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Antonia Martínez, propietaria de la casa de comidas El Buen Provecho, que lleva tres asaltos desde que arrancó la pandemia. ROS CAVAL / AGM

El problema de los robos en comercios se enquista en Santa Eulalia con un asalto semanal de media

Los locales del barrio sufren una docena de hurtos en dos meses, situación que genera incertidumbre justo antes del cierre por vacaciones

Jueves, 29 de julio 2021, 02:29

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En aquel momento no se sabía si se trataba de un episodio puntual o si los acontecimientos apuntaban a un verdadero problema con riesgo de enquistarse. Algo más de dos meses después, la situación parece inclinarse hacia la segunda opción. Y es que los comercios y establecimientos hosteleros del céntrico barrio de Santa Eulalia han sufrido desde principios de mayo en torno a una docena de robos y asaltos, según explica Francisco Guerao, presidente de la Asociación de Vecinos y vicepresidente de la de comerciantes.

Esta sucesión de delitos arrancó, tal y como informó LA VERDAD, con tres asaltos casi consecutivos en establecimientos del entorno de la calle San Antonio, separados por apenas unos metros. Entonces le tocó a la tienda de ropa Santa Chalada, a la papelería Rambla y a la casa de comidas El Buen Provecho. La cosa no se detuvo, sin embargo, ahí, como bien saben en este último local, que ha vuelto a ser asaltado hace apenas tres días. «Tres veces me han entrado en poco más de un año; tras la segunda, la de la pasada primavera, decidí poner una alarma, pero, visto lo visto, no me ha servido de mucho», explica Antonia Martínez, su propietaria. Entonces le quitaron el bote de las propinas; dinero rápido. No tocaron nada más. Esta vez no tuvieron la suerte de encontrar dinero en efectivo, pero que te revienten la puerta siempre es un fastidio y te obliga a tener que buscar una solución rápida al destrozo. «Con una palanca la forzaron», apostilla.

Ese ha sido el robo de esta semana y hay que remarcar casi en negrita el 'esta' porque el ritmo adoptado por estos ladrones marca precisamente esa periodicidad: la semanal. Antes que a Buen Provecho, le tocó el premio en la tómbola del asalto a la cafetería La Isla Beer Club & Coffee, ubicado justo frente a la casa de comidas, en la mismísima plaza de Santa Eulalia. «No era la una de la madrugada de aquel miércoles y ya estaba saltando la alarma», explica su propietario, Carlos del Toro, apuntando que ahora, en verano, las calles se vacían pronto en Murcia. «No pudo coger mucho: billetes y monedas de la caja, pero tan a la carrera y con tal torpeza que fue dejando un rastro de calderilla en su huida», relata Del Toro, al tiempo que explica los intentos del responsable de reventar la cristalera. «Está blindada, así que forzó el aluminio de la puerta y por ahí se coló», concluye.

Los propietarios relacionan estos delitos con la cercanía a puntos de venta de droga; mañana habrá reunión con el concejal

Y unos siete días antes, la agraciada fue la Academia de Inglés Cheeky Monkey, con sede en la plaza Pintor José María Falgas. El método empleado para el acceso fue el de la palanca nuevamente. El botín, en esta ocasión, mayor: dos ordenadores portátiles, 100 euros y un disco duro con fotos de 15 años de vida, explica Matthew Coleman, dueño del negocio. A finales de junio, como ya informó LA VERDAD, le tocó el turno a la cafetería Sopa de Ganso, en la que un individuo se hizo con la caja registradora tras reventar la puerta.

Aquella vez, como ha ocurrido ya en varias ocasiones, las cámaras de vigilancia permitieron identificar a un toxicómano de la zona. No es complicado imaginar un posible destino para lo robado. Porque Santa Eulalia no ha sido nunca un barrio con fama de peligroso o conflictivo, sino de ruidoso o fiestero, pero tiene un hándicap: su cercanía con conocidos puntos de distribución de droga en los barrios de La Fama y La Paz. Es, además, área de paso entre estas zonas y el centro de la ciudad, donde se ejerce la mendicidad. Ante la alerta surgida, los vecinos mantendrán el próximo viernes una reunión con el edil de Seguridad Ciudadana, Enrique Lorca, para ver si se destinan más efectivos policiales a este barrio, pese a las carencias que presenta el cuerpo. «Irse de vacaciones en estas circunstancias genera incertidumbre», concluye Guerao.

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