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Un cliente examina las pistolas y revólveres expuestos en la Armería del Carmen. Nacho García / AGM

Agentes y militares jubilados colocan a Murcia a la cabeza en licencias de pistolas

La Guardia Civil solo concede el permiso de armas cortas del tipo B a «civiles que acrediten que su vida corre peligro»

Sergio Navarro

Murcia

Lunes, 1 de abril 2019, 07:56

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«Introduces el cargador, tiras de la corredera hacia atrás para alimentar el arma y disparas». Como explica el veterano experto Francisco Martínez Sánchez, tan solo hacen falta tres sencillos pasos para emplear una pistola en defensa personal. No obstante, a diferencia de otros países como Estados Unidos, la población civil española solo puede protegerse de esta forma si cuenta con la licencia de armas cortas del tipo B, una autorización muy exclusiva que en la Región de Murcia se ha concedido a 437 personas, la segunda cifra más alta por comunidades.

Superado el impacto inicial que puede dejar esta estadística, en la que Murcia solo se ve superada por Madrid, la realidad que rodea estos permisos deja poco espacio a la polémica. Y es que hacen falta «unos requisitos muy específicos» para que una persona consiga un licencia del tipo B, tal y como acredita el sargento primero de la Guardia Civil Rafael Torrano, que cumple funciones accidentales como Jefe de la Intervención de Armas de Murcia.

Francisco Martínez, propietario de la Armería del Carmen, en el búnker de su establecimiento.
Francisco Martínez, propietario de la Armería del Carmen, en el búnker de su establecimiento. Nacho García

La Benemérita, encargada de conceder estas autorizaciones a través de su Dirección General, solo se plantea esta concesión en el caso de que una persona «acredite que su vida puede correr peligro y necesita un arma para defenderse». De esta forma, este pequeño colectivo está conformado por gente que sufre «amenazas veladas y contrastadas con denuncias y sentencias judiciales», además de policías, guardias civiles y militares retirados. Según Francisco Martínez, propietario de la Armería del Carmen, estos últimos concentran «entre el 80 y el 90%» de las licencias de armas cortas del tipo B otorgadas en la Región.

Antes de conceder uno de estos permisos, la Guardia Civil y la Delegación del Gobierno elaboran un informe que elevan a la Dirección General del Cuerpo, quien toma la decisión final. Sobra decir que el interesado debe carecer de antecedentes penales y policiales. «Además, la conducta del individuo debe ser adecuada bajo el punto de vista de las personas que cumplimentan los informes en ambas instituciones», puntualiza el sargento Rafael Torrano.

«Antes había ciertos oficios que te permitían poseer una pistola, como el de farmaceútico, joyero o director de banco»

Una vez otorgada la licencia, esta se encuentra sujeta a un periodo de vigencia de tres años y no se renueva automáticamente, sino que el beneficiario debe volver a solicitar este permiso con tres meses de antelación para que la Benemérita estudie y valore su petición. En el caso de las personas que tienen entre 60 y 70 años, deben aportar un certificado médico que acredite su capacidad para continuar en posesión de este privilegio. Un documento que los mayores de 70 años están obligados a presentar de forma anual.

«La licencia, al igual que se concede, se puede retirar -asevera este sargento del Instituto Armado-. Si hay una conducta de tipo delictivo, como casos de violencia de género o cualquier infracción relacionada con la seguridad ciudadana, la licencia queda suspendida y se inicia un proceso de revocación». Del mismo modo, la posesión de un permiso del tipo B no implica una carta blanca para emplear todo tipo de pistolas y revólveres, ya que su uso está subordinado a «situaciones de peligro para la vida del individuo o la de terceras personas». Según la Ley de Enjuiciamiento Criminal, debe haber una agresión ilegítima y no buscada, además de darse las premisas de «oportunidad, proporcionalidad y congruencia».

El sargento primero de la Guardia Civil Rafael Torrano.
El sargento primero de la Guardia Civil Rafael Torrano. Javier Carrión / AGM

Ante estas condiciones tan estrictas para poseer y emplear un arma de fuego, la realidad que se esconde tras las 437 licencias concedidas en la Región poco tiene que ver con una posible sensación de inseguridad entre los murcianos, sino que refleja el alto número de «militares, policías y guardias civiles que eligen la Región para disfrutar de su retiro», apunta Rafael Torrano.

Entre revólveres y pistolas

«Hay muy pocas personas con licencia del tipo B porque ya casi ninguna profesión te ampara para tener este tipo de permisos -explica el armero Francisco Martínez-. Antes había ciertos oficios que te permitían poseer una pistola, como el de farmacéutico, joyero o director de banco. Pero eso cambió por sistema hace muchos años».

Después de toda una vida dedicada a este negocio, el propietario de la Armería del Carmen asegura que casi la totalidad de los compradores que buscan un arma de defensa personal «han pertenecido a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado». «Además, cada vez son más restrictivos con esta licencia. Hay clientes que la han tenido durante mucho tiempo y ahora ya no se la renuevan», apunta. En este escenario, Francisco calcula que en la Región puede haber entre 20 y 40 civiles con el permiso de armas cortas del tipo B.

En este mercado tan reducido, donde los revólveres «han quedado fuera de combate por su excesivo tamaño», tres modelos de pistola destacan por encima del resto. Una de ellas es la Beretta de calibre 9mm. Parabellum, un arma que puede adquirirse por alrededor de 1.000 euros y que es «muy habitual porque la llevan muchos cuerpos de seguridad», comenta este veterano armero. Algo más barato es el modelo del mismo calibre que comercializa la marca Smith & Wesson, disponible desde 600 euros. Para cerrar esta terna, la compañía de Massachusetts también produce la popular 'Bodyguard', una pistola ligera y pequeña que «está pensada para llevarla encima y que no abulte».

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