Los vecinos han tenido que construir este camino de asfalto para cruzar a pie hasta La Flota sin meterse entre los matorrales.

Una 'jungla' a la puerta de casa

Vecinos del Camino Viejo de Monteagudo se juegan la vida para acceder a sus viviendas porque no hay aceras, y residen rodeados de maleza, cañas y suciedad

María José Montesinos

Jueves, 23 de abril 2015, 01:57

Llevan entre cinco y seis años viviendo en lo que debería ser una nueva urbanización en el Camino Viejo de Monteagudo, junto a La Flota, pero más bien se sienten inmersos en una jungla, entre solares sin limpiar ni vallar, llenos de maleza y escombros, y por los que campan a sus anchas las ratas y las culebras. «En verano es horroroso», explica Carmen, vecina del edificio Ferre, «porque un día sí y otro también hay incendios en los matorrales». «Los bomberos van a tener que poner un retén aquí», apunta otra vecina, quien teme que con la llegada del calor, se intensifiquen los incendios y más desde que, hace unos meses, varias familias gitanas ocuparon de forma ilegal el edificio Los Ángeles. «A ellos les encanta hacer hogueras y con tanto matorral es un peligro».

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Se trata del Plan Parcial Zarandona 3, unidad de actuación número 7, una zona amplia de unos 200.000 metros cuadrados, cuyo desarrollo se vio cercenado por la crisis económica. El resultado es que hoy día, junto al Camino Viejo de Monteagudo hay seis edificios con muy buena planta, habitados por unas 150 familias, pero que no cuentan con los servicios de cualquier otro barrio o urbanización de Murcia.

«Un IBI como en la Gran Vía»

Juan Carlos se queja de que «pagamos un IBI altísimo, como si viviéramos en la Gran Vía, pero estamos rodeados de ratas, no hay aceras, no limpian...». Beatriz incide en los argumentos de Juan Carlos. «Yo pago 1.200 euros de IBI por unos servicios inexistentes. Solo hay un contenedor -explica Beatriz- y tenemos que sacar la basura durante el día porque como está en el borde de la carretera, sin aceras, si la sacamos por la noche nos jugamos la vida».

El Camino Viejo se estrecha, además, de forma peligrosa, por culpa de un árbol que se mete en la alineación de la carretera, lo que resulta muy peligroso para los peatones. Las madres temen por sus hijos «porque cuando salen del colegio tienen que llegar a casa andando por la orilla del camino con el grave riesgo que ello supone al tener que ir esquivando a los coches que circulan, algunos a gran velocidad, y a los que están aparcados en las orillas». Desde Urbamusa, que ha realizado lo poco que hay urbanizado, indicaron a 'La Verdad' que se ha iniciado el expediente de expropiación porque el árbol, efectivamente se mete en la alineación del camino, pero está en una propiedad privada, y la resolución del procedimiento administrativo lleva su tiempo».

Beatriz, vecina del edificio Carlomagno, explica que «en mi edificio tuvimos que hacer un camino de asfalto nosotros para poder salir con carricoches dado el desnivel que había. Y como se metían los coches, tuvimos que clavar un palo para evitar que los vehículos nos impidieran el paso». María, otra vecina, asegura que «tuve que comprarme unas botas de goma para los días de lluvia, en los que esto se convierte en un barrizal». Por no hablar de los problemas de insalubridad, por culpa de las ratas y los mosquitos. «El verano pasado me iba a dormir a la playa cada noche y me venía por la mañana porque aquí no se podía estar ni con mosquiteras», dice María.

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Además de pagar un IBI muy alto, se quejan de que, por culpa del nivel freático, se les inundan los garajes, por lo que tienen que hacer frente a gastos de 3.000 euros para tener en funcionamiento las bombas: «O las tienes funcionando las 24 horas o te encuentras con un palmo de agua en el garaje», indican.

El problema no es nuevo y, de hecho, los vecinos llevan enviando cartas al Ayuntamiento desde hace cinco años. Beatriz Morales así lo explica: «Hemos enviado un montón de cartas para que se solucione esto lo más rápido posible y limpien las parcelas que están llenas de basura, cañas, ratas. Han venido dos veces en los cinco años, pero nunca limpian todo».

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Cuando hace unos años se mudaron a sus nuevas viviendas, nunca pensaron que tardarían tanto en urbanizar y dotar de servicios la zona. Piden al Ayuntamiento que limpie y urbanice la zona, «tirando de los avales de las promotoras». Una de las vecinas comentaba que, hasta su hijo, en alguna ocasión, le ha llegado a decir (por no tener asfaltadas las calles): «¿Mamá, cuándo van a poner una miaja de ese negro aquí?».

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