Las pintadas indignan a los vecinos, que exigen mano dura con los autores

Mano dura y más sanciones a quienes pintarrajean la ciudad. Los vecinos de Murcia lo tienen claro. Las antiestéticas pintadas son el triste común denominador de las calles de los barrios y del centro de la ciudad. Ni la creación de un equipo específico antigrafitis de Policía Local ni el asesoramiento y el programa informático de la Policía de Nueva York, como anunció el Ayuntamiento hace seis años han podido acabar, ni siquiera paliar, el aspecto deplorable que ofrecen muchas de las fachadas de edificios particulares, comercios, puertas de garaje, escaparates y hasta contenedores de ropa usada.

En seis años, la Policía Local ha realizado 2.134 actuaciones relacionadas con los grafitis, pero solo ha formulado 101 denuncias administrativas por infracción al artículo 78-H de la Ordenanza sobre Limpieza Viaria, lo que supone una media inferior a veinte por año, lo que viene a dar la razón a los vecinos que consideran que solo con más vigilancia policial y más multas se puede atajar el problema. El resto de las actuaciones han sido informes policiales y reportajes fotográficos para el archivo de la base de datos del equipo. El objetivo de los agentes es relacionar a diversos autores con numerosas pintadas que, presuntamente, han sido realizadas por la misma persona, pero ni así se ha conseguido frenar un tipo de actuación que tiene mucho más de vandalismo que de expresión artística.

Ni siquiera calles de reciente apertura, como el vial entre Pasos de Santiago y Acisclo Díaz, cuyas obras finalizaron a primeros de año, se han escapado de los 'tag' -firma del grafitero- y de la acción de los sprays.

No hay que buscar en recónditos rincones porque hasta en las plazas y avenidas más céntricas saltan a la vista los estridentes mensajes y garabatos. Y lo mismo da que se trate de edificios particulares que de organismos públicos. En la plaza de Juan XXIII, en la Consejería de Agricultura un obsoleto «14 N. Huelga social. Pide un piquete», está grabado en color rojo en una de las fachadas. Un edificio de viviendas, enfrente, reúne garabatos de cuatro colores: negro, amarillo, azul claro y azul oscuro. Tampoco el inmueble que alberga el IMAS, enfrente, escapa a los pintarrajos, que se ceban igualmente con el local ya cerrado que ocupara Opencor.

El entorno del campus de la Merced es una de las zonas que se lleva la palma en cuanto a suciedad en las paredes. Desde las columnas de la Plaza de la Universidad al acceso al aparcamiento subterráneo, pasando por las fachadas de bares y viviendas, llegando incluso a la altura del entresuelo. En algunos locales, como Maraña, han optado por encargar el trabajo a dos grafiteros profesionales -Kike Sánchez y Pedro Noguera- para escapar de los feas pintadas que cubren otras paredes. Pedro Ballesta, el encargado, admite que «mi jefa quería pintar la fachada y, en vez de elegir un color de fondo para que recién pintado viniera un gracioso y lo estropeara, decidió hacerle el encargo a unos grafiteros». En la calle Jacobo de las Leyes hay tantas pintadas que el nombre del 'Trocadero' apenas se deja entrever.

Una de las limpiadoras del parking de la plaza de la Universidad admite que está harta de limpiar con un producto antigrafiti, pero «limpias y vuelven a pintar enseguida».

Ni la Gran Vía escapa a los grafitis. Aunque es la calle más cuidada por los servicios de limpieza, se ven algunos garabatos en las esquina del edificio de Hacienda con Marcos Redondo y en con Fernández Ardavin y Platería.

Los turistas que realizan su ruta desde la Plaza de Belluga también tiene repertorio grafitero a la vista. Pese a que el obispado ha limpiado la fachada del Palacio Episcopal, la vecina Escuela de Arte Dramático está 'decorada' con varios tag y también los soportales de la Catedral. En Trapería, la zona de las Cuatro Esquinas luce ahora limpia, no así en los cruces con las calles Marín Baldo y Serrano Alcázar. Santo Domingo, las calle Santa Ana, Enrique Villar... también están atestadas de antiestéticos grafitis que se prodigan aún más en los distintos barrios, desde El Carmen hasta Vistalegre. Maruja, quiosquera, asegura que «tanta pintada da muy mala imagen a la ciudad. A mi también me han pintado varias veces el quiosco». ES partidaria de que «multen a los autores. ¿No dejan su firma? Pues entonces, la Policía debe saber quiénes son y pueden localizarlos».

Desde el Ayuntamiento indican que, además de las sanciones que prevé la Ordenanza Municipal sobre Limpieza Viaria -de 30 a 150 euros-, cabe la posibilidad -desde 2001 cuando se modificó el articulado- de sustituir la multa por otras medidas o trabajos en beneficio de la comunidad. En concreto, la correspondencia entre la sanción y la prestación sustitutiva es de 8 horas por cada 150 euros de multa.

Entre las actuaciones más recientes -el día 1 del pasado mes de abril- la Policía destaca que el equipo antigrafiti ha imputado a dos jóvenes más de 200 grafitis en distintos puntos de la ciudad, habiendo instruido diligencias dirigidas al Juzgado de Guardia.

Como complemento, la Policía Local lleva a cabo medidas de carácter preventivo, como las charlas informativas que se imparten, sobre todo, en los institutos, dirigidas a jóvenes adolescentes.

También, en estos seis años, el equipo antigrafiti ha recibido a través de la dirección de correo (policia.antigraffiti@ayto-murcia.e) y de la Oficina de Atención al Ciudadano, 185 quejas por pintadas.