Cantando a Pencho Cros con Muga
Tomás Martínez Pagán
Domingo, 5 de octubre 2025, 08:17
En marzo de 2025 Pencho Cros habría cumplido cien años. El gran referente de los cantes mineros y de levante de La Unión falleció en ... 2007, con lo que se acrecentó el mito y la leyenda. Cros cantó mineras, tarantas, cartageneras, murcianas y levanticas todos los días de su vida. Y lo cantó todo con la máxima pureza, porque su honestidad de cantaor le impedía mixtificar los cantes para propiciar la mayor popularidad y sus buenos rendimientos, con una gran sinceridad cantaora. Posiblemente no ha sido el cantaor más famoso de esta tierra pero, sin lugar a dudas, sí la fuente incontaminada a la que vienen a beber los que buscan la verdad del cante. Son los cantes mineros-levantinos que los mineros –sobre todo los procedentes de Andalucía– entonaban en la Sierra Minera de Cartagena y La Unión durante el siglo XIX y que expresaban el 'quejío' por los sufrimientos que padecían en su trabajo desempeñado en las galerías de las minas.
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«Una minera escribí. La premiaron en La Unión ¡Qué gran emoción sentí! Me la cantó Pencho Cros y, entonces, la comprendí». De esta manera empezó el singular encuentro que mantuvimos en la Bodega Lloret. Es lugar de parada obligatoria para los unionenses y turistas y un aliado silencioso del turismo y del Festival Internacional del Cante de las Minas. Allí se reunían los grandes artistas tras sus actuaciones y cualquier día era normal que algunos se arrancaran por algún palo flamenco. Esta bodega se convirtió hace ya mucho tiempo en uno de los epicentros del flamenco, del Cante de las Minas; en definitiva, de lo genuino que ha quedado tras la actividad minera.
El 13 de abril de 2001 se inauguró el ya prestigioso 'Patio Flamenco' de la bodega que regentaba Jesús Segura y que fundó su suegro. Como no podía ser de otra manera, Pencho Cros apadrinó el acto. El lugar rezuma flamenco por sus cuatro paredes y el comensal disfruta de una gastronomía tradicional entre fotos, cuadros y muy buen vino. En este singular patio tres letrados unionenses organizaron un encuentro el pasado fin de semana en torno al flamenco, la tertulia y la gastronomía. Fueron Joaquín Zapata –alcalde de La Unión– Salvador Pérez Alcaraz y Juan Francisco Pérez Avilés. Intervinieron el cantaor Paco Severo y, a la guitarra, Juan Martínez 'El Mergo'.
La finalidad de la reunión fue rendir tributo al maestro Pencho Cros en el centenario de su nacimiento (1925-2025). Se cantaron temas del CD que se ha publicado, 'Los flamencos cantan a Pencho', donde, en 33 cantes, se disfruta y homenajea al hombre que, para hablarle, había que «mirar hacia arriba» porque era más alto que nadie y, para oírle, había que hacer lo mismo dado el nivel de excelencia de sus cantes. Sentía la minera, la guardaba en sus adentros y, cuando ella quería, brotaba como borbotones del alma. Pencho no tenía horas para cantar, aunque prefería la madrugada y el ambiente de amigos cabales. «Eres la voz cantaora de la mina. Eres la voz flamenca de la sierra. Eres la voz salida de la tierra. Eres la voz que, en copla, abre y termina».
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Nada más sentarnos en la mesa Paco Severo rompió con una cartagenera de Pencho de letra popular, que nos puso a todos a vibrar con la interpretación y un fondo de guitarra que inundó de sonido el patio. Continuó con malagueñas, tarantas, soleás, levanticas, mineras y granadinas, terminando con fandangos. Mientras se contaban anécdotas del maestro por quien las compartieron y trataron con él: «Pencho, ese hombre montaña, que su voz encuentra en el paisaje de La Unión su equilibrio perfecto».
Comentaba Salvador aquellas tertulias que, no sólo se celebraban en la Bodega Lloret sino, también, en El Vinagrero, El Minero, Bar Pagán y tantos rincones tabernarios de La Unión. En estos locales el vino de compañía siempre era Muga, hasta el extremo que era tanto su consumo en la ciudad –'La ciudad alucinante' como le gustaba decir al gran Asensio Sáez– que la dirección de la bodega decidió invitar a Pencho y a los flamencos de La Unión a visitarla, algo inédito en La Rioja y que marcó un hito en la prestigiosa bodega.
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Seis botellas de Muga
María Elena Segura, continuadora junto a su hermana Eva de la tradición dinástica Segura-Lloret, descorchó 6 botellas de Muga para realizar un primer brindis por dos grandes: Pencho y Jesús. Estuvo acompañado de los típicos michirones mineros de la casa. A continuación Pérez Avilés nos contó cómo eran las 'madrugás' flamencas en su etapa de concejal de cultura del Ayuntamiento donde el cante, el baile, el toque y las palmas tomaban el ritmo de la madrugada unionense. Se realizaban «a la sombra» de la iglesia del Rosario y junto a la imponente imagen de la Casa del Piñón, llenando de alegría las plazas, calles y rincones. Todo el mundo disfrutaba de un ambiente especial entre «cantes y copas» pero con un silencio y una atención sublime, como si de La Maestranza se tratara en tarde de un Curro Romero inspirado.
Su hijo Pepe Cros nos contó que su padre fue hijo y nieto de 'partidarios': los pequeños autónomos del sector de la minería. Comenzó trabajando como aprendiz de fragua y desempeñó varias labores siendo adolescente: cosiendo alpargatas, operario cualificado de diversos oficios y mecánico de buques. Ya en su juventud trabajó en el lavadero familiar donde también lo hizo de niño Pepe. Cuando escuchó cantar a los mineros sintió una «punzada en el alma» interiorizando –del grito del cante minero– el dramatismo y la dureza del trabajo. Allí comenzó a cantar él, de forma totalmente autodidacta hasta convertirse en el más grande.
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El cantaor Paco 'El Mone' –que es sentimiento puro y atesora mucho duende para el cante jondo– rompió con una minera que nos emocionó, al interpretarla con la profundidad y el alma que exige el flamenco. Enrique López 'Filipinas', gran aficionado y amigo de Pencho, contó sus muchas tertulias en el Club Flamenco de La Unión con Antonio Fernández, Luis Soler, Miguel Poveda o Santiago Guillén. No faltaron las anécdotas del Doctor Planillas, presidente de la Peña Flamenca de El Algar, en su etapa de mancebo en la farmacia unionense y sus encuentros con Pencho.
Todo mientras dábamos buena cuenta de las viandas, las cuales dieron paso a otra media docena de botellas de exquisito Muga para acompañar unas sabrosas patatas hervidas con su alioli. Continuamos con una ensalada de tomate y buenas lascas de caballa, cebolla, aceitunas y aceite a nuestro gusto para poder sopar. Después unos boquerones fritos, crujientes y sabrosos, sin exceso de harina ni de aceite; estaban perfectos y acompañados de un tomate de lujo. Las empanadillas Lloret –rellenas con anchoas en salmuera caseras y boquerones en vinagre– son un auténtico espectáculo que tuvimos que repetir. Las orejas de cerdo a la plancha recién hechas, calentitas que es como se debe tomar por su textura cartilaginosa, estaban de «toma pan y moja». Terminamos con la tortilla española de Mari Ángeles Lloret. Son insuperables: las mejores que se han probado desde hace muchos años.
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Termino hoy como homenaje al maestro con esta minera: «Os dejaré una minera, pa que se cante en La Unión, el día que yo me muera, ya se agotó mi corazón, como una mina cualquiera».
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