El 'Malabar'
Luis Miguel Pérez Adán
Cartagena.
Sábado, 2 de marzo 2019
El topónimo 'Malabar' corresponde a una región que se extiende a lo largo de la costa suroeste de la península India y conforma la parte norte del actual estado de Kerala. Pero a nosotros nos interesa conocer esta denominación referida al nombre de un barco que frecuentó nuestras costas durante más de quince años, transportando mineral y formando parte de la denominada Mancomunidad de Miguel Zapata e hijos.
Miguel Zapata Sáez, el tío Lobo, era un rico minero que se había hecho así mismo. Desde una cultura elemental, alcanzó un imperio en la sierra minera de Cartagena-La Unión, que lo catapultó a lo más alto de la sociedad de su tiempo, constituyéndose en un hombre poderoso e influyente.
A base de tenacidad y trabajo consiguió una enorme fortuna, sobreponiéndose a todas las dificultades. Casas, fundiciones, minas, carruajes, almacenes, barcazas y hasta grandes buques de carga que surcaban mares y océanos fueron a parar a sus manos.
Utilizando como base la localidad donde residía, Portmán, quiso crear en su puerto un muelle capaz de acondicionar los embarques de los minerales que producía y transportarlos en sus propios barcos a los puertos de destino.
El 'Malabar' fue el más importante. Adquirido en Inglaterra, este buque permaneció siempre bajo bandera de aquel país, debido a las costosas tasas que se debían pagar por el abanderamiento de un barco en España.
Desplazaba 4.000 toneladas de carga útil y presentaba una eslora de 100 metros, con dos palos mayores y cuatro lanchas salvavidas y chimenea a vapor. Y contaba con la ayuda de una vela adicional. Era de muy buen andar y se fue acondicionando para proveerlo, en consonancia con las exigencias de los tiempos modernos.
Cuando fue comprado por Miguel Zapata, el 10 de julio de 1905, este vapor ya había desarrollado una vida útil por casi todos los mares y océanos conocidos. Además, se da la circunstancia que bajo esta misma denominación figuraron otros barcos que tuvieron siempre un trágico destino: una goleta en 1860; una buque de guerra inglés de 1870; nuestro 'Malabar' de Miguel Zapata que, se hundió el 9 de abril de 1920; un barco de pasajeros australiano zozobrado en 1925; y un carguero hundido por un submarino alemán en 1941.
Un nombre maldito
Desconocemos si otros buques ostentaron en su proa este nombre que, seguramente por causas del destino, fue considerado por las gentes de mar como maldito. Pero volviendo a nuestro relato original, el 'Malabar' desapareció de nuestro litoral. Durante el periodo de la Primera Guerra Mundial, España estaba al margen de esta conflagración, pero los minerales no podían ser exportados por vía marítima, ante el temor de un hundimiento, ya que el paso estaba totalmente controlado en estas costas por la intervención de los submarinos alemanes.
Tal fue su misteriosa desaparición que muchos pensaron que el barco había sido hundido. Esta hipótesis fue alentada por los propios armadores, en este caso por José Maestre, yerno del Tío Lobo y administrador de la Mancomunidad. Pero nada más lejos de la realidad, todo respondía a una estrategia bien planificada por parte de la propiedad y en connivencia con las autoridades británicas, el 'Malabar' fue requisado y destinado al transporte con los países escandinavos. Por supuesto, siendo propiedad de Miguel Zapata, para ser devuelto una vez terminada la lucha armada.
A pesar de todos los peligros, la intrépida y valerosa oficialidad no abandonó su barco, afrontando contratiempos muy duros originados por los submarinos alemanes. Por eso, cuando el 26 de febrero de 1919, una vez finalizado el conflicto, su silueta apareció por la bahía de Portmán y sonó estruendosamente su sirena, toda la población salió jubilosamente a recibirlo. El pueblo, que lo consideraba suyo, se intrigaba por conocer detalles de su último viaje. Tanto su capitán, George W. Robinson, como la oficialidad y tripulantes habían hecho muy buenas amistades en el pueblo.
Ingleses en Portmán
Se organizaron actos de bienvenida. La denominada Liga de Vecinos de Portmán, con el beneplácito de José Maestre, agasajó a los marinos ingleses con un «lunch» y se montó una solemne velada con el sexteto del afamado maestro Juan González. Y a los acordes del himno inglés, hicieron aparición los marinos, que estaban muy emocionados.
No quedó ahí todo. Porque al término de la fiesta, la oficialidad del 'Malabar' pasó una invitación a la Directiva de La Liga de Vecinos, invitándoles al banquete que al siguiente día daba la oficialidad del barco y rogando que, por su cuenta, se diese una limosna a los pobres del pueblo.
A su vez, el capitán del 'Malabar', G.W. Robinson, agradeció en inglés y de forma muy emocionada todas las atenciones recibidas, mostrando su agradecimiento a Portmán por su hospitalidad de todos los viajes y que era obligado a venir a darles las gracias.
La emotividad de todos estos actos caló hondo en el pueblo, solicitando al Ayuntamiento que se pusiera su nombre a una calle, para que siempre perdurará la memoria de este gran marino que defendió con destreza este barco en la Guerra Europea, consiguiendo traer de nuevo al 'Malabar'. El barco de Portmán.