Restos de la torre de homenaje, tras su consolidación en mayo pasado.

Cieza gana un castillo para la historia

Las excavaciones en la Casa de la Encomienda sacan a la luz vestigios del ataque nazarí de 1477 y de la fortaleza que se erigió después

Domingo, 10 de septiembre 2023, 08:50

El pasado medieval de Cieza resurge de las cenizas, las mismas que dejó la funesta razia de las tropas nazaríes el 6 de abril de 1477, Domingo de Resurrección. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la Casa de la Encomienda, en pleno casco antiguo, han descubierto «niveles originales» del asentamiento fundado a orillas del Segura, tras el despoblamiento de Siyasa, en torno al año 1300, y que dos centurias después quedó arrasado, según desvela Joaquín Salmerón, director del servicio municipal de Patrimonio Histórico.

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Fragmentos de cerámica de los siglos XIV y XV y de pulseras de vidrio forman parte de los vestigios hallados durante los trabajos. También han aflorado pavimentos de argamasa de cal de una vivienda cubiertos de carbones y cenizas, que vienen a documentar la destrucción de la Cieza tardomedieval en esa última embestida del reino musulmán de Granada. En aquella invasión, que aún hoy se rememora, fueron masacrados entre 60 y 80 ciezanos. Otros 400 se vieron obligados a marchar cautivos. Una de las mazmorras junto a la Alhambra (fuera de los circuitos de las visitas turísticas) llevó el nombre de 'corral de Cieza', en recuerdo de esos vecinos presos y sometidos a trabajos forzosos.

Lo que vino después también aparece en las crónicas. La Orden de Santiago asumió la reconstrucción. Y se apresuró a levantar una fortaleza en previsión de nuevas incursiones, que después nunca llegaron debido a la caída del Reino de Granada (1492). La construcción defensiva de planta cuadrangular, reforzada con cuatro torreones en sus esquinas, más una torre de homenaje, horadada con troneras para el uso de artillería, desapareció engullida por la trama urbana tras esfumarse la amenaza enemiga. Dentro del fortín también se levantó la Casa de la Encomienda, residencia del comendador de la orden militar, donde se guardaban los productos del campo recaudados con los tributos y el armamento de su tropa.

Quinientos años después, aquellos espacios cargados de historia resurgen. Los trabajos arqueológicos han sacado a la luz estructuras de la fortaleza cristiana, de la que se tenía noticias pero que pasaba inadvertida, levantada sobre la Cieza quemada. Ya han emergido dos lienzos de muralla de dos metros de altura que enlazan con la torre de homenaje, que también muestra parte de su alzado.

Hace más de tres décadas, Joaquín Salmerón ya constató, en una actuación arqueológica de urgencia, la existencia de la fortaleza de la que daba cuenta la documentación histórica y la toponimia, a partir de la excavación de uno de los torreones, que a finales de los años 60 del siglo XX llegó a ser utilizado como cochera. Ahora, los trabajos han permitido completar el puzle. «La sorpresa es que todo está en su sitio», comenta el investigador, aunque cubierto por construcciones posteriores, escombros y tierra. La actual sacristía de la ermita de San Bartolomé, por ejemplo, era parte de la fortaleza. Espera que las labores en marcha propicien más hallazgos en este enclave de primer orden, ahora en plena fase de consolidación y restauración parcial, ganado para el patrimonio de Cieza y de la Región.

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Nueve arcos

Añade el arqueólogo que la construcción defensiva redescubierta también tiene un valor sentimental para los ciezanos. La invasión de 1477, que motivó la edificación del fortín, constituye la base de la inscripción que aparece en la bordura del escudo local, donde se puede leer: 'Por pasar la puente nos dieron la muerte'. Hace referencia a cómo la población salió a defender la villa, cruzando el río, aunque sin conseguir la victoria. La Fiesta del Escudo recuerda hoy, con un toque legendario, aquel hecho histórico.

De finales del siglo XV, explica Salmerón, también han aparecido nueve arcos pertenecientes a la Casa de la Encomienda. Servían cuatro de ellos como parte de un pórtico de acceso a los almacenes donde se guardaban las mercancías que se pagaban como tributo. En los muros han quedado grafitos de cómo se llevaba la contabilidad. Los trabajos arqueológicos seguirán en los próximos meses para avanzar en la recuperación del entorno. Los resultados probablemente obliguen a modificar el proyecto de convertir en un hotel la antigua residencia del comendador.

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