Alumnos de Derecho de la UMU estrenan un aula que les permite practicar como en un juicio real

A la voz de «audiencia pública» echó a andar en la mañana de este viernes el Aula Judicial de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia (UMU), un espacio habilitado en el Campus de la Merced como una fiel reproducción de una sala de vistas, en la que los alumnos de esta carrera podrán ejercitarse reproduciendo pleitos reales que ya han sido enjuiciados por los tribunales de la Región. «Con esa sala de prácticas nuestra facultad de Derecho se mete de lleno en el siglo XXI», afirmó el profesor titular de Derecho Procesal Julio Sigüenza, principal impulsor y 'alma mater' de este proyecto junto a su estrecho colaborador, el profesor José Ignacio Martínez Pallarés, que han contado con el impagable apoyo del rector José Luján. El magistrado Joaquín Ángel de Domingo y la decana de los procuradores de Murcia, María Dolores Cantó, ejercieron a modo de 'padrinos' en este estreno.

Convencidos de que no hay mejor forma de aprender a andar que la de mover una pierna detrás de la otra, y de que ninguna enseñanza teórica sobre Derecho Procesal puede superar a la experiencia de participar activamente en un pleito 'real', los docentes Sigüenza y Martínez Pallarés han preparado en las últimas semanas con gran rigor e ilusión las dos vistas que se celebraron en esta primera jornada. Ambas se trataban de un procedimiento de declaración sobre derecho de dominio, derivado de un conflicto entre agricultores por las lindes entre sus parcelas, y en el que sendos grupos de tres estudiantes (dos abogados y un procurador) actuaban como demandantes y demandados. Los dos equipos contaron con cinco días para, el primero, presentar la demanda y, el segundo, para contestarla. Finalmente, en la jornada de este viernes se celebraron las vistas, en las que varios alumnos ejercieron como testigos y otros tres se constituyeron como el tribunal que deberá dictar sentencia sobre estos entuertos.

Los asuntos no eran sencillos. Se trataba de determinar, en uno de los casos, si la razón asistía a un huertano que decía haber abierto un camino de acceso a su finca por la zona donde antes iba una fila de naranjos, y que en apariencia estaba siendo utilizado sin autorización alguna por un vecino de parcela, o si este, como aseguraba en la respuesta a la demanda, había contribuido igualmente a abrir esa senda retirando a su vez una fila de limoneros de su propiedad, por lo que el acceso sería de común dominio.

«Se trata de una iniciativa tremendamente positiva. Poder participar en una de estas prácticas, reproduciendo una vista en una sala, nos hace más asequible y amena la enseñanza del Derecho Procesal», confirmaba el alumno Josep Tramunt mientras se vestía la toga que lo metía en el papel de abogado de la parte demandada. Y aunque reconocía estar un poco afectado por el miedo escénico, se lo tomaba con cierto humor: «Esto es como aprender a nadar arrojándote a una piscina».

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