Antonio Nicolás Fenoll, un activista cívico con vocación de letrado de las Cortes
Desde la Primaria, el estudiante del grado de Derecho se ha afanado en la defensa del bien común y la responsabilidad social
Su maestra de Primaria Brígida podría dar fe de la vocación de defensor del bien común que caracterizaba a Antonio Nicolás Fenoll (Alquerías, 2003) desde ... su niñez. El escolar descubrió, ojeando la agenda infantil que repartían entre los alumnos a principio de curso, un apartado donde se recogía el reglamento del colegio, los derechos y deberes del alumno, el proyecto de centro... Una información con poco tirón para sus compañeros de clase, que probablemente garabatearon esas páginas de relleno. Pero que Antonio Nicolás leyó con detenimiento, y ya informado, pasó a la acción: cuando la maestra quiso fijar un examen un día que a los alumnos no les encajaba, el escolar blandió su agenda escolar, y le reivindicó a la maestra Brígida el derecho de los estudiantes a participar en el diseño del calendario de exámenes, tal y como recogía el reglamento.
El activismo cívico del recién elegido presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Murcia (CEUM) no ha decaído desde entonces. Su precoz inclinación por revisar las reglas, señalar los errores e injusticias, y defender los derechos comunes no se ha debilitado. Con los años, la práctica le ha llevado a manejarse con soltura y diligencia, y a entregar las horas de trabajo por un fin que, entiende, es provechoso para la colectividad.
Estudiante de cuarto curso de Derecho en la Universidad de Murcia, le ha dedicado mucho empeño a desarrollar, con sus compañeros del Consejo, decenas de enmiendas a los estatutos de la Universidad de Murcia, recién aprobados esta semana, convencido de que la aportación quedará para unas cuantas generaciones. «Nosotros nos iremos de la Universidad, pero es un orgullo haber participado en la elaboración de un texto que permanecerá unas décadas», dice satisfecho con la coincidencia de que el reglamento de la UMU fuera aprobado el mismo día que él resultó elegido presidente del órgano de representación estudiantil.
Hijo único en una familia trabajadora (su padre es dependiente, su madre está a punto de cumplir cuarenta años como empleada del hogar), el futuro letrado estudió hasta la Secundaria en el colegio religioso Santa Isabel de Alquerías, pero en primero de Bachillerato dio el salto. En su mismo centro de Primaria le aconsejaron matricularse en algún itinerario de Investigación, y terminó inscrito en el instituto Alfonso X El Sabio de Murcia, donde cursó el Bachillerato Internacional, que tiene entre sus asignaturas una dedicada a que los estudiantes realicen actividades de servicio voluntario y no remunerado, aplicándolas como una forma de aprendizaje experiencial para complementar sus estudios académicos.
Las becas han permitido a Antonio Nicolás ese acceso a la mejor formación, y está convencido de que son fundamentales para los estudiantes con menos recursos. «Los criterios de excelencia están muy bien, y ese esfuerzo debe primarse. Pero deben ser prioritarios los criterios socioeconómicos. La excelencia merece un premio, pero las becas son una cuestión social», reivindica el joven, quien ha perfilado ya con definición su futuro profesional.
Calcula que se graduará en un par de cursos, ya que de momento ha optado por una matrícula parcial que le permite dedicar parte de su tiempo al trabajo que le requiere su participación en el CEUM. Con el título en la mano, está decidido a prepararse la oposición para el cuerpo de letrados de las Cortes Generales, que se encargan de asesorar a los diputados y senadores en cuestiones legales analizando los proyectos de ley para informar sobre su constitucionalidad. «Son cerca de 500 temas, es duro, pero es apasionante porque incluyen muchos de Filosofía, Historia mundial... Tienen que comprobar que las leyes aprobadas por el Parlamento sean acordes con la Constitución y con el ordenamiento jurídico español, y garantizar la seguridad jurídica en el país», cuenta entusiasmado con la que será, si todo sale bien, su profesión.
Apasionado del flamenco más contemporáneo -escucha a Yerai Cortés, Kiki Morente, Israel Fernández...-, disfruta mucho de la lectura: acaba de terminar la novela 'Blitz', de David Trueba; y está entregado a la 'Trilogía Eras' de Eric Hobsbawm.
Las próximas elecciones al Rectorado se presentan al nuevo presidente del CEUM como una nueva oportunidad de mejorar las condiciones de quienes le rodean, y se las plantea como un ejercicio de corresponsabilidad con lo público. Para tomarle el pulso a la vida, aunque tiene coche y carné, disfruta cada mañana de los trayectos en el transporte público desde Alquerías al campus de La Merced, 'taper' en mano, donde cada día hace suyo el aforismo que le define: 'No pasa por la universidad, es la universidad la que pasa por él'.
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