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Pedro Duque, el lunes en las instalaciones de la empresa MTorres, en el Parque Tecnológico de Fuente Álamo. :: PABLO SÁNCHEZ / AGM
Pedro Duque: «La ciencia necesita un acuerdo leal a diez años»

Pedro Duque: «La ciencia necesita un acuerdo leal a diez años»

El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades señala que el momento «puede no ser perfecto para conseguir pactos, pero yo voy a intentarlo»

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Lunes, 21 de enero 2019, 11:25

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Pedro Duque (Madrid, 1963) es un hombre de ciencia que, sin embargo, obró el milagro, porque su nombramiento como ministro rompió con el axioma de que en esta España de polarización permanente un miembro de un gobierno socialista es automáticamente detestado por la afición contraria, y viceversa. Seguramente la clave fue su traje de astronauta, aunque sus dos viajes al espacio son solo parte del amplio currículum de este ingeniero aeroespacial que terminó la carrera con una nota media de 10. El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades no ha salido sin embargo indemne de la batalla política. «Ha habido momentos muy feos, en los cuales no daba abasto para rebatir las mentiras que se decían, pero creo que he aprendido mucho», confiesa en relación a las informaciones que surgieron sobre la compra de su vivienda, un tema que dio por zanjado tras un informe que concluye que no se ahorró impuestos. El lunes pasado, mientras en el Congreso se presentaba el proyecto de Presupuestos Generales, Pedro Duque estuvo en el Parque Tecnológico de Fuente Álamo conociendo algunos de los proyectos innovadores de la UPCT y de la empresa MTorres. Allí atendió a 'La Verdad'.

-Su nombramiento como ministro generó grandes expectativas en la ciencia española. ¿Van a dar respuesta los Presupuestos de 2019, presentados la semana pasada, a esas aspiraciones del sector?

-En general, la cantidad destinada a I+D experimenta un incremento significativo [el aumento es del 5,3%, hasta los 6.729 millones de euros]. Nunca es bastante, pero creo que podemos estar contentos. Es un buen resultado teniendo en cuenta el contexto, con una gran cantidad de medidas sociales que se están poniendo en práctica y la necesidad de gastar menos para no tener mucho déficit.

-¿Será suficiente ese incremento para poder empezar a recuperar el talento perdido por la fuga de cerebros durante la crisis?

-Para eso necesitamos un plan a diez años, por lo menos; una garantía de continuidad. Quienes vuelvan necesitan por supuesto unos ingresos, pero sobre todo lo importante es que tengan un sitio donde poder realizar su tarea profesional, científica o de otro tipo. De lo que se trata es de hacer unos presupuestos detrás de otros durante un cierto tiempo, de forma que la gente tenga fe en que los gobiernos de España nunca van a echar para atrás [estas políticas e incrementos en I+D]. Nadie va a volver por los presupuestos de un año. Hay que llegar a un acuerdo leal entre todas las fuerzas políticas, de forma que se comprometan a un cambio significativo en la orientación del país. Este momento puede no ser exactamente perfecto para conseguir acuerdos, pero yo, intentarlo, lo voy a intentar.

-Cabe la posibilidad de que no se aprueben los Presupuestos. De hecho, en este momento están en el aire. ¿Tendría margen para desarrollar sus planes si finalmente se prorrogan las cuentas del año pasado?

-Es una cuestión de volumen, claro. Si tenemos un presupuesto igual al del pasado, lógicamente tendremos que hacer lo mismo que el año pasado y no podremos incrementar las cantidades. Pero tenemos esperanzas ciertamente fundadas, porque se ha hecho un esfuerzo muy grande para que los presupuestos sean razonables, para que la previsión de ingresos sea justificada, y para que el déficit también sea razonable. Por lo tanto, no hay ningún motivo real para ver con ojos muy negativos estos presupuestos.

-Ha comentado en numerosas ocasiones que no se trata solo de dinero, sino de reformas. En ese sentido, anunció la aprobación de un decreto para la eliminación de trabas administrativas. ¿De qué obstáculos se trata y cuándo se va a aprobar esta medida?

-Enseguida, en cuanto tengamos las reuniones para terminar el decreto, porque ya está prácticamente ultimado. En cuanto a las trabas, hablamos por ejemplo de lo que llaman fiscalización previa [de compras o contratos]. Algunas áreas de ciencia encuentran mucha dificultad, con los métodos administrativos actuales, para tener la agilidad necesaria. Vamos a intentar quitar [obstáculos] por ahí. Son toda una serie de pequeñas cosas, hasta 25 pequeñas medidas. Con la suma de cada una de ellas esperamos un efecto muy positivo. Hablamos, también, de que los contratos se puedan hacer de forma más sencilla, y de la posibilidad de contratar personal por la duración esperada del proyecto científico, en lugar de por obra y servicio. Con eso tratamos de conseguir una pequeña mejora en el problema de la precariedad de los científicos.

-Los contratos precarios constituyen de hecho una de las grandes quejas del personal investigador. Por ejemplo, en el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) hay muchos profesionales con sueldos mileuristas y sin empleo estable.

- Tenemos la intención de dar el primer paso para que los contratos puedan extenderse por lo menos durante la duración del periodo de investigación. El hecho de que exista nuestro Ministerio debe ayudar a que se entienda mejor a los científicos, cuya situación es completamente singular: tienen financiación pública, pero competitiva. No he visto eso en ningún otro sitio. Creo que estamos consiguiendo que ese tipo de circunstancias, que son especiales, se entiendan en el resto del Gobierno.

-¿Hace falta un mayor reconocimiento social de los científicos? La sociedad trata como estrellas a deportistas y chefs mientras los grandes investigadores son unos desconocidos. Puede que usted sea más mediático por su condición de astronauta, pero no ocurre así con el resto.

-La gente tiene mucha fe en los científicos. Por ejemplo, está teniendo muy buena acogida en la población la campaña que estamos haciendo para eliminar la no ciencia de la salud. Lo que pasa es que, luego, la gente no sabe que existen cientos y cientos de grupos de investigación en España que trabajan al mismo nivel que los grupos de cualquier otro país. En España se hace muchísima ciencia. Lo que tenemos que hacer es ayudar a estabilizar a los investigadores, conseguir un sistema en el cual estén cómodos y puedan vivir de esto. También tenemos que divulgar la existencia de esta grandísima excelencia científica.

-La homeopatía se ha puesto en pie de guerra tras la presentación del plan contra las pseudociencias al que acaba de hacer referencia. El portavoz de los homeópatas aseguró la pasada semana que el Gobierno de España se ha quedado solo en Europa en su consideración de esta disciplina como pseudocientífica.

-Ya quisiera él que España se hubiera quedado sola, eso es totalmente mentira. En todos los países europeos se está revirtiendo esta absurdez de que haya un área donde, por lo que sea, se ha decidido que la ciencia no vale. Se está revirtiendo en todas partes, en el sistema británico, por ejemplo. También fuera de Europa: en Australia, Canadá, Suiza. En todos los lados estamos descubriendo que el emperador estaba desnudo. Por supuesto, cambiaremos toda esa normativa de la Unión Europea que hace que resulte un poquito más difícil poner [a la homeopatía] en su sitio. No hay evidencia científica de ninguna manera, y lo que hay son unas regulaciones europeas que tardaremos unos años en cambiar.

-¿Se refiere a la directiva que permite la venta de estos productos en las farmacias?

-La regulación europea no es tan explícita, se equipara la denominación [de productos homeopáticos con medicamentos] y, sí, por supuesto se puede vender en las farmacias, como los chicles.

-El problema reside en que se equiparan estos productos con los medicamentos. Al menos así lo percibe el consumidor.

-Sí, es algo un poco ambiguo. Se equipara a la condición de medicamento, pero en la Unión Europea se sabe perfectamente que la homeopatía no tiene ningún efecto. Habrá que arreglar esto, ahora que todos los países estamos más o menos alineados en la misma dirección. Nos llevará un tiempo porque en España todas las cuestiones administrativas tardan un poco y, en Europa, todavía más.

-La obligatoriedad de cotizar por todos los becarios a la Seguridad Social ha generado preocupación en las universidades, que lo consideran un gasto insostenible. ¿Tendrán que cotizar, por ejemplo, por los estudiantes de Medicina que hacen prácticas docentes en los hospitales, o finalmente habrá bonificaciones del cien por cien?

-Lo que se ha aprobado es que se incluya a los becarios en las listas de cotizantes. Eso tiene algunos efectos que se están viendo como negativos, pero también tiene otros efectos positivos. Ahora se inicia el proceso de regulación ya más detallado y, por supuesto, como Ministerio vamos a buscar que tenga el menor efecto posible [sobre las universidades] o ninguno, si podemos. También que no suponga menos prácticas de calidad.

-También hay cierto debate sobre la planificación de grados. ¿Hay que poner control y coherencia en la proliferación de títulos sobre todo por parte de universidades privadas? Es una situación que da lugar a duplicidades, como ocurre en la Región entre las públicas y la UCAM.

- Estamos revisando el sistema por el cual se aprueban nuevos grados oficiales. De hecho, es una de las tres líneas más urgentes de reforma universitaria en las mesas que tenemos abiertas. La primera es relativa al estatuto del personal docente e investigador, y la segunda precisamente es la mesa en la cual estamos viendo la reorganización del sistema de títulos y de grados, y cómo se hace la certificación de los grados. Estamos muy decididos a llegar a un consenso entre todas las universidades. Ahora es el momento de crecer en calidad y no en cantidad, creemos que es muy importante que todo el mundo lo entienda. Vamos a reformar en lo que podamos el sistema de calificación de grados, y una de las cosas que creemos que puede ser de gran utilidad es implantar lo que ya hacemos en ingeniería: un control de calidad cercano al proceso. Hablamos de la acreditación institucional, de acreditar a una universidad para que ellos mismos hagan la certificación de sus grados. Esto agiliza el proceso, y seguramente permitirá ese paso de la cantidad a la calidad.

-Lleva siete meses en el cargo. ¿Cuál es su balance personal? ¿La política es como se la imaginaba o todavía más dura?

-Bueno, la verdad es que ha habido momentos muy feos, en los cuales uno no daba abasto para rebatir las mentiras que se decían, pero he aprendido mucho. Forma parte de cómo se realiza esta actividad y hay que tratar de tomárselo con menos emoción. Sigo teniendo mucha ilusión, creo que hay muchísimas cosas que podemos hacer. Hemos puesto en marcha un equipo de gente que viene de abajo, que sabe cuáles son las carencias del sistema. Creo que transmiten el sentir de la universidad, de la ciencia y de la innovación, y las ideas siguen saliendo. Todavía quedan muchas cosas que hacer y creo que trabajar en esto un año y pico más nos vendría muy bien. No digo yo que los que vengan después no sean igual de buenos, pero hay que aprovecharlo, y ya veremos lo que viene después.

-¿Le gustaría repetir si se dan las condiciones, si se repite este gobierno tras las elecciones?

-No sé, lógicamente yo estoy aquí porque me llamaron puntualmente. Si me vuelven a llamar puntualmente volveré a hacerme la misma composición de lugar: si hay todavía muchas cosas que hacer o no, si hemos conseguido por lo menos la mitad... Pero yo no me lo planteo porque no es mi oficio, no tengo ni siquiera derecho a esperar que me vuelvan a llamar.

-Usted ha visto la Tierra desde el espacio. ¿Da eso una perspectiva diferente de las cosas, del cortoplacismo de la política?

-Bueno, sí, pero muchas cosas vienen ya no de haberle dado vueltas a la Tierra en el espacio, sino de haber viajado por otros países. La primera pregunta para mí es: ¿cómo se hace esto en Alemania, en Francia, en Rusia, en Holanda, en Estados Unidos? A ver, ¿se cotiza o no por las becas en Europa? La gente que ha vivido y viajado por otros países, normalmente trae ideas que pueden ser nuevas. Elevarse un poco hace que siempre puedas tener otras opciones. Si te has pasado toda tu vida desarrollando tu actividad en España, llevando las mismas áreas, realmente a veces es muy difícil salir de estereotipos.

-¿En España seguimos siendo muy de estereotipos, de no caernos del burro?

-Eso es en todos los países un poco igual, lo humano es así. Te haces a una manera de hacer las cosas y te cuesta a veces pensar fuera de la caja, como dicen los americanos. Lo que sí es cierto es que en España hay una veneración por la norma un poco mayor que en otros sitios. Por ejemplo, en Alemania la norma se sigue siempre, pero al mismo tiempo se puede cambiar. La gente permanentemente hace propuestas de cambio. Aquí, en España, la norma es venerada pero luego la gente se la intenta saltar.

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