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Adolescentes bebiendo vino y cerveza en el jardin de La Fama. :: I. SÁNCHEZ
'Botellón' sin final feliz

'Botellón' sin final feliz

El Consistorio recauda en dos años medio millón en sanciones por beber en la calle. El número de infracciones de la ordenanza municipal se ha incrementado en un 34% de 2013 a 2014, pero la Policía insiste en que no hay afán recaudatorio

Manuel Madrid

Lunes, 9 de marzo 2015, 12:50

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Para lo bueno y para lo malo, las nuevas generaciones imitan a las anteriores, y hay hábitos que no se pierden. Uno de ellos, todavía muy extendido entre adolescentes y jóvenes, es el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Preferentemente jardines, plazas recogidas, áreas peatonales apartadas -y a veces no tanto-, aparcamientos de centros comerciales, áreas de esparcimiento con poco tránsito nocturno, donde se bebe 'calimocho' -cóctel de vino tinto barato y refresco de cola- en minis o 'cacharros' -vasos de 750 ml de capacidad-. Así transcurre una parte de la noche, entre risas, circulando de boca en boca la bebida. En estos 'botellones' se han iniciado muchos críos en el consumo de otras sustancias estupefacientes como la marihuana (cannabis), bajo la creencia de que son 'drogas blandas', aparentemente inofensivas, algo que los científicos desmienten rotundamente y que los terapeutas de los centros de prevención y tratamiento de drogodependencias constatan cada día. Un reciente estudio sobre los perfiles de riesgo publicado en la revista 'Nature', para el que se entrevistó a 2.400 adolescentes de 8 países europeos, reveló que haber tomado alcohol antes de los 14 años, aunque fuera una sola vez, puede ser un predictor de abuso futuro. El riesgo de consumo compulsivo no depende solo de esta cuestión, sino de un conjunto de factores, en el que intervienen la genética, la historia personal y la función cerebral.

Consecuencias fatales

Esta situación preocupa a las autoridades municipales, no solo por los problemas de salud que desencadena en estas edades, sino por el catálogo de consecuencias asociadas a los excesos por consumo de alcohol y otras drogas, como adicciones, accidentes de tráfico, desórdenes públicos, vandalismo, pintadas y ruidos.

La Policía Local de Murcia formuló denuncias en 2014 contra 2.362 personas por consumir alcohol en la vía pública, 583 más que en 2013, cuando el saldo fue de 1.779 denuncias. Esto significa que las sanciones se han incrementado en un año en un 32,7%, una cifra que desde el cuerpo aseguran que no corresponde a ningún interés punitivo ni a ninguna instrucción superior concreta. Si se recaudase el 100% de esas infracciones leves de la ordenanza que regula el consumo de bebidas alcohólicas, las arcas municipales habrían ingresado el año pasado 354.300 euros -266.850 euros en 2013-. Cada denuncia supone una sanción de 150 euros -la venta a menores, en cambio, está castigada con 3.500 euros-.

«Pueden ser más o menos, según se mire, pero las cifras son las que son y el número de denuncias es importante, pero se está actuando como con el resto de ordenanzas locales», señala el sargento Elías, portavoz de la Policía Local de Murcia, que recuerda que «varias decenas de agentes» del GESC (Grupo Especial de Seguridad Ciudadana) y sus subgrupos peinan de forma regular aquellas zonas donde se producen estas concentraciones de personas con la intención de consumir alcohol y otras sustancias.

En 2014 la Policía Local formuló 1.139 denuncias por tenencia de sustancias estupefacientes en lugares públicos -240 más que en 2013-, y 264 por consumo -55 más que el año anterior-. En los últimos cuatro años las estadísticas no han hecho más que aumentar, pasándose de las 823 denuncias -incluidos consumo y tenencia- que se formulaban en 2011 a las 1.403 del ejercicio 2014, lo que ha obligado a la Concejalía de Seguridad a estimar la opción de alertar por carta a los padres de esos adolescentes pillados 'in fraganti', incluyendo en el texto detalles como dónde se hallaba el menor, en qué fecha y hora y qué sustancia tenía o consumía su hijo justo en ese instante.

Los jardines se llevan la palma

Los lugares donde habitualmente se practica 'botellón' en Murcia apenas han variado con el paso de los años, ni tampoco han mejorado los comportamientos cívicos de aquellos que lo ponen en práctica. Basta con ver cómo quedan algunas zonas de la ciudad al amanecer, cuando los transeúntes tienen que ir esquivando cristales, cascos de botellas y vómitos. En este mapa del 'botellón' los jardines suelen llevarse la palma -especialmente en los aledaños del río y el antiguo hospital de Cruz Roja; el jardín de Los Perros, en Centrofama, próximo a la zona de ocio de Pérez Casas; o el jardín de La Constitución, en La Merced-. Pero son igualmente frecuentes estas quedadas para beber en espacios peatonales -junto Hospicio de Santa Teresa y el monasterio de Las Claras-; en los aparcamientos -entorno del polideportivo municipal José Barnés y jardín de Fofó; zonas exteriores del centro comercial Atalayas y del Eroski Infante-; o las calles próximas a las 'zonas calientes' de la noche murciana, ya sea en el casco histórico (Las Tascas), en Atalayas o en Mariano Rojas. Las proximidades del parque de naturaleza Terra Natura y la urbanización de Los Rectores también se han acostumbrado a estos episodios nocturnos, pero la zona por excelencia de la ciudad es el Auditorio Víctor Villegas, donde regularmente se reúne la comunidad latinoamericana los fines de semana.

La Policía remarca que no pueden considerarse zonas de 'botellón' las plazas de Murcia con terrazas, ya que en ellas el consumo de alcohol está permitido y restringido a estos espacios delimitados, aunque insisten en que cualquier consumo fuera de ellas se persigue. Esto contrasta con las quejas de vecinos que reclaman mayor vigilancia para acabar con las concentraciones de personas en las puertas de los establecimientos a partir de la medianoche, no solo por los problemas de ruidos que se generan sino por el deterioro del espacio público. No obstante, el presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales de Murcia, José Luis Marco, cree que gracias a la presión policial se han conseguido rebajar las molestias: «Es aún un mal endémico social, pero en estos años han disminuido las quejas; al menos no se ponen tan a la vista».

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