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Carlos Romero, Fran Rebollo, José Agüera y Jorge Poyato, en el complejo 'Maloca'. Pablo Sánchez / AGM
Puesta de sol en 'Maloca'

Puesta de sol en 'Maloca'

TOMÁS MARTÍNEZ PAGÁN

Domingo, 4 de agosto 2019, 10:30

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Nadie puede poner en duda que nuestro Mar Menor es único y que algunas incorporaciones de obras singulares, vinculadas con la hostelería y el turismo, lo hacen, si cabe, más singular y atractivo para el turista y los visitantes, aunque sean de corta temporalidad. Buen ejemplo de ello es el complejo de unos jóvenes empresarios, José Agüera y Carlos Romero, cuyo grupo empresarial, dentro de las diversas actividades con que cuenta, ha decidido apostar por la hostelería en la Trimilenaria como una nueva división del mismo. Para ello, han creado algo singular y con cimientos que lo soporten, un complejo con mucho recorrido que no funcione solo en temporada estival, sino durante todo el año. Y, para ello, hace un año nace 'Maloca'.

Una maloca es una casa comunal ancestral utilizada por los indígenas del Amazonas, especialmente en Colombia, que cumple diferentes funciones en su relación con la comunidad de donde proviene y tiene unas características muy determinadas. La Maloca es un espacio sagrado o casa del Universo. En su parte estructural, las columnas y vigas están construidas con madera de eucalipto, los amarres son de bejuco y la cubierta es de Palma Real. Tradicionalmente, la maloca no se concibe sin su dueño o Autoridad Espiritual, quien adquiere esa dignidad por herencia de su linaje.

Pero es que además, el entorno de nuestra 'Maloca' es también de lo más singular, no solo por su cercanía al Mar Menor, sino también por el humedal de las salinas de Marchamalo, que cuenta con una superficie de 198 hectáreas divididas en 40 estanques, donde puede encontrarse una vegetación halófila propia de los saladares y depresiones salinas, como la lechuga de mar, esparragueras del Mar Menor y la sosa. En cuanto a su fauna, cobija a una especie de pez en peligro de extinción, el fartet, al igual que acoge poblaciones de diferentes aves acuáticas como el flamenco, la gaviota de adouin, la garceta común, la cigüeñuela, la avoceta y el chorlitejo.

José Agüera y Carlos Moreno apuestan por la hostelería junto a las salinas de Marchamalo

El local es el referente de la zona desde hace un año, también por su chill out y el Tiki Bar

Pues bien, desde su creación 'Maloca' se convierte en el epicentro de la zona, triunfando como un referente de la costa desde hace ya un año, tanto en gastronomía como con su Chill Out o el Tiki Bar, que es una zona coctelería, además de la Zona privée, disponible para organizar eventos de empresa y familiares. Así, podemos decir que cuenta con ambientes adaptados a todos los gustos, en los que el Jefe de Sala, Jorge Poyato, y su equipo te harán disfrutar de la extraordinaria cocina que dirige Fran Rebollo, que lo borda en los fogones con los productos que a diario le llegan del mercado. Y ya ni les cuento con los arroces de distintos tipos, como el arroz maloca, realizado con carne de vacuno, foie y gamba pelada, un plato redondo.

Y si la cocina te sorprende por su sabor mediterráneo y la calidad de sus productos, los detalles de los distintos espacios ofrecen un espectáculo para los sentidos por su ambiente vivo y divertido y por la singularidad de los atardeceres, cargados de una energía única y en los que, cada tarde, el sol regala un extraordinario espectáculo de luces y color en una atmósfera vibrante. La inspiración parece no tener límites y la madera, el césped, los juegos de luces, la cuidada jardinería y la buena música ponen el resto para que la visita a 'Maloca', a cualquier hora, se convierta en una ocasión especial.

Menú tipo cóctel

Como especial fue sin duda la fiesta aniversario que organizó su director, Pepe Agüera, con una relación calidad-precio extraordinaria, para todo lo que se pudo degustar en los distintos ambientes del complejo y el inmejorable servicio de los responsables de las estaciones y de todo el equipo humano. Y a las pruebas me remito. Para tan señalada ocasión, el chef Fran Rebollo preparó un menú tipo cóctel, con estaciones repartidas por todo el complejo.

Una estación de jamón, con jamones de cebo de campo ibérico acompañados de picos, regañás y panecillos; una estación de salazones con hueva de mújol con texturas de emulsión de coliflor y tomate confitado, cucurucho de helado de garum, bomba de bonito con tomate y cortes de hueva de maruca, mojama de atún extra, bonito en salazón y huevas de mújol.

En la estación de quesos podíamos encontrar quesos nacionales e internacionales, acompañados de uvas, fresas y distintas variedades de pasas, y en la estación de sushi, uramaki, niguiri y sashimi de atún, salmón, pez mantequilla, gamba y anguila. A estas se unía la estación de parrillada argentina, con chorizos criollos, entrañas y brochetas de ternera. Y para aquellos que gustasen de los sabores del mar, también contaban con una estación de marisco con gamba roja de Huelva, zamburiñas y longueirón gallegos y una estación de fritura en la que podían degustar cazón en adobo, boquerones y calamar nacional.

No podía faltar tampoco una estación dulce con mini dulces de la exquisita cocina del local como tiramisú, mini sable de chocolate blanco, bizcocho de plátano, mini financier y otros muchos que no fui capaz de probar. Y en todo momento, y para acompañar a todos estos manjares, cerveza Estrella Levante bien fría, vino blanco 'Gordo del circo' de bodegas Casa Rojo y vino tinto Lan Crianza, de bodegas Lan. Y para que no faltase de nada en nuestra maloca particular, la bienvenida la daban dos chicas ataviadas con ropas indígenas y pinturas de las tribus originarias del amazonas. Todo el acto estuvo amenizado por un grupo de figurantes, zancudos y malabaristas, vestidos de nativos amazónicos, que pusieron el toque exótico y singular de la velada.

La voz de Estefanía Tralla

Y como broche final, y una vez introducidos en el mundo del hielo, pudimos disfrutar de la música y la voz de Estefanía Tralla, acompañando a una de esas magníficas noches del Mar Menor, con todas las luces de su entorno reflejadas en sus aguas, creando un efecto que lo convierten en algo único, como única fue la fiesta del primer aniversario de Maloca y todos los detalles que los anfitriones tuvieron, hasta los recuerdos de la velada que entregaron a la hora de marchar.

Y con el buen sabor de boca que me dejó la fiesta, termino hoy con un pensamiento que motiva a esforzarse y no cejar en el empeño a la hora de emprender algo en la vida: «Si te rindes cuando las cosas se empiezan a poner difíciles, nunca lograrás nada que merezca la pena».

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