Un niño juega en los columpios de la plaza Rocío, el viernes. J. CARRIÓN

Calles donde los niños se aburren

Arquitectos, diseñadores y técnicos municipales analizan en unas jornadas cómo recuperar el espacio público para el disfrute de los más pequeños

De camino al colegio en el coche, 'la generación del asiento de atrás' pierde la oportunidad de descubrir el entorno que habitan. Y en los jardines, los niños deben jugar en espacios delimitados casi al milímetro, muchas veces acotados por vallas, y prácticamente con los mismos columpios en un parque que en el de al lado. Habilitar rutas seguras para que los chavales puedan ir a clase paseando, mientras experimentan con sus amigos y ganan autonomía, y diseñar en las calles lugares de ocio más «humanizados» figuran como dos de los retos que se abordarán en las jornadas '¿Dónde jugarán los niños?', que arrancan mañana en los Molinos del Río.

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Arquitectos, técnicos municipales y diseñadores están convocados a una 'tormenta de ideas' para aportar claves que ayuden a los adultos a planificar los espacios colectivos pensando también en los más pequeños de la casa. Con el telón de fondo de la pandemia, parece ahora más necesario que los menores tengan la oportunidad de soltar adrenalina al aire libre sin correr riesgos. Sin embargo, que recuperen las calles a sus anchas entrañará «algunos sacrificios» para quienes ya dejaron atrás los años de infancia. La arquitecta Irene Reig (que intervendrá el próximo día 12) se refiere a la necesidad de eliminar tráfico y aumentar los espacios peatonales con el fin de ganar seguridad. Considera que el diseño urbano debe tender hacia «espacios más amables y naturales, sin grandes desniveles, para aminorar el riesgo de caídas, y sin peligro de sufrir un atropello». Para Reig, «hemos relegado a los niños a espacios de juego muy limitados, casi residuales». Su idea pasa por una propuesta «integral» para que la chiquillería «pueda descubrir la ciudad de una manera segura».

No obstante, en bastantes ocasiones, el principal freno al disfrute de los niños viene «de la sobreprotección a la que los sometemos los adultos. Pecamos de no dejarles hacer nada: 'no saltes que puedes hacerte daño', 'no corras, que te caes', no toques el suelo, que está sucio'». Ana Belén López, de Un estudio propio, en Puerto Lumbreras, considera que «el espacio público está demasiado reglado. Le decimos constantemente a los niños dónde y cómo tienen que jugar, y eso puede poner límites a la creatividad y a la imaginación». La arquitecta aboga por un modelo «no tan acotado» para que el espacio de ocio infantil se extienda por toda la ciudad. En esa misma línea, López (que participa en una ponencia con Ana Fernando Magarzo, ambas premio regional de arquitectura a la innovación y la divulgación) se define como una firme defensora de que los niños vayan andando al colegio, o al menos que puedan cubrir una parte del trayecto a pie. «Muchos estudios relacionan esa práctica con la mejora del rendimiento escolar porque llegan más despejados a clase». En ese camino van recopilando «fragmentos de vida, con sus compañeros y amigos, y ganan en responsabilidad, confianza y autonomía».

Irene Reig: «Hemos relegado a los menores a lugares de juego muy limitados, casi residuales»

Los mismos columpios

López añade otro impedimento a la hora de diseñar los lugares de ocio infantil en las calles: «la homogeneización de los espacios». La normativa y los certificados de seguridad conducen a que las zonas de juegos sean calcos unas de otras. «Y los niños se aburren de jugar siempre en los mismos columpios; yo creo que se divierten más en el trayecto de ir corriendo de un juego a otro».

Ricardo Carcelén, impulsor de las Olimpiadas de la Arquitectura, por la que ya han pasado 600 estudiantes de la Región en sus tres ediciones, también coincide en que los niños «deberían disfrutar de todos los espacios de la ciudad». Tiene la sensación de que los «lugares de juegos están demasiado infantilizados» y propone «diseños contemporáneos que fomenten la creatividad y el encuentro con la naturaleza».

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Ana Belén López: «Ir andando al colegio ayuda a los escolares a ganar confianza y autonomía»

En esa dirección apunta Carlos Pérez Armenteros, que ve una «estandarización» de los espacios de disfrute infantil que conlleva que «los niños no tienen esa libertad creativa para jugar». En el caso de los parques de la capital afirma que se encuentran «en un proceso de renovación en alza y hacia dinámicas muy positivas, con vocación de cambio y reflexión».

El arquitecto es el impulsor de las jornadas, abiertas al público previa inscripción, y que se pueden seguir también por 'streaming' (https://us02web.zoom.us/j/81299116716). La experiencia forma parte del programa Reactivos Culturales, promovido por el Ayuntamiento. Además de las conferencias, el programa se completa con el trabajo de campo de dos grupos de estudiantes universitarios de diferentes disciplinas que aportarán sus propuestas de diseño para dos plazas del barrio de El Carmen.

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