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Componentes de una kábila, a su paso por la Gran Vía.
Moros y Cristianos compiten en lujo en su gran desfile

Moros y Cristianos compiten en lujo en su gran desfile

Miles de personas aplauden a kábilas y mesnadas en el espectacular cortejo que coincide este año con el 750 aniversario del Concejo de Murcia

M.C. Ramírez

Sábado, 10 de septiembre 2016, 22:45

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Moros y Cristianos sacaron en la noche de este sábado toda su artillería pesada para el gran desfile, el acto central de sus fiestas. Por muchas razones el de este sábado era especial, pero principalmente porque este año se conmemora el 750 aniversario del Concejo de Murcia, una efeméride muy relacionada con las fiestas pues la fundación de la ciudad tuvo como protagonistas a los Moros y Cristianos. A las 21 horas salía puntual la cabeza del desfile, con el boato preparado por la Federación y que, en esta ocasión, será la despedida de la presidencia que ha movido los hilos de estas fiestas en los últimos ocho años.

Tras el escudo conmemorativo del 750 aniversario llegaron los caballos de la Finca Lo Pertiguero, haciendo alarde de belleza y pericia en la exhibición. A continuación desfiló el imprescindible ballet de Ana Botella, que cada año trae espectáculos más llamativos. El primer de ellos fue Foc i Drac. Una carroza que simulaba la cabeza de un enorme dragón era el centro de atención de esta coreografía en la que las chicas eran el fuego que salía de su boca. Vestidas con ropaje hecho jirones, rojos y amarillos, danzaron cual llamas que escupía el dragón.

Llegó entonces la abandera infantil, Carla Pujante, subida sobre la carroza y vestida de azul y plata. La pequeña fue saludando al público con una emoción visible en su cara. Escoltándola salió la escuadra Jairiníes, de la kábila Jaira de Abanilla. Todo un ejemplo de profesionalidad y experiencia pues son fundadores de las fiestas de su municipio y han servido de guía para numerosas fiestas que se han puesto en marcha en otras localidades. Agarrados entre ellos, vestidos de granate y negro, desfilaron elegantes y pausados, dirigidos por el cabo Ramón Rocamora, ex presidente de la Federación de Moros y Cristianos Santa Cruz. La abanderada mayor, Marta Serrano, desfiló vestida con un elegante traje de pantalón, blanco y dorado, y una enorme corona. Con ella fueron los integrantes de la kábila Ceyt Abuceyt, donde salía el pregonero de las fiestas 2016, Rafael González Tovar. Vestidos de blanco, los caravaqueños recorrieron la Gran Vía en cuatro filas, sin agarrarse entre ellos, mostrando un estilo diferente al murciano en el desfile y con el bagaje de los años de historia que tiene esta fiesta en la ciudad de la Cruz.

El boato de la Federación terminó con una llamativa coreografía del ballet de Ana Botella. Las chicas salieron vestidas, mitad moras y mitad cristianas y se movieron de un lado otro, cambiando de bando a cada paso. Esta coreografía impresionó mucho al público por la capacidad de mimetismo de las bailarinas que supieron ponerse en la piel de moros y de cristianos.

Comenzó entonces el turno de los festeros, la parte importante del desfile, donde los integrantes se convierten en los protagonistas del recorrido. Abrieron los moros con la kábila Almohades de Murcia. Tras ellos, Ibn Arabí con su habitual despliegue de medios en el que iban caballos, ballets, plumeros y una gran cantidad de festeros. Los Almorávides de Mursiya salieron con su característica manta huertana, en un claro homenaje a la ciudad. Abu-L-Abbas sorprendió este año con una vestimenta anaranjada y con unas pinturas guerreras en sus caras. Los integrantes de Ibn Ammar iban acompañados de la kábila Al-Hammamat, de Archena.

Abenmardénix, la conocida como Rey Lobo, también realizó un gran despliegue, con una gran cantidad de festeros desfilando, ballets y caballos. Los Mudéjares se dejaron acompañar por una escuadra homónima de Archena. Y los miembros de Abderramán II se lucieron bien pues este año sacaban reinado. Precedidas por un tambor gigante y una enorme carroza infantil, danzaron junto a los reyes las bailarinas del ballet Rey Aben Hud y Favorita. Una espectacular carroza, cuyo interior incorporaba un elemento islámico fundamental, el agua, llevaba sobre su techo a familiares del rey. José Moreno y Susana Hernández cerraron el bando moro, vestidos de blanco, sobre una carroza dorada, en escalera.

Tocaba el turno del bando cristiano. Las dulces y suaves melodías moras dieron paso a las marchas guerreras características de las tropas del Infante Alfonso. Abrieron camino los festeros de Caballeros y Damas de Infante Don Juan Manuel. Con los Caballeros y Damas del Rey Jaime I salieron dos escuadras invitadas, desde Santomera los Caballeros y Damas del Ampurdán y desde Cieza, los Caballeros y Damas de la Encomiendas. San Juan de Jerusalén presumió de niños y desfilaron con la fila invitada de Fronteros de Cieza. Las Huestes de Fernando III abrieron el paso con una fila de caballos y contaron con festero invitado, el concejal de Educación, Rafael Gómez. Los templarios llevaban a sus abanderadas subidas en una gran carroza. Y los miembros de la Orden de Santiago lucieron reinado incorporando a su boato un grupo de gaiteros, ballets y la espectacular carroza de los reyes, Evaristo Martín y María del Carmen Gilbel, ataviados con elegantes trajes del medievo. Ellos pusieron fin a una mágica noche en la que, como cada año, la ciudad vuelve a ser Mursiya y los festeros dan a los ciudadanos una auténtica lección de historia.

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