Ver 50 fotos
Menos afluencia de visitantes por el Día de Todos los Santos en los cementerios de Murcia
La tradición de acudir a los camposantos con motivo de esta festividad va perdiendo fuerza, aunque miles de personas siguen manteniendo viva esta costumbre por todo el municipio
«Anoche todo el mundo de fiesta por Halloween y cada vez somos menos los que venimos hoy al cementerio; tenemos que respetar nuestras tradiciones». Así de contundente se mostraba este sábado Araceli Fernández a los pies de la tumba donde descansan los restos mortales de su padre y sus abuelos, ubicada en el camposanto municipal Nuestro Padre Jesús, en Espinardo.
Por las calles de la necrópolis más grande de la Región se veían muchas sepulturas adornadas con flores pero sin público, un reflejo de que la costumbre de acudir a la 'ciudad de los muertos' con motivo del Día de Todos los Santos va perdiendo fuerza. «Hace un día muy bueno y la gente ha preferido venir entre semana a limpiar y poner las flores, y no pasarse hoy para aprovechar el fin de semana», comentaba Araceli. En su opinión, «si no existiera este día, muchas familias no se verían; creo que deberíamos hacer un esfuerzo para no perder la tradición».
Esta mujer de 30 años del castizo barrio murciano de San Antolín forma parte de la tercera generación de la familia de los Fernández Santiago, más conocidos como 'los Barreras', según apuntaba su tía Belén, que, junto a un nutrido grupo de primos, acudieron a honrar a sus seres queridos fallecidos. La gran cantidad de flores que decoraban la tumba familiar hacía casi imposible leer el nombre de los difuntos de estar estirpe: los abuelos Antonio y Araceli, además del tercero de sus cuatro hijos, Manuel, que murió hace tres años tras sufrir un infarto fulminante.
Más de 200 rosas blancas
«Le hemos puesto una barbaridad, pero es que nos gusta así», explicaba Araceli sobre las más de doscientas rosas blancas que inundaban la tumba, obra de un allegado floristero digna de admirar que no pasó desapercibida. «Me encanta el resultado porque me parece una flor muy pura, como lo era el alma de mi padre», resaltaba emocionada sobre su progenitor. «No hay un solo día que no me acuerde de él; siempre llevo los consejos que me daba por bandera», aseguraba la hija de Manuel, que perdió la vida con tan solo 55 años. «Al principio no puedes asimilarlo, pero después aprendes a vivir con la pena». Una ausencia que aplaca yendo «casi todos los domingos» a pasar un rato al cementerio para cerciorarse de que el lugar donde descansa eternamente su padre está limpio y decorado con flores, «como a él le hubiera gustado».
María Fuensanta Verdú también encuentra un poco de consuelo visitando cada semana la tumba de su hijo Víctor, que falleció a los 31 años tras luchar contra una dura enfermedad. «Mi marido y yo venimos todos los domingos desde hace veinte años, aunque llueva o el termómetro marque más de 40 grados», afirmaba esta mujer de 78 años que nació en La Arboleja y ha echado raíces en La Albatalía.
«Resaltar la vida»
En una jornada tan marcada en el calendario del Cristianismo, no faltaron las palabras del obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, quien ofició una misa en el cementerio. «Es un día de familia y de encuentro; más que para resaltar la muerte, yo diría que es un día para resaltar la vida porque los que están aquí no han muerto para siempre, ya que Dios cumple su palabra y da la vida eterna a los que mueren en el Señor».