El Ayuntamiento de Cartagena plantea desviar a una rambla las «aguas rojas» que atraviesan Llano del Beal

Asimismo, el Gobierno local prevé iniciar en septiembre la contratación de las obras de restauración de la balsa San Agustín, un depósito de estériles mineros situado frente al colegio. Los trabajos costarán 150.000 euros y deberán ser complementados con una actuación similar de la empresa Portmán Golf, propietaria de una parte de los terrenos. En este último caso, el expediente depende de la Comunidad Autónoma.

«El proyecto para la recogida de pluviales fue un compromiso de la alcaldesa con los vecinos. Ana Belén Castejón les aseguró bajo su mandato habría una solución integral y no un parche, como la realizada durante el mandato de José López [poner badenes para frenar la llegada de lixiviados al colegio]. La actuación evitará que las escorrentías procedentes del monte lleguen al pueblo, desviándolas a la rambla oeste» [Mendoza], explicaron fuentes de la alcaldía a preguntas de LA VERDAD.

La intervención tendrá un plazo de ejecución de dos meses y será costeada con cargo al superávit de la empresa concesionaria del servicio de aguas, Hidrogea. En concreto, el proyecto consiste en instalar grandes tuberías en las calles Gabriel López, José Rosique, Leonardo Da Vinci y Segismundo Moret, así como en la carretera RM-F42. El caudal será interceptado antes de causar inundaciones en el colegio e inmediaciones.

Los nuevos colectores han sido diseñados calculando la precipitación máxima alcanzada en los últimos diez años y con la ventaja de que ocuparía suelo de dominio público, lo que evitaría tener que hacer expropiaciones. En la zona del colegio no hay red de pluviales y las discurren por escorrentía natural, cruzando el centro a través de unas ventanas ubicadas en sus dos muros opuestos. Desde ahí el agua llega a las vías del Ferrocarril de Vía Estrecha (Feve) y, por gravedad, en la rambla existente al Oeste del núcleo urbano, la de Mendoza.

Al Este del Llano sí hay redes separativas, que encauzan las aguas hacia la vía del tren y llegan a la rambla de La Cañada. Pero la opción de dirigir las escorrentías a esta área exigiría ampliar el colector y ocupar más suelo. Además, hay dos pasos de pluviales bajo la carretera, por lo que esta alternativa ha sido desechada.

Para poder empezar las obras, sí que será necesario las autorizaciones de la Demarcación de Carreteras y de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS). En este último caso, según explicaron fuentes del organismo de cuenca se considera que el Ayuntamiento propone un «vertido» nuevo, por mucho que las aguas que recogerán sus tuberías acaben en la actualidad en la rambla, tras cruzar la localidad.

Las fuentes consultadas indicaron que una de las dificultades, en lo relativo a la CHS y a la resistencia de la nueva infraestructura a la corrosión, es que las aguas de lluvia arrastran residuos tóxicos y peligrosos. Estos, además, acabarían como ahora en un cauce público y en el Mar Menor. Los vecinos hablan de las «aguas rojas» ácidas, por el proceso de oxidación de minerales como el hierro, el plomo y el zinc.

La solución definitiva llegará cuando los terrenos sean restaurados por sus dueños: administraciones públicas (como la Comunidad en la antigua Balsa Jenny) y empresas privadas. La Administración regional y la CHS, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica, han planificado retiradas de residuos, remediaciones de suelos y reforestaciones.