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Foto del mercante americano, con su antigua denominación 'Atlantic'.
«¡SOS, nos hundimos!»

«¡SOS, nos hundimos!»

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN

Sábado, 21 de julio 2018, 01:05

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Llegadas estas fechas se hace recurrente escribir sobre alguno de los innumerables naufragios acaecidos en nuestras costas, patrimonio sumergido que no deja de darnos sorpresas, hasta el punto de que el fondo marino de la costa cartagenera es seguramente uno de los mayores cementerios de buques hundidos de todo el mundo.

Hoy le dedicaremos nuestro espacio al hundimiento el 12 de septiembre de 1917 del mercante norteamericano 'Wilmore'; los restos de este buque se encuentran actualmente a cuatro millas al noroeste de las Islas Hormigas, y a unos 95 metros de profundidad.

Conocemos específicamente cómo se produjo su hundimiento, al ser consecuencia directa del enfrentamiento en nuestras aguas entre los submarinos alemanes y los barcos de los países aliados contendientes en la Primera Guerra Mundial.

Por aquellas fechas estos tiburones de acero campaban a sus anchas por estas costas, escogían a sus presas por la llamada ruta de los vapores, una de las zonas con más transito mercante del Mediterráneo occidental.

Estamos en plena guerra submarina, estas nuevas armas empleadas fundamentalmente por los alemanes habían conseguido colapsar el tráfico marítimo y poner ante las cuerdas la propia subsistencia económica de las Islas Británicas; el Mar del Norte, el Atlántico y también el Mediterráneo se convirtieron en el campo de acción de estos letales submarinos.

Nuestros protagonistas de hoy serán por una parte el U-boat alemán 'U64', al mando del comandante Robert Moraht, y el carguero a vapor norteamericano 'Wilmore', capitaneado por James F. Brewer. El referido mercante había sido construido en 1914 por Fore River Shipbuilding & Engineering Co., Quincy (Massachusetts). Se trataba de un carguero de 5.399 toneladas, 387 pies de eslora, 54 pies de manga y 27 de puntal y una máquina de 448 NHP.

El 'U64' al mando de Moraht se encontraba en el verano de 1917 operando de nuevo cerca de nuestras aguas. Ese teniente de navío estaba ya considerado un 'as' de la Marina Imperial Germana, había nacido en septiembre del 1884, hacía más de un año que había tomado el mando de este sumergible con el que había realizado diez patrullas de guerra en las que hundió 45 buques con 129.600 toneladas de registro bruto, lo que le hizo merecedor de la máxima condecoración germana, la Orden del Mérito. Sin duda su mayor hecho bélico fue el hundimiento en febrero de 1917 del acorazado francés 'Danton', al sur de Cerdeña, que cayó víctima de dos de sus torpedos y que llevó a 296 hombres a la muerte.

Su buque sería hundido finalmente el 17 de junio de 1918 por el destructor inglés HMS 'Lychnis' durante el ataque a un convoy cerca de Sicilia, si bien Moraht y otros cuatro de sus hombres lograron dejar el buque a tiempo, siendo recogidos por los ingleses.

Pero volvamos a nuestro escenario cerca de las Hormigas. Aquel 12 de septiembre, hacia las dos de la mañana el 'U64' se encontró al 'Wilmore' que navegaba de Filadelfia para Marsella con 7.000 toneladas de carbón, 1.000 de aceite y un importantísimo cargamento consistente en 12 locomotoras de tren para el ejército francés. Tan importante carga hacía necesaria la defensa del barco en un posible combate con submarinos alemanes. Por eso iba artillado con dos cañones: uno de 70 milímetros y el otro de 47.

El submarino emergió a la superficie para cañonear al mercante y hundirlo. Éste, advertido de su presencia, entabló fuego con el navío alemán. El capitán Brewer declaró el zafarrancho de combate a los 36 hombres de su tripulación, entablándose un feroz duelo artillero. Al mando de unos de los cañones del mercante se encontraba el jefe Charles E. Avery que con una gran pericia y valentía consiguió poner en gran aprieto al submarino alemán, que se vio obligado a efectuar zig-zags durante el combate. Finalmente y tras recibir cinco impactos directos, el 'Wilmore' se iba a pique en pocos minutos. Para ser exacto ocho minutos. Solamente tuvieron tiempo de emitir un «¡SOS, nos hundimos!» que fue recibido por la estación radiográfica de Cabo de Palos y lanzar dos botes salvavidas con toda la tripulación.

Los botes llegaron al muro de la sal de Cabo de Palos con el capitán Brewer, allí recibieron auxilio y cobijo por parte de los pescadores, pudiendo regresar a su país la totalidad de la dotación.

El jefe artillero Avery sería condecorado por las autoridades de la marina norteamericana con la Navy Cross, por su heroica defensa frente a los alemanes, aunque como casi siempre ocurrió, estos habían logrado hundir otro barco más que, forma parte de ese medio centenar de barcos hundidos por submarinos alemanes en aguas próximas a la costa cartagenera.

Todo ello pudo traer graves consecuencias para España y su neutralidad en esta guerra, ya que las autoridades de Marina en Cartagena consentían, o miraban para otro lado, cuando los submarinos del Káiser se reabastecían en el puerto o cuando nuestras aguas se convertían en el escenario de una intensa cacería.

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