Una sucesión de robos en pocos días pone en alerta a los comerciantes de Santa Eulalia
Después de tres asaltos con un botín escaso, pero con daños materiales, los dueños de negocios están preocupados por la situación
Nunca ha tenido fama de conflictivo o inseguro. Como mucho de ruidoso o molesto para los vecinos de la zona, por la proliferación de ... bares de copas. Santa Eulalia se ha convertido, así, desde hace décadas en sinónimo de vida nocturna –ahora también de tardeo–, aunque cuenta con una agradable vida diurna. Pero los comerciantes del barrio se encuentran con la mosca detrás de la oreja ante la sucesión de acontecimientos de la pasada semana, que no saben si achacar a circunstancias puntuales o a una nueva dinámica a la que preferirían no tener que enfrentarse.
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Y es que, casualidad o no, tres establecimientos separados por apenas unos metros de distancia, ubicados todos ellos en el entorno de la calle San Antonio, fueron asaltados de madrugada en tres días distintos y prácticamente consecutivos. El primer agraciado en este 'vandálico' sorteo fue la casa de comidas para llevar Buen Provecho, en la mismísima plaza de Santa Eulalia. Vandálico porque los robos no supusieron en ninguno de los casos la consecución de un gran botín, sino que simplemente sirvieron para provocar destrozos en los cerramientos y llevarse casi lo que encontraron a mano. Al parecer, una persona forzó la persiana, reventó el cristal de la puerta y se coló en el interior, donde se hizo solo con el bote de las propinas. Dinero rápido. El robot de cocina, ni tocarlo. Una vecina, tras ver movimiento raros, dio la voz de alarma a la Policía, cuyos efectivos no llegaron a tiempo de abortar el asalto. «Ocho veces me han robado en los 29 años que llevamos aquí», explica su propietaria, Antonia Martínez, que ha apostado, esta vez sí, por poner una alarma.
El segundo incidente afectó a la tienda de ropa Santa Chalada, en la esquina de San Antonio con la calle Balsas. Ocurrió el pasado miércoles, pasada la una de la madrugada. La naturaleza de lo sustraído desconcierta aún más a la dueña del negocio, Isabel Zamora, ya que los ladrones apenas se llevaron unos cuantos vestidos, los más cercanos al escaparate, al tirón. Para ello hicieron un boquete en la luna del escaparate. «No me enteré de nada hasta el día siguiente», explica Isabel, lamentando que esa noche nadie le avisara para haberse acercado hasta el local y haber podido asegurarlo. Y eso que los vecinos habían escuchado previamente «un gran golpe», añade. «Pero nadie llamó a la Policía y mientras podían haber entrado y haberme saqueado la tienda o haberla destrozado», apunta molesta, pero con el alivio de que finalmente no fuera así y la esperanza de que la situación no vaya a más.
«El problema del barrio es que es una zona de paso que conecta el centro con áreas problemáticas», consideran los vecinos
Intento frustrado
El último 'premio' fue para la papelería Rambla, ubicada en la homónima calle, en la madrugada del pasado viernes. En este caso se quedó en intento, ya que no se llegó a consumar la entrada al local, gracias a que el guardia de seguridad del Colegio Mayor de Azarbe dio la voz de alarma. Avisado por los vecinos, el titular del negocio, Antonio García, se encontró con la persiana, forzada y levantada a media altura.
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«El problema de este barrio es que es una zona de paso, que conecta el área del centro con barrios marginales y de aprovisionamiento de droga como los de La Fama y el de La Paz, por lo que al final, cuando ves al alguien extraño merodeando, no reparas», explica una residente, apelando a la solidaridad vecinal a la hora de dar la voz de alarma o de reprender al que es pillado 'in franganti', aunque sea desde el balcón. Otros comerciantes de la zona explican que, pese a tratarse de un lugar tranquilo, ciertos actos vandálicos, asaltos al margen, no les han sido ajenos en los últimos meses. «No puedes poner nada de decoración: en navidades ya nos estuvieron robando los maceteros», concluye Fany, de la peluquería Amelié.
Piden que se incremente la vigilancia policial en el barrio
«En lugares como las plazas Hernández Amores o Santo Domingo, por poner un ejemplo, ves una pareja de la Policía Local paseándose casi permanentemente; aquí sin embargo, que somos un barrio céntrico, no ocurre así y es algo que nos choca», lamenta Francisco Guerao, presidente de la Asociación de Vecinos de Santa Eulalia y vicepresidente de la Asociación de Comerciantes del área. Le consta que la zona tiene asignados dos agentes de la llamada Policía de Barrio, pero que deben desplazarse también a diversos puntos de la capital a cumplir con otros servicios.
«Creo que es importante que haya miembros de las fuerzas de seguridad paseándose por los establecimientos para que se les vea», considera, al tiempo que señala que se ha dado parte a los cuerpos policiales de los acontecimientos recientes para impedir nuevos incidentes de este tipo en próximas fechas y evitar que situaciones como las de la semana pasada se conviertan en norma.
«A mí me gustaría que los agentes que pasan por aquí fueran siempre los mismos, que nos conocieran, supieran de nuestras necesidades y tuvieran controlada a la gente que suele transitar la zona, pero tengo la sensación de que hay demasiada rotación», añade Antonio García, propietario de la papelería Rambla. No obstante, reconoce que Santa Eulalia es un barrio tranquilo, con buena convivencia, pero que se está viendo perturbado por conductas delictivas o incívicas aisladas.
Por su parte, el presidente de la Junta Municipal del Distrito Centro Este, Lorenzo Tomás, apuesta por esperar unos días para comprobar si los robos de la pasada semana son atribuibles a cuestiones circunstanciales o si acaban yendo a más, porque se vea la zona como propicia para este tipo de asaltos, o porque alguna persona o grupo hayan decidido cebarse con ella. «Preocuparnos, nos preocupa, pero lo importante es que la situación no se prolongue en el tiempo», concluye.
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