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Lunes, 18 de enero 2021, 08:42
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No faltaron ni los rollos de santo, repartidos antes y después de la misa, ni la tradicional bendición de animales a las puertas de la iglesia parroquial. En el día de San Antón se dieron cita, en formato reducido, los ingredientes que tradicionalmente caracterizan a este señero barrio de Cartagena cuando, cada mes de enero, celebra sus fiestas patronales. Casi cien personas asistieron a la eucaristía, a las doce del mediodía, y algunas más se acercaron después a la plaza de la iglesia con sus mascotas.
«Vivir una fiesta empobrecida en lo exterior por las circunstancias sanitarias debe recordarnos que San Antón, que era pobre, se encontró con el mayor tesoro posible: Dios», subrayó el párroco Samuel Jesús Roldán, durante su homilía. En su intervención, intentó transmitir que en muchas ocasiones son los momentos de penuria los que llevan las personas a cultivar la fe.
Antes y después de la misa, tuvo lugar el reparto de rollos típicos a las puertas del templo. «Otros años hemos vendido 200 kilos, pero en este han sido solo 30, dado que no esperábamos a mucha gente», explicó el párroco. Por eso mismo, la bendición de animales tuvo lugar de forma singularizada y espaciada y solo con especies se pequeño tamaño, sobre todo perros. No hubo ni exhibición equina ni desfile de calesas. Todo para que el mantenimiento de la tradición no estuviera reñido con el cumplimiento de las medidas sanitarias.
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