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M. C. RAMÍREZ
Lunes, 17 de abril 2017, 01:18
Han llegado y se quedan toda la semana. Las barracas de las peñas huertanas han invadido la ciudad con sus manjares exquisitos y, en horario de comida y cena, ofrecerán a los murcianos la gastronomía más típica de la huerta del Segura. Murcia es esa ciudad que cada Domingo de Resurrección ofrece la espectacular estampa de ver a los últimos nazarenos de la Semana Santa sentados en los comedores de los ventorrillos dando la bienvenida a las Fiestas de Primavera.
El de ayer no es su día más fuerte, pero sí el que muchos pillan con ganas. «El buen tiempo ha favorecido que mucha gente se haya ido a la playa a pasar el puente. Por eso hoy no es nuestro día más grande. Esos son el Bando y el Entierro. Pero es verdad que tenemos mucha clientela fija y había bastantes reservas para este domingo», destacaba Juan Egea, presidente de La Picaza. Las barracas, a pesar de que el día amaneció nublado, experimentaron una asistencia considerable que denota las ganas que tienen los murcianos de disfrutar de la comida más típica.
Entre 30 y 40 kilos de los diferentes embutidos, morcillas, salchichas y longanizas, otros tantos de lomos, algo menos de tocinos, unas 20 piezas de queso fresco, 200 kilos de patatas. Son las cifras del primer día de las barracas. «En total, en toda la semana, nos podemos ir a cerca de 200 kilos de cada uno de los embutidos y más de mil de patatas», contaba Juan García Serrano, presidente de La Crilla. Cifras astronómicas que dan cuenta de la cantidad de trabajo que hay esta semana en cualquiera de las 38 barracas.
La gente joven se involucra
Arroces, zarangollos, michirones, ollas de trigo, caldo con pelotas, ensalada murciana, embutidos, sobrasadas, etc. Todo vuela estos días por los ventorrillos en los que, de manera totalmente altruista, pueden trabajar cada jornada entre 30 y 40 personas. «Es importante que la gente joven esté involucrada con esto. Nosotros tenemos suerte porque tenemos bastante cantera y todos colaboran mucho con esto», destacaba Juan García, de La Crilla.
Lo importante es acercar al público la mejor gastronomía murciana. Con ese objetivo, además de obtener fondos para mantener la actividad costumbrista, trabajan las peñas. De hecho, las cocinas de las barracas están llenas de madres y abuelas de la huerta que cocinan para el público como lo han hecho durante años para sus propias familias. Esa es una de las claves para que los ventorrillos triunfen año tras año.
Otra es ofrecer al público lo que más le gusta. Y en eso también hay que adaptarse. La peña El Almirez, instalada frente al Palacio Almudí, ha sorprendido este año con un menú especial sin gluten que «cuenta con la certificación de la Asociación Murciana de Celiacos, con lo que estamos seguros de que lo hemos hecho bien», destacaba el presidente Antonio Jiménez. Una adaptación novedosa que se hace con el objetivo «de que todos aquellos que no podían venir a las barracas lo puedan hacer con tranquilidad».
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