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La huerta se quedó helada

La huerta se quedó helada

El desfile fue más acelerado que de costumbre por la amenaza de lluvia en una tarde fría y gris

M. CARMEN RAMÍREZ

Miércoles, 15 de abril 2015, 12:42

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En la huerta del Segura, las huertanas vestían refajos bordados con mil colores. Se peinaban con ondas y peinetas y tapaban sus hombros con elegantes picos que cerraban con hermosos broches. En la huerta del Segura ellos llevaban zaragüelles, medias, esparteñas y chalecos brocados. Así lucieron muchos murcianos, los más respetuosos a la tradición, en el día de ayer. Lo hicieron para dignificar las tradiciones y las costumbres murcianas y porque el Bando es para recordar cómo eran esos murcianos que labraban la tierra y vivían de lo que el campo les daba. En eso consiste el desfile, en no olvidar. En no borrar de la memoria siglos de huerta y de Murcia. En no perder ese aire de antaño que hace a los 'murcianicos' diferentes.

En la huerta del Segura, en las fiestas, salían los gigantes y los cabezudos y era todo un espectáculo. Los jóvenes se movían en bicicletas y los más potentados en motos Guzzi. En la huerta del Segura, sin embargo, lo que más se llevaban eran los carros, de todos los tamaños, colores y formas. Así se movían los huertanos y con ellos trabajaban. Porque se trabajaba mucho y muy duro. Había que trillar el trigo, lavar caracoles, alimentar a los animales o arar con las mulas. La uva se pisaba con los pies descalzos de los huertanos y las gallinas y los conejos se conseguían en la recova. El pan se cocía en hornos morunos, de piedra, y con leña y se le sacudía la ceniza para poder comerlo.

En la huerta del Segura la menta se cocía también en grandes hornos, llenando de aroma los campos murcianos. La seda era uno de los principales sustentos de la ciudad y los gusanos eran bienes más que preciados por la población. Porque la seda murciana era famosa en el mundo entero, aunque ahora solo haya capullos de recuerdo con valor simbólico. Los animales de la huerta del Segura eran sustento alimenticio y herramientas de trabajo. Caballos, mulas, ponis, burros, cabras, ovejas... eran miembros de la familia.

En la huerta murciana se hablaba en panocho y el 'perráneo' dictaba bandos pidiendo decoro y prudencia a la población y exaltando a 'La Fuensantica'. También se hacían trovos y Los Cardosos los recitaban para deleite de la población, improvisando décimas mientras recibían los aplausos de los asistentes. También se bailaba de todo, malagueñas, jotas o parrandas, y se tocaban guitarras, violines o laudes, todos al ritmo de las postizas que castañeteaban en todas las fiestas huertanas.

Esta foto en blanco y negro parece lejana, pero no lo es tanto porque la huerta del Segura tomó ayer las calles de Murcia en todas sus formas y colores. Lo hizo con el desfile del Bando, la fiesta grande del costumbrismo murciano. Todo en su esencia se mostró ayer al público que vio en color esa foto en blanco y negro con la que se pinta la tradición. Los mayores recordaron, los jóvenes aprendieron y los niños se quedaron impresionados viendo las carrozas recreando esas escenas de antaño. Escenas que estuvieron acompañadas de decenas de carros cargados algunos con naranjas o alcanciles. No faltaron los lecheros, el herrero, el pescatero, el carpintero o el espartero. Una de las novedades de este año fue la aparición del herrero, que sobre una plataforma trabajó en su forja demostrando que este viejo oficio no se ha perdido.

Estuvieron también las bolilleras, trabajando cuidadosamente el hilo para hacer hermosas puntillas.

Las mozas huertanas tuvieron sus representantes, las Reinas y sus damas. Dos carrozas llevaban a las niñas y jóvenes que encarnan la belleza murciana. María García, la infantil, saludaba con brío al público, acompañada de las catorce niñas que forman parte de su corte. María López, la mayor, lucía una gran sonrisa mientras disfrutaba de su día más esperado, el que más ganas tenía de vivir y el que más respeto, a su vez, le daba.

El espectáculo culminó con el mejor ejemplo de la generosidad murciana. Más de veinte carrozas de peñas y grupos huertanos repartieron por todo el recorrido del desfile los productos más aclamados de la huerta del Segura. Por el cielo volaron bocadillos, sobrasadas, huevos cocidos, berenjenas, apios, calabacines, ajos, naranjas y limones. El público perdió la compostura para poder pillar alguno de estos alimentos voladores.

El desfile fue rápido, por la amenaza de lluvia, que en algún momento quiso aparecer. Aunque el agua respetó finalmente y dejó que acabara el cortejo huertano. No lo hizo el frío, que puso en jaque a los huertanos descamisados y dejó muchos huecos en las tribunas de la Gran Vía.

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