La puerta de la plaza de toros lucía atestada de jóvenes a última hora de la madrugada del pasado domingo, lindando ya con las primeras horas de la mañana. M. G.

Las molestias por ruidos regresan a Murcia con el aumento «sustancial» de clientes del ocio nocturno

Vecinos del entorno de la plaza de toros piden medidas ante las concentraciones de jóvenes durante buena parte de la madrugada

Miércoles, 30 de marzo 2022, 03:22

Como un astado saliendo de los toriles. Así ha acogido la juventud murciana la progresiva retirada de las restricciones sociales impuestas por la pandemia, especialmente ... las relativas al ocio nocturno. Los bares de copas han alternado durante los últimos dos años el cierre a cal y canto con una libertad condicional y vigilada, durante la que se permitía levantar la persiana pero se prohibía el uso de la barra y el desfogue a través del baile. Normalizada la situación en cuanto a horarios, aforos y actividades permitidas, estos locales se han visto prácticamente desbordados en su capacidad.

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Así lo confirma el presidente de la patronal hostelera HoyTú, Jesús Jiménez, que ha constatado en las últimas semanas un «incremento sustancial» en la afluencia de clientes. «Hay que tener en cuenta que, durante este lapso de tiempo, muchos jóvenes han ido cumpliendo la mayoría de edad y han comenzado a salir de golpe, mientras que un público más adulto, que se había reconducido al 'tardeo' u otro tipo de planes, también se ha sumado al horario nocturno, para resarcirse de este periodo de restricciones», explica Jiménez. La consecuencia más clara ha sido la creación de un efecto embudo a la entrada de algunos locales nocturnos.

Los hosteleros constatan una mayor afluencia de personas, que han vuelto a salir en estampida tras el fin de las restricciones

Esta salida casi en estampida ha hecho recordar a muchos vecinos sensaciones olvidadas y que no eran, precisamente, agradables: las de las molestias por ruidos que les impiden dormir durante las madrugadas del fin de semana (y algún día previo). Esta situación se ha hecho especialmente patente en el entorno de la plaza de toros, que, irónicamente, ha dado cabida a buena parte de los jóvenes que salían del encierro. La sala Musik, ubicada en los bajos del coso taurino desde hace más de una década, ha contado tradicionalmente con un horario de discoteca y comenzaba a llenarse a partir de las 3 de la mañana, con el cierre de los bares de copas convencionales.

«No pedimos el cierre de los bares, pero sí medios para garantizar nuestro descanso», clama un vecino del barrio de San Juan

Sin embargo, esta renovada ansia por expansionarse y un adelanto de los horarios asimilado durante la pandemia han motivado que el local comience a llenarse pasada la 1 de la madrugada. A esa hora del pasado sábado, la cola de la entrada empezaba a crecer y se acercaba, peligrosamente, a las puertas del estadio La Condomina. «Se ha convertido en lugar de moda para varias franjas de edad por el horario y su precio más económico», señala Antonio, que acude con asiduidad.

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Acercarse a partir de esa hora por el entorno es comenzar a escuchar un rumor de una intensidad elevada. No es necesario que nadie grite o monte un escándalo en particular: en medio del silencio, una simple acumulación de gente –que incluso invade la calzada a la espera de acceder al bar de copas– es capaz de generar molestias a través de conversaciones a un volumen normal. A ellos se unen los grupos de aquellos que se ubican en la parte exterior del recinto para poder fumar. Esta situación, que se prolonga hasta el alba de jueves a sábado, ha acabado por desquiciar a los residentes de la zona del barrio de San Juan, que no recordaban tales concentraciones de gente a deshoras antes de la pandemia.

Vecinos «medicados»

Juan Pablo Nicolás, que vive en uno de los edificios ubicados frente al coso, se ha erigido como portavoz de los vecinos del entorno y asegura haber transmitido ya sus quejas tanto a la junta municipal como al Consistorio sin haber obtenido solución. «No pedimos el cierre del local, ya que opinamos que todo el mundo tiene que ganarse el pan, pero también tenemos un derecho al descanso reconocido en la ordenanza de ruidos», apunta este ciudadano, al tiempo que pide la intervención policial para mitigar las molestias. «Algunos vecinos se encuentran medicados con tranquilizantes ante esta situación», concluye.

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Fuentes municipales explican que ya se han formulado dos denuncias por el incumplimiento de la hora de cierre y que, desde hace varias semanas, se está haciendo un seguimiento especial en esta área para dispersar las aglomeraciones de clientes. Desde el local declinaron hacer declaraciones.

«Policía del ocio» como disuasión ante un «problema complejo»

«Es un problema complejo: no puedes coartar la libertad de movimientos de la gente y evitar que esté en la calle a ciertas horas», valoraba el presidente del distrito Centro-Este, Lorenzo Tomás Gabarrón. «Es difícil saber si estas denuncias responden a un incremento real del ruido o a que, tras dos años de silencio, ha bajado el umbral de tolerancia», defiende el presidente de la Asociación No Más Ruido, Pedro Pérez, incidiendo en la necesidad de que las discotecas se ubiquen fuera de las áreas residenciales. «Lo ideal sería contar con un servicio regular de 'policía del ocio', que patrulle a pie, porque tiene efecto disuasorio», valora desde HoyTú Jesús Jiménez, apelando también a la concienciación.

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