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Los hermanos Laura y Miguel Ángel Raja, en la finca Cal y Cano de Los Belones. Javier Carrión / AGM

Los clubes hípicos no escapan a la inflación

El aumento de los precios del pienso y la paja ponen a estos negocios contra las cuerdas en la Región de Murcia

Lunes, 28 de agosto 2023, 07:28

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Miguel Ángel Raja no es Tom Booker, el vaquero interpretado por Robert Redford en 'El hombre que susurraba a los caballos'. Pero parece tener el mismo don con estos animales majestuosos, tan imponentes como amistosos, tan ligados a la propia evolución humana. Porque Miguel Ángel Raja se ocupa de dar cobijo, alimentar, cuidar y hasta mimar a los caballos que otros propietarios no pueden 'aparcar', digamos, en la terraza del ático de Murcia ni en el jardín del dúplex de Cartagena. Ni sitio, ni tiempo. Y los caballos, en instalaciones habilitadas y tan amplias como la finca Cal y Canto, en Los Belones, con personal dedicado a estos menesteres las 24 horas del día, todos los días de la semana, se encuentran en la gloria.

También en agosto, cuando los propietarios de los equinos suelen coger las vacaciones y estos ejemplares se dedican a descansar del mundanal ruido sin perder la forma ni el tono para seguir dando el máximo rendimiento en la práctica de la equitación. Se trata del llamado pupilaje de caballos, un servicio que puede salir por unos 200 euros al mes en el caso de las facturas «más económicas», según Raja, y al que se dedican medio centenar de clubes hípicos y picaderos repartidos por toda la Región, según los datos de la Federación Hípica de la Región de Murcia (FHRM).

Las palabras del jinete y empresario, que también es auxiliar veterinario a sus 25 años y que lleva ligado al mundo ecuestre desde que tenía uso de razón, están acompañadas de los relinchos de los moradores de estos apartamentos ideales para los equinos. Se trata de boxes que cumplen la normativa internacional -de una dimensión mínima de tres metros de largo por tres de alto-, aunque los habitáculos aquí son algo más grandes -de 3,5x4 metros- «para que los caballos estén más cómodos. También los sacamos a pasear un mínimo de dos horas al día» a campo abierto. Son relinchos de alegría de 'Perdiguero', por ejemplo, un ejemplar castaño que es el ojito derecho de Miguel Ángel Raja. «Ha crecido a mi lado y tenemos una conexión especial. Siempre hay algunos más dispuestos al trabajo que otros», explica. Como el propio ser humano, vaya.

Ración de paja diaria para los caballos en Zarandona. Ros Caval / AGM

Miguel Ángel Raja mamó el oficio desde pequeñito, ya que su padre se ha dedicado toda la vida a la ganadería. Y fue solo hace cuatro años cuando el joven montó esta empresa, dando continuidad a la tradición familiar. El mismo mimo que dedica Miguel Ángel a su 'Perdiguero' lo extiende a todos los caballos de otros propietarios que están aquí aparcados, alrededor de una veintena. Son clientes con perfiles diversos. «Hay de todo», resume Raja. Desde un taxista a un abogado, pasando por cocineros y trabajadores de supermercados. «Gente con sueldos humildes, pero con mucha afición por el caballo, que hace su esfuerzo por tener aquí el caballo. Luego también hay gente con mayor poder adquisitivo. Pero este no es un sitio elitista», deja claro. Si alguien está pensando en comprarse un caballo, por lo que sea, que sepa que el precio no baja de los 7.000 euros.

«Una locura»

Elitista es un adjetivo que bien se podría aplicar ahora al precio de los piensos para estos animales, que también se ha disparado en los últimos meses. Hasta tal punto que muchos de estos negocios empiezan a estar contra las cuerdas a final de mes. Y, de hecho, «algunos clubes han empezado a cerrar» porque no pueden soportar la escalada de precios en productos como la paja, cuyo coste se ha multiplicado hasta por cinco, denuncia Raja.

En la pedanía murciana de Zarandona, Ángel se llevó un susto de muerte hace unas semanas cuando tuvo que pagar más de 3.000 euros por el mismo camión de paja por el que unos días antes había desembolsado poco más de 1.000. Con los piensos también es una «locura», protesta este empresario, que tiene a su cargo alrededor de 30 caballos de otros propietarios en el Centro Ecuestre Ángel López, que atesora casi dos décadas de experiencia en el sector. El pienso, que al final es una mezcla de cereales, ha tenido el último empellón en el precio con la guerra de Ucrania y el desabastecimiento de grano en los mercados. «Dependiendo del caballo, uno de estos animales puede comer entre seis y siete kilos de paja y alfalfa. Y, de pienso, unos tres kilos. Al día», según López.

«Ahora parece que comprar paja es un lujo. O se suben las cuotas o muchos centros tendrán que cerrar», según Raja

«Antes comprábamos una tonelada de pienso a 220 euros, más IVA; ya llevamos bastante tiempo con la guerra y hemos normalizado ese precio, pero ahora esa tonelada ronda los 500 euros. Más del doble. Y este año se prevé peor, por la climatología y cómo ha afectado al cultivo de cereal y, por tanto, de paja sobrante de esos cultivos. Este año se ha producido la tercera parte de la paja que otros años. Ahora comprar paja es un lujo», protesta Miguel Ángel Raja.

«Esto es como un gimnasio. El cliente paga su cuota mensual y viene a entrenar con su caballo cuando quiera», explica López. El problema llega cuando los costes se disparan de un día para otro. ¿Repercute esto en el precio que se cobra a los clientes? «O se suben las cuotas o muchos centros tendrán que cerrar», zanja Ángel López. «Y la subida será para cubrir esos costes, porque con el pupilaje no se gana mucho dinero. Nos están pegando un palo exagerado por todos lados».

En Los Belones, por ejemplo, la finca Cal y Canto también «lucha por sobrevivir», haciendo virguerías para cuadrar las cuentas sin subir -de momento- la mensualidad a los clientes, asegura Raja. Al menos queda el premio de representar con orgullo a la Región en los Campeonatos de España de Doma. Y hacerlo susurrando a los caballos, como Tom Booker.

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