza». Las sombras que proyectan los árboles pueden dar pie a estudiar los ángulos, y los cultivos en el huerto les ayudan a entender las proporciones, por ejemplo.
La adaptación de las instalaciones de 110 centros al programa se inició el pasado año con una inversión de 1,4 millones de euros, que se destinaron a la compra de gradas para dar clase fuera, mesas y sillas de exterior, sombraje con arbolado, toldos, pérgolas...
Las clases a cielo abierto son el elemento base del programa, pero el plan incluye la promoción de otras prácticas centradas en favorecer la calidad ambiental del centro, como la creación de huertos escolares y la puesta en marcha de iniciativas para favorecer que los chicos vayan al centro caminando o en bici. Para ello, se han instalado aparcabicicletas y se han diseñado rutas seguras con el apoyo de los ayuntamientos.
La experiencia acumulada el pasado curso ha permitido además, explica el director general de FP e Innovación, Juan José Iborra, la creación de un banco de recursos y de redes colaborativas que permitirán al profesorado y al alumnado participante intercambiar iniciativas y desarrollar sus competencias en salud medioambiental. Los docentes pueden además realizar formación en el Centro de Profesores y Recursos de la Región de Murcia para adquirir nuevas herramientas de enseñanza, y se realizarán unas jornadas de buenas prácticas, en las que los centros interesados podrán compartir y dar a conocer las actuaciones innovadoras que están realizando dentro del programa.
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