La Aljorra, 25 años de festival cuadrillero
JOSÉ SÁNCHEZ CONESA
Miércoles, 13 de noviembre 2019, 02:10
El sábado estuve reunido con los organizadores de las bodas de plata del Encuentro de cuadrillas de La Aljorra y con algún veterano cuadrillero, como es el caso del exconcejal popular Ángel Nicolás Bernal. Se trata de uno de los festivales más veteranos de la comarca, tras el que festejan en Molinos Marfagones, que esta Pascua cumplirá los 30 añitos. Desde hace cinco lleva el nombre del fallecido Vicente Soto Solano, uno de su grandes artífices.
En el pueblo aljorreño comenzó como actividad incluida en el programa del Noviembre Cultural. Desde entonces no han faltado a la cita las cuadrillas más clásicas de la comarca: Isla Plana, Tallante, Molinos Marfagones y algunos años Las Balsicas de Mazarrón. En las ediciones de presupuesto más boyante han venido dos pandas de verdiales desde Málaga, La Hoya (Lorca), Aledo y su carismático tío Juan Rita, y desde la vecina provincia de Almería, Vélez Rubio.
El próximo domingo, a las 10.30 abren con el mercadillo artesanal, y a las 11.30 comienzan a sonar y a bailar todos los grupos congregados en la plaza frente al centro cívico para subirse al escenario a las cuatro de la tarde. Como invitados especiales nos vienen desde Almaciles, pedanía de La Puebla de Don Fadrique (Granada).
No cabe duda que de ellos se escucha la música aguilandera más original de todo el Campo de Cartagena, además es uno de los escasos lugares que conservan los toques de misa, una parte instrumental que acompaña la liturgia en determinados momentos del ritual, como la entrada del sacerdote o la consagración. Uno de sus toques, el de ritmo más vivo, lo adoptaron de la cuadrilla de La Mina, a cuya ermita han ido a cantar. Como después han hecho en otras iglesias como El Estrecho de Fuente Álamo o en San Isidro. Ángel Nicolás opina que el rock and rock del folclore es ese toque y los verdiales de los montes de Málaga.
Un grupo que no ha corrido nunca el riesgo de desaparecer, basado en una mayoría rotante de miembros jóvenes y, a fecha de hoy, con un claro predominio de mujeres, algo impensable hace unas décadas. Su incorporación procede en este lugar del año 70, cuando los hombres eran los únicos miembros natos de las cuadrillas parroquiales. Caso distinto era la experiencia doméstica en la que una noche cualquiera, se juntasen de manera informal vecinos y vecinas y marcharan casa por casa a pedir el aguilando. Gracias a ellas, en especial a Maribel García, han incorporado repertorio de baile (jotas, parrandas, fandango de Cieza y malagueñas), siguiendo la estela que en su día marcó la cuadrilla de Molinos, en asociación con el grupo folclórico de Los Dolores.
Cuadrilla singular
Hay peculiaridades curiosas que aún mantienen cuando en otras localidades se han ido perdiendo, como el papel de los mayordomos que se proclaman tras la misa de la Purísima, patrona del lugar, suponiendo el inicio del ciclo navideño. Dos o cuatro matrimonios son elegidos por los salientes, encargándose del camarín de la patrona, la limpieza, los adornos florales, y el mantenimiento del edificio parroquial durante todo el año. Entre estas funciones, estaba la ya desaparecida de dirigirse al director de la cuadrilla para solicitarle que acompañasen musicalmente las misas de Nochebuena, segundo día de Navidad, Año Nuevo y Reyes.
Muchos de los presentes recuerdan cómo los mayordomos acudían al maestro Esteban Sánchez Conesa, director y profesor de música para que comenzasen los ensayos. Aunque falleció ya mayor, en 1991, siempre está muy presente porque fue responsable de la formación musical de entre 300 y 400 vecinos. Además, atesoró las partituras de los diversos aguilandos y toques de música del entorno, un recopilación que debería recuperarse como patrimonio cultural. El maestro Esteban era además el guión, la persona que improvisaba las cuartetas del canto de pascua o aguinaldo, cuyos últimos versos repetían el coro, seguido del estribillo local: «Niño levanta la mano...» Cuando ya no podía cantar le pasaba los versos escritos a Santiago Madrid Saura, que con una voz prodigiosa podía subir hasta esas notas ancestrales, tan altas como el campanario.
Encuentro en Cartagena
Desde el año 2000, aunque con alguno de silencio, las cuadrillas del campo actúan en el centro de Cartagena. Primero en la Plaza Juan XXIII y casi siempre en la de San Francisco. Este año será en un nuevo emplazamiento, la puerta del Ayuntamiento, el sábado 14 de diciembre, a las 19.30 horas. No se lo pierdan porque la ciudad debe conocer y reconocer un folclore que se pierde en el bosque denso de los siglos. La organización cuadrillera procede de las cofradías parroquiales, en especial la de Ánimas, muchas de ellas fechadas en la comarca desde el siglo XVIII. Aunque musicalmente nos podemos retrotraer a orígenes más remotos e ignotos como danzas moriscas, adaptadas a bailes renacentistas de salones cortesanos, con aire más solemne y sin el brioso ritmo que el pueblo nunca perdió. Pueden seguir las obras de Manuel Luna y del cartagenero J. Felipe Cervantes. En cualquier caso, apoyen con su presencia este evento o cualquiera de los encuentros a celebrar en los pueblos de la zona oeste, por ser un acto lúdico que les puede complacer y como acto de justicia poética con unas personas que desde tiempo inmemorial han estado relegados de la cultura oficial y de los presupuestos municipales.
Cuando me marcho, la joven Isa, biznieta de cuadrillero, sobrina de otro músico como es David e hija de José Manuel Martínez, guión y líder actual de la cuadrilla, me cuenta con emoción que el año pasado no pudo compartir la Navidad en el calor de las cuadrillas y fueron las más tristes de su vida.