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El artista cartagenero, con uno de los trajes y pelucas que usaba en sus representaciones musicales.

El inclasificable artista Edmond de Bries

El transformista e imitador Arsenio Marsal se convirtió en una estrella de la canción años antes de la Guerra Civil

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN

Sábado, 12 de noviembre 2016, 01:45

Durante un corto periodo de tiempo, entre finales del siglo XIX y la Guerra Civil, floreció el transformismo en los teatros de España. Consistía en un espectáculo donde hombres realizaban imitaciones de estrellas femeninas del teatro de variedades, tanto en la vestimenta como en la voz, algunos incluso mejor que la original.

En general, estos artistas no fueron bien considerados y acabaron siendo relacionados con la homosexualidad. Tal como habían surgido, desaparecieron con la Guerra Civil Española, junto con todas las otras «manifestaciones inmorales del arte».

Entre todos ellos destacó de manera especial nuestro paisano Antonio Marsal Martínez (Edmond de Bries), por sus imitaciones de Pastora Imperio, La Chelito, Raquel Meller, Lola Montes y La Argentinita. Nació en Cartagena, en el año 1897, y siendo aún un adolescente, junto con el resto de su familia, migró a Madrid en busca de mejores oportunidades. En 1912, residía, con su madre Isabel Martínez y su hermana pequeña de siete años, la que luego sería famosa bailarina Magda de Bries, en la casa de huéspedes de la viuda Rosa Soria, localizada en el número 15 de la calle Relatores.

Con su hermana

Ya desde joven, se desenvolvería muy bien en el mundo de la moda femenina, algo que le valió para entrar a trabajar en una casa de novedades. Con el trabajo diario, estudiando las revistas y figurines que podía conseguir, se convirtió en uno de los más afamados y caros modistos de cupletistas, a las que acompañaba a los teatros para dar los últimos toques a los historiados vestidos que exhibían durante sus representaciones.

Observando a sus clientas es como se decidió a imitarlas. Se preparó en el canto, estudió a las estrellas y, pese a las dificultades, no tardó en emprender el camino que lo llevaría al triunfo, por el que ha sido tan recordado.

En 1918, las referencias en la prensa sobre sus actuaciones fueron continuas. Sus citas con el público se prologaron hasta los años anteriores a la Guerra Civil Española. Las informaciones hablan de cines y teatros llenos, no solo nacionales, incluso de Europa y de América. Las noticias no solo mencionaban las cualidades artísticas, sino también se hablaba de sus diseños para el espectáculo y del vestuario, principalmente de las 'toilettes'. De su profesionalidad siempre se remarcó su gusto por la moda y el diseño, que tanto gustó en aquella época.

En sus espectáculos, el cartagenero se hacía acompañar de su hermana, Magda, que actuaba como bailarina. El momento culminante de su carrera artística llegó en 1920, en el teatro Fuencarral de Madrid. En su debut consiguió llenar un aforo de 2.500 espectadores durante cuatro meses. Es allí donde estrenó la más famosa de sus canciones, 'Las tardes del Ritz'. Para muchos es el mejor cuplé de la década. El artista llegó a grabarla para la casa alemana Homokord.

Para la Patrona

No tardó mucho tiempo este cartagenero en actuar en su ciudad natal, en el Teatro Principal, donde en su niñez pudo contemplar las actuaciones de La Fornarina, a la cual ahora imitaba.

Así señalaba el diario 'El Eco de Cartagena' su actuación en la ciudad: «Edmond de Bries se ganó con sus ricas y elegantes toilettes al público. En resumen, un espectáculo sublime junto a su hermana Magda. Estos dos artistas, hijos de esta ciudad, quieren como buenos cartageneros contribuir con su trabajo a la cuestación para la corona de nuestra excelsa Patrona y mañana verificarán un beneficio con este cartagenero objeto».

De Bries siguió rondando por los teatros españoles hasta llegar a París y otras capitales europeas y dar el salto a América en la segunda mitad de 1924. Actuó en Argentina, Cuba y Venezuela. Incluso llegó a Estados Unidos, donde Magda, su hermana, ya separada de él en la vida artística, también logró grandes triunfos en Nueva York. Asensio permaneció durante cuatro años en el Nuevo Continente, hasta volver en marzo de 1928 al teatro de la calle Fuencarral, en Madrid, escenario de sus mayores triunfos.

Sin embargo, el cine sonoro, el auge de la revista musical, el inicio de la decadencia del cuplé en beneficio de otros géneros, fueron quitando protagonismo al artista, que, por otra parte, iba cumpliendo años, con lo que en la década de los treinta fueron disminuyendo sus actuaciones, hasta desaparecer, prácticamente, llegada la Guerra Civil.

¿Madrid o Barcelona?

Se desconoce el final de este artista. Algunos lo sitúan regentando una famosa mercería madrileña, 'El Botón de oro', en la calle Juan de Austria número 33, hasta una avanzada edad y apartado totalmente del espectáculo. Para otros, su final estuvo en Barcelona, viviendo en el anonimato y arruinado hasta el final de sus días.

Pero para la historia de este cartagenero quedan sus imitaciones, súmmum de la perfección, y como siempre las fotografías, documentos para conocer a quien fue considerado el más famoso de los transformistas.

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