Borrar
Retrato del letrista, poeta y escritor unionense Ramón Perelló.
Ramón Perelló, el letrista rojo

Ramón Perelló, el letrista rojo

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA

Sábado, 3 de septiembre 2016, 00:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hablar de Ramón Perelló Ródenas (1903-1978) es hacerlo de un hijo predilecto de La Unión, pero sobre todo de un gran talento literario en el ámbito musical y en concreto como letrista de canciones inmortales que para muchas generaciones de españoles forman parte de la banda sonora original de sus vidas.

'Mi jaca', 'La bien pagá', 'Falsa monea', 'Échale guindas al pavo', 'Los piconeros', 'Soy minero', 'Adiós a España' o '¡Ay mi sombrero!' son solo una muestra de la obra creativa de este poeta, autor de las más populares melodías de la canción española difundidas por todo el mundo.

¿Pero quien era realmente Ramón Perelló? Nada mejor que acudir a la fuente del archivero municipal de La Unión, Francisco J. Ródenas, conocedor de la biografía de este unionense que como muchos otros ciudadanos de esta localidad hermana, tuvo relación en algún momento de su vida con Cartagena.

Nuestro personaje nació a las ocho de la mañana del 11 de octubre de 1903, en la casa número 29 en la calle Bailén, travesía en donde se concentran los avatares de otros conocidos vecinos de La Unión, como fueron el escritor y periodista Juan Pujol Martínez. También en la calle Bailén regentó negocio de venta de vinos y aguardientes Antonio Grau Mora, 'El Rojo el Alpargatero', reconocido patriarca de los cantes mineros. Por aquellas fechas, en la misma vía, en su número 10, residió la familia Cegarra Salcedo.

Creció en una casa humilde en la que su padre, minero de profesión, llevaba el pan a casa, y su madre se encargaba de las tareas del hogar. Aquel trasiego de hombres que veía desfilar por las calles de La Unión hacia las profundidades de la tierra le inspiraron años más tarde para componer 'Soy minero', que Antonio Molina convirtió en un éxito que aún hoy perdura en la memoria colectiva.

Tras su paso por el seminario de San Fulgencio de Murcia, estalló la vena creativa de Perelló, lo que le llevó a enrolarse con un grupo de saltimbanquis de un circo que pasaba por su pueblo. Su estancia en la Compañía Royal Villani fue la ocasión perfecta para volar del nido y dejarse llevar por el arrebato de la poesía, el cante y la copla.

Sus primeros éxitos los vivió de la mano del músico sevillano Juan Mostazo, en el Madrid de los años treinta del pasado siglo, 'Mi Jaca' estrenada en 1933 por Estrellita Castro, les dio fama y renombre, pero la prematura muerte de Mostazo y el estallido de la Guerra Civil dio al traste con este esperanzador comienzo.

Precisamente con la guerra civil es cuando Ramón Perelló se traslada a vivir a Cartagena, y lo hace como un activista de los ideales anarquistas poniendo su pluma al servicio de esta ideología a la que defendió como director del periódico 'Cartagena Nueva', como poeta y destacado orador en cuantos mítines anarquistas se celebraban en nuestra ciudad.

Pero jamás renuncio a su amor por la música popular. Así, durante los primeros meses de la guerra civil española escribiría: «Confieso mi pasión por el cante. Si es un delito, delincuente soy. Que me pongan grillete y me echen la perpetua. Me gusta la copla gitana, la mueca trágica del cantaor, el desgarro del cante y el fondo, siempre interesante, de la letrilla flamenca. Admirador ferviente de esta Andalucía cantaora y rebelde, quisiera saber cantarla como la cantan estos jilguerillos que revolotean alegres entre las cuerdas de la guitarra. ¡Amar a Andalucía y poder recordarla siempre envolviendo su recuerdo en un tersio por seguirilla..!.» (Cartagena Nueva, 28-2-1937).

Durante toda la guerra su voluntad fue inquebrantable, Perelló no sólo animaba las secciones poéticas de su diario, las llamadas 'Gazpacho andaluz', 'Cancionero libertario' y 'Romancero libertario'; en donde se manifestó como uno de los poetas oficiales del anarquismo durante la guerra. Aplicado a su oficio como en una misión redentora, soldado de la palabra, desplegó su talento en diversas tareas. Por ejemplo, alimentando con un romance el mito de Durruti en el primer aniversario de la muerte del líder anarquista: «Buenaventura tu nombre, malaventura la tuya, que una bala traicionera te llevó a la sepultura...» (Cartagena Nueva, 20-11-1937).

Pero la derrota en la guerra acabo con todo esto, su compromiso, su ideología. Hubo un cambio radical. Fue detenido y encarcelado cinco años. Después, su carrera se orientó al cine como compositor de bandas sonoras y canciones populares. También dedicó su tiempo a componer espectáculos de variedades y letras y sintonías para anuncios de la posguerra.

Era muy bueno en su trabajo y esto lo salvaría de las paredes del cementerio. Del Perelló perdedor y represaliado pasó al famoso y rico compositor de más de 700 obras registradas, entre letras de canciones, música y libros de poesía.

Poco espacio para dar la semblanza de este unionense inmortal, para alguien, que, como dice el archivero Ródenas, «nos ha legado, sobre todo, el tesoro de su arte inmortal, un cofre repleto de melodías llenas de gracia y de belleza, de alegría y de la pasión de vivir. Además, si prestamos atención aplicando el oído, reconoceremos en sus canciones el eco inconfundible de los sones de nuestra jonda tierra minera, la tierra de Ramón, aquel zagal espabilado y sensible de la calle Bailén».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios