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Las Musas Marisol López, Paqui Lajarín y Merche Ibáñez charlan el pasado miércoles a las puertas del Ayuntamiento de Águilas.
De aquellos disfraces a la fantasía actual

De aquellos disfraces a la fantasía actual

Tres de las primeras Musas del Carnaval relatan su visión sobre la evolución de la fiesta a lo largo de las últimas décadas. A finales de los ochenta las 'reinas' se elegían «sin mirar edad ni cuerpo» y desfilaban a pie de calle; solo unas 20 personas acudieron al primer Cambio de Poderes

JUAN RUIZ PALACIOS

Domingo, 19 de febrero 2017, 00:23

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Lleva un bolso negro muy coqueto y una pulsera de perlas blancas que realza su vestimenta. Porque Merche Ibáñez, la primera Musa del Carnaval de Águilas en 1988, sigue siendo igual de presumida que cuando fue elegida 'reina' de las fiestas de su pueblo adoptivo. «Yo nací en Madrid, pero me enamoré de un aguileño y aquí me quedé», asegura, feliz. «Siempre había sido la mujer de Joaquinito, pero me nombraron Musa y la cosa cambió. Ya no era la esposa de... sino la Musa», confiesa entre risas.

Merche Ibáñez, Paqui Lajarín y Marisol López, tres de las primeras Musas del Carnaval de Águilas, relatan a 'La Verdad' cómo vivieron sus nombramientos y su visión sobre la evolución que ha experimentado esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional.

«Mi nombramiento como Musa fue en medio de una asamblea de la Federación de Peñas. La actriz María Luisa San José vino el año anterior e hizo de Musa porque era amiga de Paco Rabal. Ahí fue donde surgió ese cargo», relata Ibáñez. Y continúa: «Cuando escuché mi nombre en medio de la reunión, me quedé sorprendida. Yo era la primera Musa oficial. No sabía lo que tenía que hacer; todo era nuevo. Así se hacían las cosas al principio». Aquel año, Ibáñez se disfrazó con un traje medieval, pues era el traje que «tenía previsto ponerse para desfilar».

Las Musas no desfilaron en carroza los primeros años, sino que lo hacían entre el gentío, a pie de calle. «Yo pedí que me hicieran una carroza. Mis carnavaleros cogieron una furgoneta vieja, la cortaron y esa fue la primera carroza oficial. Allí me subí yo, con un traje de color magenta muy raro, con muchos adornos», explica Paqui Lajarín, Musa en 1990 con la peña Las Yayas. «Era todo tercermundista. Nos apañábamos con lo que teníamos, y siempre merecía la pena».

El primer Cambio de Poderes

Marisol López, Musa en 1992, se decantó por un vestido en tonos rojos que ella mismo se había confeccionado. «Yo viví la primera gala del Cambio de Poderes. Bueno, más que gala... Me llamaron de la Federación. Fui al evento y allí solo estábamos unas veinte personas. Me senté en el escenario y cedí mi banderín», confiesa. «Lo que se hace ahora sí que es una gala en condiciones».

La fiesta desde entonces ha cambiado bastante. «La Musa se elegía antes sin mirar la edad ni el cuerpo de la chica. Lo único que importaba es que fueras la mejor carnavalera», explican las tres. «Interactuábamos con la gente, bailábamos, gastábamos bromas, lo pasábamos en grande», añaden. Para ellas, «las Musas de antes nos disfrazábamos. Las de ahora se visten con unos trajes completamente sorprendentes, muy conseguidos, con mucha fantasía».

La mejor sensación que recuerdan de los años en que fueron elegidas es «salir a la calle y ver toda la avenida inundada de personas esperando a que comience el desfile. Eso no tiene precio».

«Nos conocíamos todos»

En aquellos tiempos, sostienen, «nos conocíamos todas las personas que desfilábamos en el Carnaval. Ahora el número de peñas y personas ha aumentado mucho, y eso da más categoría y caché a nuestra fiesta».

Estas tres musas se llenan de buenos recuerdos cuando se juntan a tomar un café. «¿Os acordáis cuando cada peña iba una noche a la radio? Teníamos unos piques... Cogíamos el micrófono y jugábamos al despiste con las otras peñas. A lo mejor decíamos que sabíamos el color de los trajes, y era mentira», comenta Lajarín a sus compañeras. «Nos acostábamos con la radio intentando averiguar algo de los demás carnavaleros; era muy divertido», relata López.

Y en medio de la conversación, se hace el silencio. Las tres se quedan con la mirada perdida, recordando cómo era el Carnaval de Águilas hace casi 30 años. «Esta fiesta es internacional gracias al esfuerzo de todos los carnavaleros», matizan, felices.

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