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Jesús Yelo
Cieza
Sábado, 12 de abril 2025, 09:57
La iglesia de San José Obrero, en Cieza, se convirtió en un hervidero de gente con motivo del entierro de Pascual Rodríguez Argudo (Cieza, 1957), víctima de un tumor glial que acabó con su vida en apenas quince días. Casado con el amor de su vida, Guillermina Valero Guillén, el 19 de enero de 1986 en la iglesia de San Bartolomé de Beniel, formaron un matrimonio que luchó lo indecible para mantener a sus hijos, José Pascual y Gilllermo.
Pascual Rodríguez, el mayor de tres hermanos, alternó durante casi medio siglo diversos oficios y ya desde pequeño se inició en las manufacturas de los hermanos Verduso de Cieza para mudarse a continuación a Beniel para trabajar de camionero, junto a su tío Antonio Calahorra, oficio al que se dedicó durante muchos años.
Estudió la diplomatura de Magisterio en dos etapas, ya que el prematuro fallecimiento de su padre le obligó a intensificar su actividad laboral para sacar a su familia adelante. Comenzó a trabajar como gerente de la empresa cárnica Hijos de Juan Pujante, en Beniel, y en 2003 regresó definitivamente a su Cieza natal para trabajar como gerente de la empresa pescatera de la familia Verduso, donde permaneció hasta el cierre de la mercantil.
Finalmente, emprendió el que sería su 'tercer hijo', su querida churrería Dseis. Arrancó con este negocio en agosto de 2007, ubicado en el Camino de Murcia del municipio ciezano. Se mantuvo al frente de la churrería hasta el pasado 10 de marzo, cuando el repentino desarrollo de su enfermedad le obligó a echar la persiana apenas veinte días antes de su merecida jubilación, que, por desgracia, no ha podido disfrutar junto a los suyos.
La verdadera pasión de Pascual Rodríguez era su familia, además del Real Madrid, el dominó y sus amigos y clientes de la churrería. Persona muy trabajadora, comprometida e integra, era muy conocido en Cieza y Beniel. «Se nos ha ido una muy buena persona y fiel padre», lamentan sus dos hijos, que jamás olvidarán el momento de felicidad que pasó su padre, ajeno a la enfermedad, en la puerta principal del hospital de Cieza el pasado 20 de marzo, junto al que escribe estas líneas con profunda tristeza, al que conocía desde hace medio siglo, tras estudiar con él en el instituto. Sus restos, ya incinerados, presiden su casa ciezana.
Descansa en paz, querido amigo. Tu recuerdo será eterno.
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