El bloqueo de la Casa Llagostera de Cartagena se acentúa con nuevos choques entre Cultura y los dueños
La Dirección General insiste en hacer visitables los restos, pero los arquitectos del proyecto se niegan, porque varios informes corroboran que es «imposible»
Pese a ser una de las fachadas más representativas de la arquitectura modernista de Cartagena, pese a la mala imagen que proyecta a quienes pasean ... por la calle Mayor, pese a ser una obra del ilustre arquitecto Víctor Beltrí y pese a que ya han pasado ocho años desde que el hallazgo de lo que podría ser una parte del puerto de Carthago Nova paralizó la obra de rehabilitación, poco o nada se ha hecho desde entonces por recuperar la Casa Llagostera. Desde el hallazgo de los restos, que en su día la Dirección General de Patrimonio Cultural obligó a dejarlos visibles y hacerlos visitables, la Comunidad y la promotora Rústica Negocios Inmobiliarios entraron en una lucha de informes y recursos por hacer valer sus criterios en la conservación de los restos, por un lado, y mantener el proyecto original de reconstrucción de los arquitectos Juan Gómez y Francisco Marín, por otro.
Desde entonces, las reuniones entre ambas partes se han sucedido de manera regular, pero parece que después de las últimas, antes del verano, el proyecto ha entrado en un punto muerto de difícil retorno, a tenor de las pretensiones de unos y de otros.
Para los promotores, no queda debidamente acreditado que los sillares de arenisca hallados tengan la relevancia otorgada, porque fue un técnico de la Dirección General quien emitió un «informe preliminar» exponiendo que podría ser parte de un muelle del puerto romano y que nunca hubo un estudio definitivo que corroborara científica y arqueológicamente la veracidad del hallazgo, algo «sorprendente» por la importancia y repercusión del proyecto.
Asuntos geotécnicos
Desde el gabinete de arquitectura responsable del proyecto aclararon a LA VERDAD que desde la mencionada Dirección General tampoco se molestaron en conocer el dictamen de alguna organización especializada en asuntos geotécnicos y que solamente consta en el expediente, el informe de los arqueólogos que en aquel momento, en el año 2016, afirmaron la existencia de esos restos romanos, insisten, «solo de forma preliminar».
Además, indicaron que también está por explicar por qué «desprecian» los informes de las Universidades Politécnicas de Valencia (UPV) y de Cartagena (UPCT), así como los de las conservadoras y arqueólogas Pilar Vallalta y María Antonia Moreno, en los que se afirma la imposibilidad de ejecutar lo ordenado en la resolución de 3 de Noviembre de 2016. En ella, la Comunidad obliga a construir un compartimento estanco para dejar dentro los restos arqueológicos, de forma que queden visibles y puedan ser visitables. Por ello, abogan por la documentación de los restos arqueológicos, siguiendo una tendencia consolidada ya entre expertos en la materia.
Por último, también explicaron a LA VERDAD que tampoco se tuvieron en cuenta los muestreos y perforaciones arqueológicas realizadas en momentos anteriores al hallazgo, en 2011, donde no se encontró nada. Se trata del paso previo necesario para obtener el permiso de la Dirección General de Patrimonio Cultural para que este organismo diera la autorización al proyecto, como finalmente hizo en su informe de 2013, al que tuvo acceso este diario.
Fuentes de ese departamento regional detallaron a este periódico que han sido coordinadas, en las últimas fechas, conjuntamente con el Ayuntamiento de Cartagena y con la misma propiedad de la Casa Llagostera, una serie de reuniones técnicas de cara a estudiar la viabilidad de las posibles soluciones técnicas que permitan compaginar los trabajos de conservación y la puesta en valor de los restos arqueológicos, con la recuperación de la propia Casa Llagostera para posibles nuevos usos.
Últimas reuniones
En la última de ellas, participaron distintos expertos de los colegios de arquitectos, de la UPCT, del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), –una organización no gubernamental asociada con la Unesco–, del Ayuntamiento, así como de la Dirección General de Patrimonio, «se concluyeron una serie de acciones a desarrollar que la propietaria del inmueble debe plasmar ahora en una propuesta formal para ser aprobada y autorizada por la Dirección General de Patrimonio Cultural».
Esta está basada en la necesidad de sacar a la luz los restos, ahora por debajo del nivel freático y a una profundidad de unos tres metros, y hacerlos visitables. «En ello estamos a la espera de recibir esa propuesta para su valoración y, a poder ser, puesta en marcha de las acciones oportunas en el plazo de tiempo más breve posible», añadieron desde es departamento de la Consejería de Cultura. Pero los propietarios se niegan a ello, porque insisten en «la imposibilidad de llevar a cabo esa conservación», por lo que el proyecto ha entrado en punto muerto.
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Avanza el deterioro de una de las joyas representativas de la arquitectura modernista
Los síntomas del deterioro que arrastra uno de los inmuebles más representativos de la arquitectura modernista de Cartagena, cuyo proyecto de restauración tropezó en 2016 con el hallazgo, en el subsuelo, de los restos de lo que podría ser el puerto de la antigua ciudad romana, no paran. El solar está inundado por el agua de mar. Además, alrededor ha proliferado la vegetación silvestre. El conjunto se llena de palomas y en él abundan las ratas y crían los insectos en cuanto aprieta el calor, con las consiguientes quejas de los vecinos, que también temen que pueda haber filtraciones a los sótanos y a los cimientos de los edificios anexos. Todo ello en la mismísima calle Mayor.
Esta situación es consecuencia de lo sucedido hace ocho años. Entonces, los obreros encontraron, a varios metros de profundidad, unos restos arqueológicos que abarcaban 26 metros lineales. Están formados por una especie de sillares de lo que parecía ser el cantil de un muelle, que atraviesa transversalmente el solar. Los arqueólogos de la Dirección General de Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma los catalogaron como una parte del puerto romano que operó en Cartagonova hace dos mil años.
La Administración regional emitió un informe que obligaba a conservar los restos y hacerlos visitables. Eso mutiló el plan de construir dos plantas de aparcamiento subterráneo, sin las cuales la rentabilidad de la operación inmobiliaria de la Casa Llagostera quedaba en entredicho.
La Casa Llagostera fue construida entre 1913 y 1916 a partir de un proyecto diseñado por el arquitecto, Víctor Beltrí, autor también del Gran Hotel, entre otros significativos edificios de la Cartagena modernista. Fue pagada por una adinerada familia de origen catalán que había hecho fortuna con el comercio y cuyo apellido le dio nombre.
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