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José Luis Gestoso y Mónica Méndez, con María Pilar Conn y Diego de Haro Millán, en 'La Mar Salá' . Pablo Sánchez / AGM
De La Manga a Cabo de Palos

De La Manga a Cabo de Palos

TOMÁS MARTÍNEZ PAGÁN

Domingo, 25 de agosto 2019, 09:57

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En las tardes de verano, cuando el sol aún calienta pero ya no quema, sobre las 8 de la tarde, los paseos, avenidas, rutas de senderismo y playas se llenan de personas de todas las edades que salen a pasear, andar o correr, unas en grupo y otras solas, animando las calles y todo el entorno con algo tan sano y de tan bajo coste como es andar y hacer ejercicio, que tan bueno es para nuestra salud. Pues bien, encontrándome yo una de esas tardes de paseo desde La Manga hacia Cabo Palos, a la altura de Las Amoladeras, me encontré con mi buen amigo Diego de Haro, no el que fue árbitro y hoy gran empresario de artes gráficas, sino con el otro Diego que, aunque nació en Lorca, vino hacer la mili a la Trimilenaria y aquí se quedó, fijando su residencia en Cabo Palos, donde ha llegado a convertirse en vicepresidente de la Federación de Empresarios del Mar Menor. Y nos unimos en el paseo que me había marcado hasta el faro.

La verdad es que Diego conoce nuestro entorno a la perfección. Él fue uno de los pioneros en el mundo de los casinos, con uno de los mayores grupos del sector, Regency, y no solo en La Manga Club, sino también en Estados Unidos, Sudamérica, Madrid... Recordamos con añoranza aquellos tiempos del casino temático de Carthagineses y Romanos en el Hyatt y su posterior traslado a Cartagena, donde permaneció abierto hasta su desaparición final.

A la entrada a Cabo Palos, recordamos la exquisita pastelería americana que se encontraba muy cerca del decano de los ceramistas, Diego Martínez. Se trataba de la 'Cardinal American Bakery', que era propiedad de María Pilar, una joven estadounidense de Indianápolis (Indiana), que resulta que es compañera de Diego. Allí podíamos encontrar esa típica pastelería americana a la que nos tienen acostumbrados las películas y que es algo más que un postre dulce al final de una comida, ya que se convierte en la imagen del recuerdo de un evento. En fin, una pastelería que destacaba por su singularidad hasta que, hace 4 años, también tuvo que cerrar.

La novela 'Salabrio y la Pandilla del Cabo', de María Pilar Conn, sería una buena base para una campaña turística

A medida que íbamos avanzando en nuestro recorrido, fuimos tocando temas relacionados con nuestro Mar Menor y Diego aprovechó para hacer una reflexión sobre la importancia de las palabras, puntualizando sobre las diferencias entre el mar y el océano, entre una charca y una laguna o entre una laguna y el mar. Decía Sófocles que una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna del hombre, y eso es lo que le debe de estar pasando a nuestro querido Mar Menor, al que todo el mundo, incluidos prensa, políticos y vecinos, se refieren como laguna y que, aunque técnicamente pudiera serlo, ahora más que nunca, en su estado actual, deberíamos llamar por su nombre de Mar Menor.

Se nos unió al paseo Bernardo, otro cartagenero residente también en Cala Flores y que, cuando estábamos hablando de cómo está el tema de la seguridad en Barcelona, nos contó con orgullo que en la zona donde veranea viven algunos ingleses y alemanes y que están encantados con nuestro entorno, nuestro Mar Menor, las calas de Cabo Palos, la buena comida, el buceo, pero, sobre todo, con la seguridad de la zona. Y es que tener a la entrada el rótulo de la Guardia Civil, en verde luminoso, es una garantía de calidad de servicio de seguridad para el turismo, y es una pena que a veces no valoremos lo bien que funcionan los Cuerpos de Seguridad del Estado en nuestro entorno.

Laguna no, Mar Menor

Y cuando ya nos encontrábamos muy cerca del faro, disfrutando de la imagen de las playas a un lado y de las calas al otro, surgió el tema de los chiringuitos. Y los tres coincidimos en reconocer el nivel que le están dando a nuestra costa, proporcionando un servicio de lujo a los que nos visitan, al igual que las buenas terrazas, que constituyen uno de nuestros mejores argumentos turísticos, tanto en verano como en invierno, ya sea en la costa o en la ciudad. Y es que todos estamos de acuerdo en que no existe mejor lugar ni momento más perfecto para disfrutar de una «marinera» con una cerveza muy fría que en una buena y cómoda terraza.

Hicimos parada en el Faro y Bernardo comentó que, puesto que ahora viene la Consejería de Turismo para Cartagena, todos los colectivos sociales de la Comarca deberían unirse para pedir una nueva Ley de ordenación turística del territorio regional para la planificación y desarrollo de las Zonas Especiales de Interés Turístico.

De regreso, hicimos una parada de avituallamiento en 'Agua Salá', a la que se incorporó María Pilar, para tomar un tapeo en terraza. Así fue como me enteré de que tiene escrita una novela corta, 'Salabrio y la Pandilla del Cabo', en la que la escritora recoge la tradición oral sobre la figura del ser sobrenatural Salabrio, descrita en varias obras de etnografía, y la convierte en coprotagonista esencial del relato, tanto o más que los tres niños con los que comparte el escenario. Salabrio es, en realidad, un monstruo custodio de tesoros en geografías casi inaccesibles; algo parecido al monstruo del Lago Ness de fama mundial, pero es una aventura de esta tierra, con sus aguas cristalinas, un tesoro escondido, un monstruo marino (un caballito de mar gigante y bueno), un misterio por resolver y dos mares para navegar.

Los protagonistas de la novela son tres niños que, en su viaje hacia la edad adulta, descubren Cabo de Palos y el Mar Menor, la amistad, la familia y los valores tradicionales de un lugar aún por descubrir. Podría decirse que este libro admite una interesante vertiente, que es la promoción del turismo y de los aspectos y elementos culturales de la zona y podría servir para dar vida a Salabrio, mediante el diseño de una macro escultura en zona visitable y todo el marketing y documentación promocional que puede arrastrar.

O, como dijo Bernardo, podría ser una oportunidad para el Ayuntamiento y la Consejería de Turismo, recién llegada a la Trimilenaria, para poner en marcha un proyecto promocional de lo más singular. Y mientras nosotros continuábamos con la tertulia, José Luis Gestoso, propietario de 'La Mar Salá', junto a su encantadora esposa, Mónica, y Santiago y Jorge, responsables del grupo, ya habían puesto en marcha una degustación de la casa con la que nos sorprendieron a todos. Para empezar: unas patatas 'Bravo por las bravas', que estaban deliciosas, junto a unas cocas de sardina que el chef, Jorge Moreno, borda llegando a rozar la perfección.

En 'La Mar Salá'

Seguimos con una degustación de tempura de verdura con miel de caña, unas croquetas caseras «de puta madre» (según reza en la carta) y para terminar, carpaccio de buey con parmesano y foie y unas tostas de auténtico pan payés con jamón ibérico, tomate y buen aceite. Y todo ello regado con un Rioja Baigorri, de apellido cartagenero en la propiedad de la bodega.

Y para cerrar con un toque dulce, las responsables de sala, Lorena y Vanesa, nos sirvieron una degustación de tarta de queso al horno y una milhojas de nata con caramelo que sirvió para terminar una jornada que empezamos andando y terminamos cenando. Y termino hoy con esta reflexión: «No tengo tiempo para odiar a la gente que me odia, estoy muy ocupado amando a la gente que me ama».

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