La Lamparería de Vista Alegre, en Cartagena, se convertirá en apartamentos para trabajadores eventuales
El histórico negocio se prepara para poner en liquidación todo su 'stock' mientras el Ayuntamiento estudia el proyecto de obras
Renovarse o morir. Esta máxima tan darwiniana es la que muchos empresarios llevan grabada a fuego en sus mentes. Las modas, como las costumbres, cambian y, si no se está al día, se corre el riesgo de quedarse atrás, anticuado. Así lo piensa Antonio Alcaraz, gerente de La Lamparería. El histórico negocio de Vista Alegre, en la carretera de La Unión, encara ya sus últimas semanas de vida tras un recorrido de casi 40 años de historia. En su carrera, ha superado varias crisis, desde la llegada de las grandes superficies hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria, pero Alcaraz considera que, con el auge del comercio 'online', la Lamparería acaba un ciclo y es hora de reinventarse.
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El proyecto que en estos momentos tramita de la mano del Ayuntamiento, según avanza el propio empresario, es el de transformar su nave para la venta de artículos de iluminación en apartamentos que cubran otra necesidad bien distinta, la de alojamiento asequible para trabajadores eventuales. Un ejemplo son los que prestan servicio en Escombreras durante las paradas de la refinería de Repsol. También aquellos temporales que acuden a Cartagena para echar una mano a las industrias auxiliares.
El proyecto, en proceso de redacción, está en manos del arquitecto Luciano Martínez. Tras una consulta previa con el Consistorio, Alcaraz afirma que su plan se adapta a los usos admitidos para su parcela en el vigente Plan General. Así, con su calificación urbana, lo único que cabría es consolidar el solar como de uso residencial-turístico.
En total, del edificio se podrían sacar entre 35 y 40 apartamentos. Todos estos alojamientos de nueva construcción, avanza Alcaraz, vendrían equipados con todos los elementos precisos, entre ellos una cocina completa, un dormitorio y una sala de estar o de descanso, además de los espacios comunes.
Dos ampliaciones
Según los primeros cálculos realizados, la reforma podría suponer una inversión que rondaría entre los 400.000 y los 500.000 euros. La nave, de tres plantas, cuenta con una gran superficie fruto de dos ampliaciones. La primera se hizo con motivo del aterrizaje de El Corte Inglés en Cartagena y la segunda, que agotó toda la superficie de la parcela, se realizó justo antes de la crisis de 2008 y la misma no llegó a tener actividad comercial, quedando todo este tiempo prácticamente vacía. Esta última actuación cuenta con plazas de aparcamiento en sótano. Un requisito que se pide para poder abrir los apartamentos.
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Respecto al personal, la intención de Alcaraz es mantener al que tiene actualmente y formarlo para que pueda encargarse en adelante del futuro negocio.
Mientras tanto, el siguiente paso será deshacerse del 'stock'. El gerente avanza a este periódico que será en los próximos días cuando todos los productos se pondrán en liquidación, lo que brindará a los cartageneros, resalta el empresario, «la oportunidad de hacerse con piezas únicas a precios muy competitivos».
En la nave, Alcaraz alberga iluminación convencional, sino también piezas de alto valor económico que verán su precio significativamente reducido. Algunos de ellas podrían considerarse obras de arte contemporáneo en sí mismas. Destaca por ejemplo la colección de lámparas con motivos florales elaboradas por artistas venecianos e importadas de Italia.
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Un local surgido hace 40 años de una inspiración catalana
Cuando se dispuso a abrir el local, el concepto de La Lamparería no era exactamente el actual. En aquel momento, recuerda Antonio Alcaraz, sus periódicas visitas a su mujer, que entonces trabajaba y residía en Barcelona, le llevaron a buscar un negocio que se estilara ya en Cataluña, pero que todavía no existiera en Cartagena. Fue así como en 1985 se le ocurrió abrir Kilian Iluminación, el primer nombre de La Lamparería. Con su logotipo inspirado en Joan Miró, empezó a traer artículos de iluminación muy modernos y entonces desconocidos en la Región. «Por aquí han pasado a comprar varias generaciones de familias. Madres que vienen a acompañar a sus hijas».
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