«Si tuviera un trabajo, no me prostituiría en la calle»

Una de las diez mujeres que captan a clientes en el barrio de El Carmen asegura que «las chicas» sienten acoso vecinal y persecución policial

Domingo, 28 de octubre 2018, 18:04

Hace más de una década que Laila, de origen marroquí y nacionalidad española, vive en el barrio de El Carmen de Murcia. «Dónde voy a ir con dos niños pequeños... Llevo 25 años en la Región y no conozco otro lugar», dice como si estuviera acostumbrada a dar explicaciones de por qué vive donde vive, como si sintiera que no tiene los mismos derechos que los vecinos carmelitanos de toda la vida. Ella es madre soltera y víctima de violencia de género, «pero no cobro ningún tipo de ayudas, y mis hijos tampoco». Hace un tiempo que el propietario del piso en el que vivía con sus hijos la echó por no poder pagar el alquiler; «ahora pago por una habitación en la que duermo con mis hijos, y compartimos vivienda con otra familia».

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Laila busca clientela sexual en las calles de El Carmen, por eso no quiere dar su nombre real, por miedo a que la reconozcan. «Todos saben que si tuviera un trabajo no estaría en la calle, pero qué hago, tengo que dar de comer a mis hijos, no me queda otra», dice y los ojos se le llenan de lágrimas. Y para contenerlas habla, habla sin parar mezclando problemas de toda índole en su discurso, sin aparente relación pero que forman parte de un todo, que es su vida: «Yo no hago nada malo. Yo soy persona, como tú, pero la Policía nos trata como si fuéramos basura. Nos piden papeles sin pruebas de estar haciendo nada, no podemos ir a comprar o pararnos a hablar con alguien, nos insultan... Los vecinos dicen que vamos al colegio de nuestros hijos a hacer clientes allí, ¡pero en qué cabeza cabe eso! Ninguna madre hace eso, y casi todas las chicas tienen hijos. En el barrio solo hay cuatro o cinco vecinas con las que hablamos y nos llevamos bien, porque han visto que somos personas, el resto no nos mira o nos mira mal. Y les dicen a sus hijos que no se junten con los nuestros, porque su madre es una puta. Por eso por las tardes les llevo a un parque que está lejos de El Carmen, para que no coincida con los niños del colegio y nadie pueda decirles que su madre es una puta».

Dice esa última palabra sin decirla, en voz baja, sin llegar a pronunciarla del todo, porque está mal decir palabrotas y porque ella no se mete en ese saco. Tan solo es una madre haciendo todo lo que puede por sus hijos. «Hay semanas que no gano nada o solo gano veinte euros. Hay semanas que gano 80, pero me quedo con la mitad, porque tengo que pagar a la señora que cuida de mis hijos cuando yo me doy una vuelta por la calle. La semana pasada ya me preguntó la profesora que dónde estaban los libros de mi hija».

Laila ha sido camarera y ha trabajado en el campo, «pero ahora no tengo nada de eso, y tengo que vivir. Por eso si sabes de algún trabajo, llámame», dice entre risas antes de marcharse, todavía con los ojos empañados.

Las diez mujeres de la discordia

Ella es una de las «diez o menos» mujeres que hacen la calle en el barrio de El Carmen. «Nosotros tenemos contacto con todas ellas, y ahora mismo sabemos que en la calle no hay más de diez. Antes de que entrase en vigor la ordenanza sí que había más. Las que quedan no se van a ir, porque su situación es parecida a la de Laila, hace mucho que viven en el barrio y tienen su vida establecida allí», asegura Nacho Pardo, coordinador de la Asociación Comité de Apoyo a las Trabajadoras Sexuales (CATS). Tanto él como Leonor Rodríguez, trabajadora social de CATS, sostienen que «las mujeres que hay en El Carmen han llegado ya a una situación insostenible, porque ya no se persigue el delito, se persigue al sujeto. Y como la Policía sabe quiénes son, pues en cuanto las ven, van a por ellas».

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Para ellos, que contactaron durante el año pasado con unas 1.400 mujeres en la Región y tratan casi a diario con las que trabajan en las calles de El Carmen, el problema va mucho más allá, «y es que la ordenanza municipal, a parte de ser ilegal porque prohíbe algo que es alegal en España, no se está cumpliendo por completo. En esa ordenanza decía que se adoptarían medidas para favorecer la inserción laboral de las mujeres, pero ¿dónde están? Nosotros nos hemos reunido muchas veces para reclamar que se cumpla lo que se dijo, que se les dé formación becada y ofertas de trabajo, pero nada. Tan solo se las persigue, y punto».

- ¿Cuántas de ellas dejarían la prostitución si tuviesen un trabajo digno?

- Para empezar, ¿qué es un trabajo digno, en el campo, que están explotadas limpiando alcachofa por una miseria; o de camareras, trabajando diez horas diarias por quince euros y sin poder ver ni atender a sus hijos? Para muchas de ellas, la prostitución es la más digna de todas las opciones que se les presentan, porque aunque no sea el trabajo que ellas elegirían, es con el que más dinero ganan y el que más tiempo les deja para sacar adelante a sus familias.

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Fuentes del Ayuntamiento de Murcia han confirmado que se están firmando convenios con las asociaciones que trabajan con «víctimas de la explotación sexual para atender a sus necesidades sociales y psicológicas». Desde la Concejalía de Derechos Sociales y Cooperación al desarrollo se subvenciona el trabajo de tres entidades: Oblatas, que el año anterior obtuvo una dotación de 25.000 euros; Apramp, que recibió 15.000 euros, y CATS, a la que dieron 50.000. «Con este importe, se supone que las asociaciones crean su propio programa para lograr la inserción social y laboral de sus usuarias. Pero además el Ayuntamiento tiene ayudas específicas para mujeres en exclusión social a las que también podrían recurrir», apuntaron.

«La prostitución no es el problema del barrio»

Días después de que las cámaras de vigilancia hayan empezado a funcionar en el barrio, «las prostitutas han cambiado de calles, pero siguen aquí. Ahora se mueven por la calle Floridablanca, porque allí no hay cámaras», se queja Paquita López, presidenta de la Asociación de Vecinos Carmelitanos. Ella sabe mejor que nadie que «desde el año 2012 ha cambiado mucho la cosa. En aquel tiempo la situación era muy agobiante. Pero aún no tenemos toda la presencia policial que necesitamos. Ahora la prostitución no es el problema del barrio, el problema real es que estamos abandonados, El Carmen necesita mejorar sus jardines, sus calles, que soterren las vías y se abra ese espacio, que sea un barrio donde la gente se anime a venir a vivir, que vengan los jóvenes. Eso daría alegría y sería diferente. Porque al final, invirtiendo en el barrio, la gente que no se adaptase, acabaría por apartarse», dice refiriéndose a «las prostitutas, a los delincuentes, a los bebedores»...

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- Paquita, pero ¿ustedes han hablado con esas mujeres, conocen su situación?

- Nosotros con las prostitutas no hemos tratado, la verdad. Hace tiempo estuvimos en contacto con CATS, donde nos dijeron que ellas lo hacen por necesidad, pero hombre, digo yo, que si esa asociación lucha por ellas, lo que tiene que hacer es sacar a esas señoras de la calle. Nosotros no estamos convencidos de que se prostituyan por necesidad.

Para José Oñate, presidente de la Asociación de Comerciantes de El Carmen, «el tema de la prostitución nos ha hecho mucho daño en el barrio, porque tanto se ha machacado con él, que ahora ya toda la sociedad nos asocia con eso, cuando El Carmen es mucho más que prostitución. Además, es que la prostitución es el menor de nuestros problemas, porque las mujeres se concentran en dos calles, y esto es enorme. Lo que falta en El Carmen son infraestructuras, porque los políticos han dejado esto de la mano de Dios y somos los vecinos quienes lo estamos pagando. Las empresas se van, cada vez hay menos comercios, los murcianos no vienen a comprar... Pero, ¿la prostitución? Lo que hay que hacer es dejar ya de hablar de ella».

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