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Miércoles, 27 de febrero 2019, 02:50
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Fue un solo golpe de machete. Seco, rápido, certero y mortal. La hoja entró y salió como si se hundiera en la mantequilla. A continuación no hubo huida ni escándalo por parte del agresor. «Ya he hecho lo que tenía que hacer. Puedes llamar a la policía. No me voy a ningún lado, les espero aquí», le dijo el extranjero al dueño del bar Mira Me, situado en el carril de la Torre de la pedanía murciana de Puente Tocinos. Esas palabras con acento ruso fueron las que pronunció el hombre de 39 años que acababa de seccionar la yugular a su compatriota. Y cumplió lo que dijo, ya que permaneció inmóvil bajo el dintel de la puerta del local los escasos minutos que tardó en llegar la patrulla motorizada de la Policía Nacional.
La agresión se produjo minutos antes de las 13.30 horas. Los dos hombres se encontraban sentados junto una pequeña barra que el local tiene en el exterior. Según los clientes que los vieron momentos antes de producirse el apuñalamiento, ambos estaban hablando mientras desayunaban una tostada. «Parecía que se conocían porque conversaban tranquilamente en su idioma. Eran extranjeros, rusos o de algún país del Este de Europa, y nunca los habíamos visto por el pueblo», recordaba un testigo. De repente vieron entrar a uno de ellos al establecimiento medio cayéndose, con una mano en el cuello y tratando de taponar una intensa hemorragia. «Su cara era de terror e iba apoyándose en todo lo que se encontraba a su paso. La sangre se le escapaba de entre los dedos; le salía a borbotones», afirmaba uno de los clientes que presenció la escena.
El propietario del local lo introdujo dentro de la barra y echó mano de una bobina de papel. «Mientras varias personas lo sujetaban, yo trataba de tapar el agujero del cuello con servilletas. Gasté casi todo el rollo, pero no dejaba de salir sangre y a los pocos segundos el hombre se convirtió en un peso muerto y se desplomó en el suelo», explicaba Rafa, dueño del Mira Me.
A su vez, al otro lado de la barra, el presunto agresor -«un tío alto y fuerte», tal y como lo recuerda el propietario- observaba impávido la escena. Cuando su víctima cayó inerte, él se dirigió a la puerta. Allí permaneció con el machete manchado de sangre en la mano, esperando pacientemente la llegada de los agentes, mientras todo a su alrededor se convertía en un caos, con los clientes y vecinos corriendo y pidiendo ayuda a gritos. Algunos testigos llamaron al teléfono 091 de la Policía Nacional asustados. «Teníamos a un tío ahí, de pie, con el cuchillo con el que se acababa de cargar a otro y una actitud tan relajada que daba miedo».
Los agentes lo detuvieron sobre las 13.40 horas sin que el presunto homicida opusiera resistencia. Por su parte, los vecinos alertaron al Centro de Coordinación de Emergencias 112 para pedir una ambulancia que asistiera al herido, pero cuando llegaron los sanitarios no pudieron hacer nada por salvar la vida al hombre. Había fallecido. El suceso provocó una gran expectación en la pedanía y muchos vecinos se acercaron al lugar. En sus conversaciones se imponía la teoría de que podía tratarse de un ajuste de cuentas. «Ya tenemos de todo: robos, vandalismo, agresiones y ahora un crimen entre rusos. Todas las semanas pasa algo. Queremos más presencia policial porque nos sentimos inseguros», se quejaba una vecina.
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