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Un pedigüeño en la plaza de Belluga, en la puerta de la Catedral. Juan Carlos Caval / AGM
Los mendigos que piden en las iglesias pactan su rotación para evitar conflictos en Murcia

Los mendigos que piden en las iglesias pactan su rotación para evitar conflictos en Murcia

La Concejal de Derechos Sociales asegura que «la limosna solo consigue perpetuar el tipo de vida de toxicómanos y alcohólicos»

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Domingo, 11 de febrero 2018, 14:07

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Pedigüeños en Murcia los ha habido siempre, pero desde hace unos años quienes ocupan las puertas de las iglesias, en el horario de misas, son sobre todo rumanos y búlgaros, según el estudio realizado por la Concejalía de Derechos Sociales. Cuando se implantó la ORA en la ciudad, a finales de la década de los 90, nació en paralelo la modalidad de los aparcacoches o 'gorrillas' que aprovechaban, y siguen haciéndolo, las horas o los días que no funcionaba la 'zona azul' para pedir el llamado «impuesto revolucionario». Unas monedas que muchos conductores se veían obligados a pagar ante el temor de encontrarse con algún desperfecto en su coche al volver a recogerlo. La crisis económica en 2008 generó un nuevo tipo de mendicidad. Gente que nunca pensó que la pérdida de su empleo le dejaría en la calle y que tendría que acudir a un comedor social y a un albergue porque además del puesto de trabajo, había perdido su casa, la mujer y los niños y, sobre todo, su autoestima.

Se conocía la situación, pero no quiénes eran, su nacionalidad, por qué estaban en la calle. De ahí que la Concejalía de Derechos Sociales, que dirige Conchita Ruiz, anunció hace 10 meses que el Servicio de Emergencias Móvil de Atención Social (Semas), en colaboración con los integrantes de la Red de Inclusión Social, iba a poner en marcha un plan para conocer a cada persona que pide dinero en la calle, con el objetivo «de prestarles una atención personalizada, reducir el número de mendigos ofreciéndoles otras opciones de integración y mejorar sus condiciones de vida».

El punto de partida ha sido la elaboración de un mapa de la mendicidad, que no está terminado todavía, pero del que ya se tienen los primeros datos.

Ruiz: «El estímulo de la limosna es un elemento en contra de nuestras propuestas de inserción»

Uno de ellos es que las personas que la ejercen lo hacen mayoritariamente en la ciudad, y muy pocos en pedanías. Distinguen tres tipos: los 'aparcacoches', los que piden en las puertas de las iglesias y en el resto de la vía pública. En el caso de los 'gorrillas' son en su mayoría hombres (21 de 23) y sus nacionalidades son española, marroquí, argelina y subsahariana. En las puertas de las iglesias «hay pactada entre ellos una rotación para no entrar en conflicto», indica Conchita Ruiz. Sin embargo, en la zona de la Catedral, en sus cuatro puertas y en la del Palacio Episcopal, se ha detectado que quienes piden dinero «son asiduos, de nacionalidad búlgara o rumana y residen en chabolas o casas ocupadas», indica Andrés Duarte, jefe de servicio de Derechos Sociales.

«Es mejor canalizar los donativos individuales a través de asociaciones e instituciones»

La concejal Conchita Ruiz recuerda que «no se puede prohibir la mendicidad pero sí que obstruyan el paso, como quienes colocan un chiringuito con bolsas o manta en Las Cuatro Esquinas».

Una de las primeras conclusiones es que en el 90% de los casos de las personas con quienes han mantenido contacto, «la limosna no les sirve para realizar un cambio en su vida; al revés, confirma que se perpetúa su situación, especialmente en el caso de los toxicómanos y los alcohólicos», indica Ruiz. «El dinero lo usan para la adquisición de los alimentos que consumen, pero siguen durmiendo en las calles. El estímulo de la limosna es un elemento en contra de nuestras propuestas de inserción y distorsiona la posibilidad de que cambien de estilo de vida».

«No los perseguimos»

El propósito de la concejalía, del Semas y de los integrantes de la Red de Inclusión Social no es culpabilizar a los pedigüeños. «No los perseguimos sino que queremos darles la oportunidad de cambiar de estilo de vida», matiza Conchita Ruiz. Por eso, lo que piden es que se canalice la donación individual a través de asociaciones e instituciones, como Cáritas o Jesús Abandonado, que pueden distribuir la suma de esos donativos de forma más eficiente.

La Concejalía de Derechos Sociales destina todos los años una partida a las ONG, que este año es 1.800.000 euros, además de otros 2.000.000 de euros en programas municipales de inserción social.

La edil cuenta uno de los últimos casos, cuando hace unos meses el personal del Semas acudió a una vivienda que ocupaba irregularmente una familia y se detectó que había menores sin escolarizar y que vivían en condiciones deficientes. «Lo primero fue escolarizar a los niños».

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