Una Navidad camino del hielo y con el recuerdo de sus familiares
Medio centenar de marineros de la Armada ayudarán a los equipos de científicos a hacer su trabajo durante cinco meses y medio
A. L.
Martes, 13 de diciembre 2016, 01:05
Al cabo primero Benjamín Pimiento, colombiano de origen pero español de adopción, se le hacía ayer muy difícil dejar de abrazar a su hijo de cuatro meses, Jeyden, momentos ante de partir en el Buque de Investigación Oceanografía 'Hespérides' hacia la Antártida. Pero la misión para la que había sido seleccionado le llamaba a filas. «Se hace muy complicado dejarlos aquí. Si me voy es por él, por mis otras dos hijas y mi mujer. Lo hago con mucha ilusión, a pesar de saber que no estaré con ellos en Navidad», contó instantes antes de despedirse y subir al barco.
Durante cinco meses y medio, su familia será el grupo de compañeros de travesía y los treinta científicos que van embarcados. En este buque, que este año cumple su 25 aniversario al servicio de la investigación, visitará lugares de una belleza natural y paisajística incalculable.
La Navidad la pasarán de camino al hielo y entre el recuerdo de sus familiares, «aunque cuando volvamos ya lo celebraremos con ellos, que seguro que nos estarán esperando ansiosos», dijo el encargado de la cámara hiperbárica del 'Hespérides', Servando Montero.
En su «aventura», como confiesa Montero, además de servir de apoyo a los investigadores, disfrutarán después de su jornada laboral de las modernas instalaciones para el ocio y el esparcimiento del buque.
Por satélite
Está equipado con un gimnasio, que, además, tiene una sauna. Gracias al satélite Secomsat, podrán ponerse en contacto directo con sus familiares, vía telefónica e internet. Además, el 'Hespérides' tiene una biblioteca compuesta por más de 300 ejemplares.
«Es un orgullo, a pesar de la lejanía de la familia y de las fechas en las que nos vamos, representar a España en una campaña de investigación de estas características. Siempre he querido participar en ella, por lo que supone para una país como el nuestro a nivel mundial», cuenta Montero. Él, al igual que todos sus compañeros, se desvive por su profesión.
«Hay que querer mucho este oficio para irte tan lejos, pero es nuestra obligación. Estoy deseando llegar a nuestro destino y de todo salga bien», explicó Juan José Espinosa, otro marinero. La ilusión de este cabo primero se reflejaba en sus ojos. En los de su madre se veía la preocupación. «Es la segunda vez que se va, pero siempre te queda el gusanillo de que le puede pasar cualquier cosa. Lo echaremos mucho de menos durante estas fechas navideñas».