¿Dónde está el cuadro de Godoy que Murcia compró a Goya?
La Murcia que no vemos ·
La reciente aparición de un retrato del autor desempolva la historia de otro que le encargaron los murcianosTan bien lo ocultaron que jamás apareció. Si es que alguien avisado no decidió quedarse con la pieza honrando aquel refrán murciano que reza: «Para ... la casa, hasta un piedra». Eso le ocurrió al más valioso cuadro que jamás tuvo el Ayuntamiento de Murcia, una obra firmada por el genial Goya y que igual sigue estando escondido entre las paredes del Consistorio. Se trataba de un retrato de Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, tan favorito del monarca como de la reina, al parecer.
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La jugosa historia recobra estos días actualidad tras conocerse la noticia del descubrimiento de un lienzo perdido del rey Fernando VII, que encargó el Ayuntamiento de Talavera de la Reina (Toledo) y que más tarde desapareció. Estaba en poder de un coleccionista privado. La obra, también de Goya, puede valer 20 millones de euros.
Pero, ¿existió el Goya murciano? No es complicado demostrar que sí. El periodista Martínez Tornel publicó en su 'Diario', allá por 1894, que en octubre de 1802 partió el cuadro desde Madrid en una cajón «encerado y con otras prevenciones para que no sufriese ningún mal». La obra fue encargada por el agente de Murcia en la capital del Reino Blas del Valle, quien pagó por ella 100 doblones.
El Consistorio decidió en sesión plenaria ocultarlo donde «no se sepa su paradero»
La pintura fue recibida en la ciudad por el regidor Francisco López de Aguilar, quien también encargó el marco que necesitaba y «que Dios sabe dónde habrá ido a parar», concluía certero Tornel. Isadora Rose de Viejo, en su tesis 'Manuel Godoy: patrón de las artes y coleccionista' (1983), reveló que representaba al llamado Príncipe de la Paz a caballo. La noticia del cuadro fue publicada meses después de su llegada. Sucedió en 1803. El año anterior, por diciembre, la ciudad recibió a los Reyes. Les acompañaba el futuro Fernando VII y Godoy.
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Los monarcas andaban por la cercana Orihuela y no pensaban recalar en nuestra capital. Aquella decisión causó un tremendo malestar. Hasta el extremo de que el Concejo nombró una comisión para solicitarles que nos visitaran. Y lo hicieron el 29 de diciembre.
Regidor perpetuo
Fue entonces cuando se presentó el cuadro de Goya. Así lo recogió el médico y cronista Francisco Meseguer en su obra 'La Lealtad Murciana', dedicada a la visita regia. En ella consignó el autor que el Príncipe de la Paz agradeció el honor de haber sido nombrado regidor perpetuo de Murcia.
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Godoy «accedió gustoso a la colocación de su retrato en la Sala Consistorial de su Ayuntamiento». Era una obra «del sabio pintor don Francisco Goya». Incluso Meseguer incluyó en su libro una décima compuesta por «un ingenio de esta ciudad» tras admirar el cuadro. La siguiente referencia conocida del Goya, al menos en la prensa periódica, se produjo siete décadas después en 'El Semanario Murciano', en 1878. El redactor calificaba el cuadro como una obra «excelente».
Ya por aquellos años apenas había recuerdo de la pintura, cuando menos de su paradero. El periodista reconocía que «no tengo idea de que tal retrato se conserve en el Ayuntamiento ni recuerdo haberlo visto en el Museo provincial». Por esta razón se preguntaba qué habría sido de la obra: «¿Qué vicisitudes sufriera? ¿Se sabe su actual paradero?». Nadie respondió.
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Alguna hipótesis podría adelantarse. El jolgorio de la visita real daría paso, en pocos años, a la Guerra de la Independencia contra Francia. En 1808 apenas había en la ciudad 20.000 personas, suficientes en cambio para plantar cara a los gabachos. Así fue.
En mayo, Murcia se declaró contraria a la invasión. Entretanto, Godoy fue considerado un traidor. En la noche del 17 de marzo una turbamulta asaltó el palacete del político. En aquella refriega se perdió otro retrato, como apuntó Nacho Ruiz, codirector de la galería murciana de arte T2, en un interesante artículo publicado en LA VERDAD.
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¿Sucedió otro tanto en Murcia? Vaya usted a saber. Oportunidades, desde luego, no faltaron. Una, en abril de 1810, cuando el general Sebastiani saqueó la ciudad. Otra, en 1812 y bajo las órdenes del indigno mariscal Soult, al que le gustaba la pintura española, pero quizá no tanto un retrato de Godoy, «a quien ya tenía en persona, comiendo de la mano del emperador», contó Ruiz. Parece lógico.
Pero resulta aún más evidente que no se llevaran el cuadro pues, simplemente, ya no estaba a la vista. Ole los buenos murcianos. Tras caer en desgracia Godoy, el Consistorio recibió la orden por la que se exoneraba al Príncipe de la Paz del mando del ejército, la armada y los cargos de Generalísimo –sí, hubo otro antes– y Almirante. Enterado el Ayuntamiento, en su sesión del 29 de marzo de 1808 se acordó que «por justas consideraciones que ha tenido y evitar toda inquietud popular que pudiera incomodar, ha dispuesto se quite de esta sala consistorial el retrato del señor don Manuel Godoy que se hallaba en ella y coloque por ahora en sitio donde no se sepa su paradero». Y vive Dios que lo escondieron bien. Así que los gabachos seguro que tampoco lo encontraron.
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Las alarmas saltaron en 1957 tras conocerse que una galería francesa acababa de subastar un retrato de Godoy. La obra alcanzó el precio de tres millones de francos. Pero no iba a caballo. No era el nuestro, aunque cualquier día aparecerá.
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