El botelleo causa destrozos y llena de residuos el cerro del Molinete desde hace semanas
Hasta 200 jóvenes se han reunido en el parque en las noches de Navidad, el último fin de semana superaron los cien
E. R. K.
Miércoles, 13 de enero 2016, 00:59
El parque arqueológico que corona el Cerro del Molinete tiene a su entrada un cartel que llama a los visitantes a cuidar de los menores de edad. Lo que no hace es advertir de lo que cientos de menores, de 15 y 16 años, hacen allí los viernes, los sábado y los festivos por la noche. El botelleo ha encontrado en sus explanadas un terreno abonado. Cientos de adolescentes dejan a su paso, cada fin de semana, orines, botellas rotas, pintadas y destrozos como la luna cuarteada por un impacto, en el bar que funciona en el parque desde hace tres años.
«Esto pasa desde finales de noviembre o principios de diciembre, cada festivo o víspera de festivo», explicó Alberto Tomás de Haro, que gestiona ese bar por concesión municipal. Según su relato, la Policía Local no aparece y sí lo hace no consigue despejar la zona. «Yo les he visto por la tarde, cuando ese problema no existe», dijo. Solo recuerda una intervención de un agente hace un par de meses. «Llegó con un coche patrulla, hizo uso de un megáfono para llamar la atención de los jóvenes, dio el asunto por solucionado y ya está».
Hasta 200 jóvenes se han reunido en el parque en las noches de Navidad, el último fin de semana superaron los cien. De Haro ha llamado varias veces al Parque de Seguridad al ver las aglomeraciones: «Me decían que solo había tres coches patrulla y que se pasarían si podían. Yo no les he visto hacerlo».
El parque se mantiene relativamente limpio porque los operarios de Lhicarsa actúan con la frecuencia requerida, aunque se observan algunos restos de cristal, chapas de botellas de cerveza en la zona de aparatos para ejercicios. Asimismo, la ladera que da a la Morería escapa a esa limpieza y está llena de bolsas de aperitivos y botellas de refresco.
Hogueras dentro del molino
Además, dentro del molino de la cima, cuya puerta metálica ha desaparecida, hay restos de esparto quemado. «Lo arrancan del jardín y hacen hogueras dentro, supongo que para calentarse», según De Haro.
