Palabras murcianas en peligro de extinción (II)
En Murcia se habla arameo
En Murcia, contra todo pronóstico lingüístico, se habla arameo. Pero arameo puro, del bueno de verdad, del que hablan esos señores barbudos de coquetos tirabuzones ... y a veces 'malafollá' y que se llaman rabinos.
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-¡Ya lo creo que se habla! Mismamente cuando veo mi factura de la luz.
Ese es otro arameo. Yo me refiero al arameo de toda la vida de Yahveh. Y no es un 'tetulillo' o historia extraña mía. La mismísima Real Academia me da la razón. Existe en esta tierra un término que proviene de tan remota lengua. Encima, es quizá una de las palabras murcianas más sonora y bella, junto a 'ababol', que así se llaman las amapolas. Se trata del término aletría.
-¿Aletría de rollo, como decían las abuelas, con sus costillejas de cerdo?
-O con sabrosas 'pelotas' de bacalao.
Cuenta la RAE que el vocablo es murciano, aunque proviene del árabe alaṭríyya. Si escarbamos aún más, «del arameo rabínico iṭṭĕrī[tā] 'especie de fideos', y este del latín attrīta 'desmigajada', 'sopa'». Vaya palabrejas. Escribirlas hasta da 'morra', otra de nuestras voces mozárabes en peligro de extinción.
El erudito Alberto Sevilla, en su 'Vocabulario Huertano', tras definir el término como «pasta de harina para sopa», recogió una canción popular que rezaba: «Aletría con ajos y arroz con coles, ¡vaya unos guisaícos que hace Dolores!».
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No solo se definen así en Murcia los fideos gordos. También se empleaba para significar que algo estaba «hecho un solar». O que se había «hecho mistos» (fósforos). Por escribirlo fino: trizas o añicos. Pongo por caso: «Se derrumbó el tejado e hizo toda la casa aletría».
Existen algunas referencias que prueban su uso. Joaquín López fue el primer gran panochista y quien encandiló a Isabel II al leerle en la Fuensanta (o 'Fosanta') uno de sus bandos en 1862. Bajo el seudónimo de Juan Porrones publicó en 1936 una 'Perolata' criticando los excesos de la gente durante el carnaval. Y transcribo sin comillas, que tardo menos: «¿Se llama aquí devertirseer trocar a las presonas en estáutas o feguras y hacer de ellas aletría?».
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Otro uso, no menos curioso, describía un estado de ánimo y el llanto. Así, uno podía estar hecho «una aletría». Era algo similar a estar 'derretido'. «Fulanito está que se derrite», esto es, que hace pucheros, preludio de una sonora llantera. Entretanto, al niño que lloraba cada dos por tres se le tildaba de 'bocaseta'. Una especie de 'boria' o niebla, quizá por fortuna, envuelve el origen del término. Otros zagales, en cambio, eran 'porsaqueros', sinónimo de follonero o pesado.
¡Cuánta riqueza lingüística estamos perdiendo! Por eso me 'enrrito' tanto, que es como nos cabreamos los murcianos. Y ojo, por estos lares podemos encontrarnos con el 'enrritao'. E igual, si le apretamos mucho, nos da un 'estufío'. Pero también existe la subespecie del 'enrritaoperdío', un tipo que anda más cabreado que el casero de 'El Fugitivo'. Y mucho cuidado con ese.
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