El siglo de Patrocinio vendiendo periódicos, libros y cómics en Espinardo
La centenaria vecina ha dedicado más de siete décadas de su vida en la Librería Miguel, mientras cantaba unas coplillas a sus clientes
Patrocinio Meseguer Fernández tiene cien años y dos meses. Su vida ha sido, y en parte sigue siendo aunque ya esté retirada, el negocio que abrió con su marido, Miguel García Martínez, allá por los años cincuenta del siglo pasado en Espinardo y que bautizaron como Librería Miguel. Madre de cuatro hijos, tiene diez nietos y un biznieto, y como ella misma relata, tiene claro que, si volviera a nacer, volvería a querer estar detrás del mostrador de la papelería. Bueno, esa sería su segunda opción, la primera sería ser cantante de coplas. De hecho, no pocos clientes salían con el periódico en mano y una coplilla cantada de regalo.
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La librería, que es uno de los comercios más antiguos de la pedanía, está situada en el mismo sitio en el que abrió, la calle Calvario, antes José Antonio, y sus comienzos fueron muy humildes. Los primeros pasos los dio con el intercambio y 'alquiler' de tebeos, como los de Roberto Alcázar y Pedrín y el Capitán Trueno, las novelas románticas de Corín Tellado y las del Oeste «y tiros» de Marcial Lafuente Estefanía. Incluso Miguel, «que era muy mañoso», dedicaba su tiempo a arreglar las tapas y el encuadernado de los libros que, tras pasar por muchas manos, empezaban a romperse. De hecho, en el pueblo era conocido como Miguel, 'el de los tebeos'.
Patrocinio canta con pasión y bastante claro las coplas que más le gustan, como la 'Buenaventura' de Lola Flores, sin apenas olvidar una estrofa, o 'Puentecito' de Antoñita Moreno. Y ya que se pone, podría estar cantando durante horas. Las piernas le fallan, pero no su mente, sobre todo cuando se traslada al pasado y a los recuerdos de antaño.
«Nos conoce a todos, sigue siendo muy positiva y optimista, y con la fuerte personalidad que siempre le ha caracterizado», relata Consuelo, la pequeña de la familia, que rodea a Patrocinio en la tienda junto a sus hermanos Manuel, Miguel y Pepe, así como a la persona que la cuida desde hace cinco años, Nelly Lemus.
Pepe es quien ha tomado el testigo del negocio familiar, y el que ha compartido más tiempo con su madre desde que la empezó a ayudar en la librería y hasta que ella se jubiló. «Podría contar muchas anécdotas de ella, después de tanto tiempo... Pero así, de pronto, se me viene una a la cabeza. Cuando en 2002 entró en vigor el euro, mi madre se negó a cobrar una compra con un billete de 100 euros, y muy digna le dijo al cliente, que a ella no le iba a engañar nadie...».
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«Muy esclavo»
Cuando se le pregunta a Patrocinio por el trabajo al que ha dedicado toda su vida, responde que ha sido «muy esclavo, muy duro», pero, de nuevo, se muestra feliz por el tiempo que ha compartido con sus clientes, algunos de ellos, ya bien entrados en años, siguen pasando por la librería para realizar sus compras. En aquellos primeros años, la tiendas estaba abierta incluso al mediodía. «No pocas veces se le ha quemado la comida por estar atendiendo a alguien», recuerda Pepe, quien junto al resto de sus hermanos se muestran muy orgullosos de sus padres.
Han sido muchos años los que esta librería se ha dedicado «al servicio público y donde mis padres han trabajado mucho, pero donde también han sido muy felices», comentan Manuel y Miguel, quienes también relatan que su padre «era un excelente pintor», pero un accidente de tráfico le sesgó la vida hace 40 años, en Quintanar de la Orden (Toledo).
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«En Espinardo quieren mucho a mis padres; todavía nos paran y nos dicen cuánto les aprecian por todo lo que han hecho por ellos», señalan, apuntando cómo «eran tan ingenuos que fiaban a las personas y, claro, muchas veces y en los años más duros, al final no lo recuperaban». Porque por esta tienda, que aguanta el paso del tiempo y la era digital, han pasado varias generaciones de espinarderos.
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