El verdadero origen del pastel de Cierva
Fue creado en el obrador de La Peladilla y le dio nombre el ministro murciano Juan de la Cierva
ANTONIO BOTÍAS CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Domingo, 7 de diciembre 2014, 00:15
El sabroso pastel de carne murciano, ahora tan aclamado en numerosas fiestas populares tras el éxito del gran convite que reúne a miles de adictos cada miércoles de Pascua en Murcia, jamás tuvo rival durante sus muchos siglos de existencia. Y, aunque sigue sin tenerlo, a comienzos del siglo XIX nació en San Javier un contrincante tan original y suculento que pronto formaría parte del infinito universo gastronómico local.
El pastel de Cierva, contra la creencia turística, no lleva carne de cierva. Pero sí atesora el apellido de una destacada familia murciana: la del inventor del autogiro, a quien esta Murcia desmemoriada le levantó, cosa curiosa, un monumento. En su versión más extendida, el manjar agridulce se confecciona con una pasta de harina, manteca y azúcar, rellena con gallina cocida y huevos duros.
Comida en La Encañizada
Cuenta la leyenda que Juan de la Cierva y Peñafiel, durante una visita al Mar Menor, fue agasajado en un mercante sueco con tan apetecible producto. Y tanto le gustó a quien fuera ministro de Alfonso XIII y padre del inventor que, en su honor, fue rebautizado el pastel con su apellido. Es una verdad a medias. Al auténtico artífice de aquel postre, el pastelero, pocos recuerdan. Algunos señalan a Juan Pardo, célebre maestro de San Javier, como su creador.
Así lo recordaba en 1975 su hija Carmen en una entrevista publicada en el periódico 'Línea'. Carmen evocaba una lejana comida en La Encañizada, «hará unos treinta años», en la que fue anfitrión Tomás Maestre. «Preguntaron a mi padre por el nombre y la procedencia del pastel. 'No tiene nombre', respondió él. Es una receta personal». Y Maestre propuso lo de Cierva.
De 'La Peladilla'
El problema de esta versión de la historia reside en que por aquellos años que refería Carmen -si no confundió las fechas- ya se conocía la denominación del pastel. Otros autores mantienen que la receta fue ideada por el maestro de su padre, otro confitero de San Javier. Lo que no quita que Pardo interpretara el plato, claro, o incluso que fuera el auténtico creador y su jefe, como siempre fue tan habitual, se lo apropiara.
El diario 'La Verdad', en su edición del 13 de septiembre de 1930, recogió una visita que hizo al Mar Menor Juan de la Cierva y Codorniú, inventor del autogiro, incluida una exhibición con «el aparato de su invención, última palabra y cumbre por su perfección de la navegación aérea».
El rotativo narró que el inventor y otras personalidades se desplazaron a la Encañizada del Estacio, donde dieron cuenta del «clásico caldero y el pastel Cierva». No era la primera referencia a este manjar. Unos días antes y para la celebración de la Fiesta del Trabajo en San Javier también se sirvió a los participantes, como publicaría 'La Verdad', «el renombrado pastel Cierva».
Tanta fama, sin embargo, era algo reciente. En los anuncios de pastelerías y restaurantes en la prensa del último tercio del siglo XIX no figura el pastel de Cierva como una de las especialidades culinarias. El Restaurant del Comercio, a cargo de Manuel Amat, ofrecía en 1896 un económico menú del día y, como postre, «ricos salteadores, estrellas y el afamado pastel Murciano». No menos interesante resultaba la cocina del Garden Recreative, en Espinardo. Aparte de la rifa de un pavo, que se verificó el 25 de noviembre de 1897, la carta incluía «un plato de arroz con leche, un flan, una torta con manteca, un colate, un pastel de carne con sesos, un pastelillo de dulce, un vaso de leche de vaca con bizcochos y una copita de licor para señoras con una pasta».
Sobre el origen del pastel existen diversos relatos, entre los que, por su veracidad, destacan dos. Cuenta el maestro Ismael Galiana que la receta fue entregada a un confitero de San Javier, José Antonio Lorca, dueño de La Peladilla, por un jefe de cocina de un buque ruso fondeado en el Mar Menor. Este Lorca tenía en su obrador como aprendiz a Juan Pardo. Por otro lado, Belén Pardo y Mercedes Cáceres apuntan otra novedosa teoría en su apunte 'Ágape Gastronómico. Nuestro Mar Menor y uno de sus tesoros: el pastel de Cierva'.