Indignación en Cartagena por el acoso de 'gorrillas' en aparcamientos
Los pedigüeños inician su desescalada y ya llenan los estacionamientos de los hospitales Rosell y Santa Lucía sin mascarilla y sin cumplir la distancia
Juan Antonio Moral es taxista y suele frecuentar el aparcamiento del Hospital del Rosell para dejar en la puerta a sus clientes. Él ha comprobado en primera persona cómo la 'nueva normalidad' no solo se ha traducido en la vuelta al trabajo, en la reapertura de bares y comercios y en el ir y venir de personas en la calle. La entrada a la Fase 2 de la desescalada también ha traído de vuelta a los aparcacoches ilegales, más conocidos como 'gorrillas', sin medidas algunas de protección para evitar la propagación del coronavirus.
Este aspecto indigna e «incomoda» a los conductores como Moral, al no respetarse ni siquiera el distanciamiento social de dos metros y verse «presionados» a entregar unas monedas, a veces sin precisar de ayuda para estacionar. Este taxista cree que las «administraciones, la policía o la seguridad del hospital» deberían actuar para solucionar el problema. «Se tienen que ganar la vida de alguna manera, está claro. Pero no está bien que no lleven ninguna protección».
Esta práctica irregular es habitual en los aparcamientos gratuitos de la ciudad. Allí acuden los 'gorrillas', conscientes de que muchos ciudadanos optan por buscar estacionamiento gratuito en el casco histórico ante la negativa de acceder a un párking privado o estacionar en las plazas reguladas por la ORA.
Esta semana, los pedigüeños han empezado a frecuentar los primeros espacios. Sobre todo están concentrados en los aparcamientos de los hospitales Rosell y Santa Lucía, donde el movimiento empieza a recobrar la normalidad con revisiones y citas médicas presenciales, bajo estrictas medidas de seguridad y dispensadores de gel hidroalcohólico en las puertas. Los 'gorrillas' también están en espacios próximos al centro, como los de la Casa del Mar.
De momento, la escasa actividad en la Universidad Politécnica tampoco contribuye a que el aparcamiento de la antigua plaza de toros, para entrar a la biblioteca de Antigones, recupere un volumen importante de vehículos. La reciente apertura de Cala Cortina, sumado a la presencia de agentes de la Policía Local para controlar los accesos, también los ha disuadido de aquella zona.
«¿Tienes céntimos sueltos, corazón?». Una pedigüeña plantea esa cuestión a todo el que pasa por su lado en el aparcamiento del Rosell, con una mascarilla colgando del cuello y varias monedas en la mano izquierda. «El principal miedo es que se acercan a ti. Antes también lo hacían, pero ahora no toman precauciones por el virus. Intimidan y, si no les das nada, te miran mal. También si les das menos de lo que consideras, como si fuera una exigencia y no una voluntad», opina un jubilado, Rafael, en la puerta del centro sanitario.
En el Santa Lucía, aparcado junto al solar del cementerio, José Antonio Gallego cree que «deberían ganarse la vida de otra manera», y que «no es bueno para ellos» ir desprotegidos. A preguntas de LA VERDAD, el Ayuntamiento no precisó las medidas que adopta al respecto.
Cincuenta 'sintecho' están confinados en centros de acogida
La Hospitalidad Santa Teresa y el Coto Dorda son los dos refugios donde la Concejalía de Servicios Sociales tiene confinados a medio centenar de personas sin hogar desde que se decretó el estado de alarma. Con la ayuda de Cáritas y colectivos como La Huertecica, algunas de esas personas son toxicómanas y están «recibiendo» durante estos tres meses tratamientos y una atención más estable, explicó ayer a LA VERDAD la edil Mercedes García. En su opinión, sacar a esas personas de la calle es lo que ha «reducido» su presencia en puntos anteriormente frecuentados por ellos, como los aparcamientos del Cenit y la Plaza de México.