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Interior de una de las salas de la colección permanente del Museo Histórico Militar.
El Museo Militar del Parque de Artillería

El Museo Militar del Parque de Artillería

El edificio, construido durante el reinado de Carlos III, es una de las joyas de nuestro patrimonio

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Miércoles, 22 de marzo 2017, 01:38

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Ubicado en el Parque del Artillería, el Museo Histórico Militar es una de las joyas de nuestro patrimonio más desconocidas. Hablamos de un edificio construido durante el reinado de Carlos III, bajo la dirección de Mateo Vodopich. Las obras finalizaron el 25 de agosto de 1786.

En la planta baja observamos cañones (una bombarda del año 1475), artillería antiaérea, óptica y telemetría (los telémetros son aparatos que determinan la distancia del blanco), artillería de costa, transmisiones, capilla y un magnífico patio por la belleza de sus palmeras y sus 24 arcos de medio punto. En la primera planta hallamos estancias que explican la evolución de la artillería y de las fortificaciones de Cartagena (desde 1503 a 1996), exposición de uniformes, miniaturas militares, armas ligeras, etc. Resulta fascinante la contemplación de las numerosas bóvedas a la romana, formando intradós por filas de ladrillos colocados de canto. Impresionan la fotografía y los grabados de su destrucción el 6 de enero de 1874, mediante el impacto de un proyectil durante la guerra cantonal.

En los últimos años del pasado siglo dejó su tradicional función militar para destinarse a Museo, Archivo Municipal, sala de conferencias y una gran parte de la añeja edificación sirvió para ampliar la Plaza de Juan XXIII, dejándonos la gracia de sus arcadas. El museo fue inaugurado el 11 de junio de 1997 por el general Alfonso Pardo de Santayana y Coloma, jefe de la Región Militar de Levante.

En un trabajo que realicé para un máster de gestión cultural detecté que el 58% de los 74 visitantes encuestados encontraron el museo casualmente, paseando por la ciudad. No tenían idea previa de su existencia, dato que demanda una mayor difusión y mejor señalización por la gran potencialidad que entraña. De Cartagena era un 12%, la mayoría de otros lugares de España, y extranjeros un 21%. Entre ellos dos australianos. El grado de satisfacción con la visita realizada era altísimo, un 95%. Lo que más gusta son las maquetas (algunas record Guinness), el conjunto de elementos expuestos y la arquitectura que los envuelve y el trato dado por el personal del museo. Algunos de sus visitantes agradecen encontrar piezas que no se ven en ningún lugar del mundo.

Los integrantes de la Asociación Amigos del Museo ponen simpatía, corazón y vida, y el público lo agradece mucho. Claro que el primero que predica con el ejemplo es su director, Juan Antonio Martínez Sánchez. Ahora los Amigos nos ofrecen un gran trabajo, una gran maqueta que reproduce el plano de Ordovás de la Cartagena del XVIII, bajo la dirección de José Antonio de las Heras. No se la pierdan.

Podrían establecerse promociones cruzadas con otros centros del municipio: Museo Naval, Museo del Teatro Romano o Museo Arqueológico. En estos lugares debería haber folletos explicando la existencia del Museo Histórico Militar y viceversa. Igualmente, en los hoteles de la ciudad y en la oficina municipal de turismo. Redundando en ello, pensamos que el autobús turístico anuncia su existencia, ya que su itinerario trascurre muy cerca de allí.

Promoción necesaria

Aprovechando la existencia en el municipio de grupos de teatro podrían ponerse en escena teatralizaciones de episodios históricos relacionados con algunos elementos expuestos: acontecimientos bélicos, episodios como los vividos durante la guerra de la Independencia o la vida cotidiana de un soldado de cualquiera de las épocas históricas. Tampoco estaría mal la elaboración de un logotipo atractivo que transmita una imagen cercana y un recorrido que lo una al cercano puerto, pasando por las Escuelas Graduadas de la calle Gispert, que deberían convertirse en el Palacio Museo de la Educación.

Los Amigos del Museo podrían ampliarse con líderes de la comunidad local, regional o nacional, realizando así un efecto llamada: escritores, deportistas, periodistas, actores. Nuestro patrimonio defensivo lo merece, así como una reflexión sobre la necesidad de la defensa en una democracia. Pero sobre todo que los cartageneros entren, el acceso es gratuito, aunque se agradece un donativo. Debemos romper el distanciamiento reverencial al concepto museo porque luego vivimos una experiencia interesante.

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